EL PAíS
El Comité Capital propone que se expulse a De la Rúa del radicalismo
La decisión se tomó el lunes por la noche en un plenario del que participó el delarruismo. La decisión definitiva debe tomarla el Tribunal disciplinario.
Quiénes votaron a favor y en contra. La reacción del ex Presidente. Las dudas de Alfonsín.
› Por José Natanson
“¿Y, averiguaste algo?”, repetía Fernando de la Rúa a los pocos dirigentes partidarios que le responden. Se refería a la movida subterránea que de a poco se venía armando entre algunos dirigentes del radicalismo porteño. Y que finalmente se concretó el lunes por la noche, cuando el plenario del Comité Capital aprobó una moción en la que recomienda su expulsión del partido. Aunque todavía falta la definición del Tribunal de Disciplina y de la Convención Metropolitana, la decisión de ayer fue el primer paso de un proceso que podría sumar una más al arsenal de malas noticias que viene acumulando De la Rúa.
Recluido en su quinta de Pilar, abandonado por sus partidarios, con su futuro político virtualmente destruido, el ex Presidente no para de acumular malas nuevas.
El lunes por la noche, por iniciativa del legislador porteño Cristian Caram, el Comité Capital votó la expulsión de De la Rúa, que justificó en una serie de puntos: según Caram, el ex Presidente se apartó del programa electoral de la Alianza, ignoró las doctrinas de la UCR y esquivó las recomendaciones de su partido. Finalmente, Caram recordó la “tragedia de Plaza de Mayo” en la que murieron siete personas. “Es algo que tendría que haberse hecho hace mucho tiempo”, dijo durante el debate. Entre los pocos delegados que se animaron a defender a De la Rúa se encontraba Enrique Benedetti. “No se lo puede responsabilizar por absolutamente todo lo que pasó, ni apurar una medida tan drástica”, argumentó.
Al final, después de tres horas de debate, la propuesta de Caram se impuso por 42 votos contra 32, un número impensable un par de meses atrás. Se dio algo curioso: Rodolfo Terragno y Jesús Rodríguez, los jefes del sector que votó a favor de la expulsión, no estaban del todo convencidos, pero sus partidarios igual avanzaron con la medida.
A ellos se sumó la corriente del alfonsinismo que lidera Gabriela González Gass y un sector del nosiglismo, que responde a Daniel Bravo y que decidió romper su alianza con el delarruismo para apoyar la expulsión del ex Presidente. En contra de la propuesta votaron los delegados delarruistas y algunos pocos nosiglistas.
En realidad, lo de ayer fue un gesto político, fuerte, pero un gesto al fin y al cabo. El plenario del Comité Capital, la máxima instancia del radicalismo porteño, no tiene capacidad para decidir la expulsión de un afiliado, por lo que ayer se limitó a “recomendar” la medida. El Tribunal de Disciplina debe tratar el caso y, según afirmaban ayer los delarruistas, debe elevarlo a su vez a la Convención Metropolitana, que tomará la decisión definitiva. “Faltan como mil años”, minimizaba ayer un importante dirigente delarruista.
Tanto en el Tribunal de Disciplina como en la Convención el delarruismo y sus aliados cuentan con mayoría. Es que las últimas internas, en las que triunfó la oposición que lideran Terragno y Jesús Rodríguez, eran sólo para candidaturas (no para cargos), por lo que el oficialismo de De la Rúa y Nosiglia mantiene su hegemonía en los organismos partidarios. Para colmo, dos de los hombres más influyentes del radicalismo –Angel Rozas y Raúl Alfonsín– han hecho todo lo imposible por frenar la medida, aunque hasta ahora no obtuvieron muchos resultados.
Más allá de los números, es innegable que la decisión representa un golpe durísimo para De la Rúa. Es que a su patética situación política se ha sumado la decisión de la jueza María Servini de Cubría de avanzar en la investigación de las muertes en la Plaza de Mayo y la declaración del ex jefe de la Policía Federal, Rubén Santos, quien responsabilizó a varios funcionarios cercanos al ex Presidente por la represión. “Están haciendo leña del árbol caído”, se quejaba ayer un delarruista preocupado por la situación cada vez más complicada de su jefe.