EL PAíS › LOS OFICIALES DE LA FUERZA AEREA DECLARARON QUE NO VIERON NADA
En la causa argentina que investiga el recorrido del Challenger en el país y las fallas de control, cinco aeronáuticos y dos empleados civiles de Morón dijeron que no vieron nada. El juez de España todavía no informó dónde se cargó la cocaína.
› Por Horacio Cecchi
y Raúl Kollmann
Una nueva ronda de declaraciones en el juzgado penal económico 2 de Alejandro Catania agregó a la causa de la base aérea de Morón un purito remedo del yo argentino, un yo no vi nada, repetido en siete ocasiones: dos en boca de los dos empleados civiles de la ANAC remanentes del yo no vi del día anterior; cinco, en boca de la misma cantidad de uniformados de la Fuerza Aérea. El primero de los militares en declarar yo no vi, por orden jerárquico, fue el vicecomodoro Jorge Tomasoni, segundo del desplazado ex jefe militar de la base, el comodoro Jorge Ayerdi. Faltan aún 13 testimonios más, todos de aeronáuticos, previsiblemente águilas con vista de topo. Simultáneamente, el comodoro Juan Janer fue puesto en funciones con bombos y platillos en la misma base aérea investigada, en reemplazo del jefe descabezado, Jorge Ayerdi. Mientras, España sigue retaceando la información clave: dónde fue cargada la tonelada de cocaína, cómo se realizó la carga –Página/12 anticipó un informe extraoficial que indica que fue oculta en el piso del avión en Morón–, los cruces de llamadas telefónicas y el resultado de un peritaje clave: la química de la cocaína, con la que se puede determinar su origen.
Las declaraciones de los dos civiles de la ANAC siguieron la línea de interpretación de sus colegas del día anterior: los que pudieron ver son los aeronáuticos. Después llegó el turno de las cinco águilas, ninguna de las cuales vio absolutamente nada. A todos los aeronáuticos, Catania les preguntó sobre como realizaban el control de la puerta principal. Y todos respondieron lo mismo, que a los vehículos que ingresaban sólo les revisaban los documentos del conductor, preguntaban quién entraba y dónde se dirigía. Todos, como si hubieran estudiado en grupo, aseguraron que no abrían los baúles ni revisaban el interior de la camioneta. En pocas palabras, descontrol en el control. El panorama de tierra de nadie lo completa el dato de que ni en la entrada principal ni en ningún lado de la base existe una cámara de seguridad. Entrar con, digamos, 100 o 200 kilos de cocaína en cinco o diez viajes al aeropuerto, para montar los ladrillos tranquilamente en el piso del avión, con la seguridad de que nadie va a revisar porque nunca lo hacen y menos con chapa de hijos de brigadieres es casi una tentación para las hipótesis.
Después de la revelación del informe extraoficial español, todas van apuntando hacia Morón. Entre los funcionarios judiciales, una idea cae casi de maduro: “¿Quién va a declarar que vio algo?, si lo más fácil y menos riesgoso es decir que no vio. Uno que haya visto algo, para qué lo va a decir, le van a preguntar por qué no dijo nada”, murmuró un investigador judicial.
Otro tema que llama la atención y que en los Tribunales promueve preguntas suspicaces es que en la causa que se lleva en Argentina ni los Juliá ni Miret presentaron abogados para averiguar al menos qué está buscando la Justicia. Si bien no figuran como imputados de este lado del Atlántico, el juez allanó sus oficinas y nada menos que sus casas y ninguno de los tres ha dicho ni mu. Una argumentación que no termina de convencer es que los tres se encuentran tomados por la preocupación de su situación en España. Es comprensible pero ilógico.
Por el momento, en el juzgado de Catania tienen puesto el foco en el Challenger varado en Barcelona. No siguen los antecedentes, sino que están más preocupados en saber dónde fue cargado, si se cargó en Morón cómo se realizó la carga y el presunto ocultamiento. El resto, los viajes desde Bolivia por ejemplo, no son materia de análisis. España por ahora retacea la información. Allí seguramente se encuentra un pez gordo distribuidor del cartel presuntamente colombiano. España es a todas luces, país de destino para el consumo. El juez español sabe dónde se cargó el avión por la computadora; cómo se cargó (oculta en el piso) porque ellos mismos la retiraron de la aeronave; los cruces telefónicos que darán identidades; y los resultados del peritaje químico que dará la composición de la cocaína. Los expertos sostienen que funciona como un ADN del laboratorio. Con esos datos, Catania podría avanzar sobre otros aspectos como el viaje de Bolivia, y la hipótesis que suena fuerte, anticipada por este diario, de que se trataría de cocaína colombiana. El peritaje de España podría compararse con los 20 kilos que transportaba la modelo que fue la punta para la detención en Buenos Aires de la reina del Café, Angie Sanclemente.
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