EL PAíS › OPINIóN
› Por Juan Patricio Murray *
¿Algo se esconde detrás de la puesta en la palestra de la necesidad de reforma del Régimen Penal de Menores y la baja en la edad de imputabilidad?
Una nota del diario La Nación del miércoles 26 pasado nos introduce en el tema en cuestión con el siguiente titular: “Menores cometen el 15% de los crímenes”. El dato corresponde, según el cronista, a los suministrados por la Suprema Corte de Justicia bonaerense respecto del primer semestre del año 2010.
Allí, un primer desacierto, pues no son los “menores”, a secas, sino los “menores de la provincia de Buenos Aires” los que cometerían el 15 por ciento de los delitos. Además, y conforme los registros del Indec publicados respecto del último censo, los menores de 18 años constituyen aproximadamente el 30 por ciento del total poblacional. De ello podemos deducir –desde un punto de vista estrictamente matemático– que, si una tercera parte de la población comete una sexta parte de los delitos, la incidencia etaria de los menores en el fenómeno relatado posee una relevancia que corresponde al 50 por ciento de la media respecto del tema en cuestión.
Por su parte, un artículo del diario Clarín publicado en su edición del 15 de septiembre del año pasado titulaba: “Menores cometen cuatro de cada cien delitos en la provincia de Buenos Aires”. La fuente resulta ser estudios estadísticos elaborados por la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia Bonaerense correspondientes al primer semestre del año 2010. La discrepancia en el porcentaje y respecto de la fuente de ambos artículos (Suprema Corte-Procuración General) me llevó a continuar en la lectura de la primera nota y llegué a la conclusión acerca de que esta última era la misma.
Al avanzar en la lectura del artículo de La Nación, puedo leer que lo que dice el titular no resulta cierto, pues en su desarrollo no se hace referencia a los crímenes en general, sino al delito de homicidio. Pensé en cómo ha decaído el nivel de la “Tribuna de Doctrina”. Comenzando por el modo de titular sus notas, omitiendo el artículo determinativo masculino plural para preceder al adjetivo utilizado como sustantivo, y dando a las noticias un tinte telegráfico al mejor estilo Clarín. También por la falta del mínimo rigor de conocimiento de la materia del periodista que se dedica a un tema que requiere per se una especialización entre los abogados.
La palabra crimen no resulta sinónimo de la palabra homicidio, tanto desde un punto de vista legal como vulgar. Por eso, y por ser lector habitual de La Nación, creo ver alguna intencionalidad en la cuestión. Al ir a la estadística mencionada como fuente, veo que los datos se refieren con mayor propiedad a las Investigaciones Penales Preparatorias iniciadas tanto en el fuero penal de mayores como en el del régimen penal juvenil en la provincia de Buenos Aires. Es decir, ninguna autoridad judicial ha dicho aún que un menor sea responsable del hecho que se le endilga a título de dolo. Dicho más simplemente: causas no iniciadas, no sentenciadas, con lo cual la mentada afirmación estadística referida resulta ser falsa.
Pero ajustándome específicamente al delito de homicidio, compruebo con una simple regla de tres que las causas iniciadas por tal figura penal en el fuero juvenil significan del total de iniciadas por ese delito solamente el 12,6 por ciento y no el 15 por ciento, como decía la nota. Reitero: procesos iniciados, no procesos concluidos.
Lo publicado por el diario de la familia Mitre se extiende sobre un relato de la reciente historia legislativa sobre la baja de la imputabilidad de los menores, para finalizar afirmando que la Presidenta de la Nación habilitó con sus declaraciones de la última semana la posibilidad de que se produzca el debate y la aprobación de la media sanción de senadores.
El mismo diario hace unos pocos días, el domingo 17 de enero, publicó un extenso artículo en el suplemento “Enfoques” bajo el título “Generación ‘Y’: ¿jóvenes atrapados en la adolescencia?”, en el que abundaban datos y consideraciones sobre la tan mentada extensión de la etapa adolescente. La nota está enfocada hacia los adolescentes de un nivel socioeconómico medio alto y alto. Surge de la mera lectura de sus “códigos y valores” resumidos en el final de la nota, cuando sostiene que “aman viajar por el mundo, sobre todo a lugares exóticos”. En este caso, el diario refleja un fenómeno social, justificado o no, de inmadurez respecto de la asunción de responsabilidades de “los adolescentes”, grupo poblacional que extiende hasta los 25 años. Claro, respecto de los adolescentes que pertenecen a la “casta” de los lectores de La Nación.
Respecto de los “otros”, no son menores, no son adolescentes, puede y debe tratárselos como adultos. Para ello manipulan estadísticas, desinforman, y presionan a los integrantes de los poderes del Estado democrático.
Mientras tanto, se despreocupan de la iniciativa legislativa para modificar la ley de trata de personas para incrementar sus penas. Ello en cuanto advierten que la ley comienza a intentar ser aplicada, no solamente en materia de prostitución sino también respecto de la explotación laboral, particularmente por empresarios agropecuarios, hechos en los que muchas de las víctimas resultan justamente menores.
En conclusión: Para los “chicos” pertenecientes a “las clases” que representa con su opinión La Nación, la extensión de su etapa adolescente y de su irresponsabilidad. Total, ellos no serán alcanzados por el sistema penal.
Para esos “otros” que supuestamente cometen los delitos que preocupan a los “fundadores de la República”, según Elisa Carrió, falta de protección adecuada cuando resultan víctimas de delitos atroces, como el de trata de persona, y que les caiga el aparato penal del Estado en toda su magnitud cuando son imputados de la comisión de un ilícito.
* Abogado. Fiscal federal subrogante de San Nicolás y fiscal coadyuvante para las causas de DD.HH. de Campo de Mayo.
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