Las presidentas de Argentina, Cristina Fernández, y de Brasil, Dilma Rousseff, reafirmaron ayer su compromiso con la integración bilateral, mediante la firma de acuerdos, entre los que se destacó el de cooperación nuclear. Ambos países suscribieron, a través de sus organismos de investigación y desarrollo nuclear, un convenio para la construcción de reactores multipropósito con fines de investigación, en lo que constituye una alianza en el uso pacífico de este tipo de energía. La declaración fue celebrada por politólogos e investigadores que resaltaron el carácter “soberano” de la decisión.

A través de un acuerdo de cooperación entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) argentina, y la Comissão Nacional de Energia Nuclear (CNEN), de Brasil, se proyectó el diseño y la construcción de dos reactores nucleares multipropósito con fines de investigación. En la declaración final de ambas mandatarias al término de la cumbre, se destacó el “alto grado de integración” que los dos países alcanzaron en materia de cooperación nuclear bilateral, que se desarrollará en el ámbito de la Comisión Binacional de Energía Nuclear (Coben). Tanto CFK como Rousseff reiteraron que esta cooperación en materia nuclear estará “asentada en el diálogo político, en la consolidación de la confianza y en la estrecha coordinación en materia de salvaguardias”, lo que “constituye un patrimonio común irrenunciable” de la asociación estratégica entre los dos países. El proyecto contempla que los reactores tengan similares especificaciones técnicas y 30 MW de potencia, los cuales serán destinados a pruebas científicas, sin aplicaciones militares.

El convenio fue recibido con optimismo por parte de analistas políticos e investigadores, que hace un mes subrayaron el imperativo de que ambos países tuvieran acuerdos sustentables en esta materia. “Es excelente profundizar el camino de la colaboración científica y tecnológica para potenciar la capacidad de ambos países”, apuntó el docente e investigador Ricardo Aronskind. “Argentina y Brasil dieron un paso adelante cualitativo en el carácter político de la integración”, agregó el politólogo Edgardo Mocca. En ese sentido, subrayó que “con este acuerdo, se comprometen cuestiones de fondo: Brasil está eligiendo el fortalecimiento político de la región, en lugar de como proponían algunos sectores de ese país, una apertura privilegiada sólo con Estados Unidos”. “Esto es volver a los mejores objetivos de la integración, no favorecer a multinacionales sino mejorar las capacidades nacionales y regionales”, destacó Aronskind. “Hay muchas áreas de cooperación científica y tecnológica en las que se pueden detectar debilidades o capacidades y buscar una complementación”, dijo el investigador de la UBA, sobre los pasos que deberán adoptar las naciones para profundizar el proceso.

“Todo lo que se haga en términos de cooperación entre Brasil y Argentina es decisivo para la región. Nunca se debió dejar la decisión soberana de desarrollar la energía nuclear de forma pacífica”, evaluó el analista político Luis Tonelli. “Cada uno de los dos países tienen de su lado un recurso necesario, pero no suficiente. Argentina avanza en términos tecnológicos, y Brasil es una potencia con capacidad económica: juntas pueden hacer una excelente sinergia”, concluyó el director de la carrera de Ciencias Políticas de la UBA. En ese contexto, el consultor en temas energéticos Víctor Bronstein indicó a Página/12 que el acuerdo “pone de manifiesto que la integración energética es la columna vertebral de una integración regional. La energía atómica va a ser importante en los próximos años porque desde el punto de vista ambiental no produce efecto invernadero, y se han alcanzado niveles tecnológicos que hacen segura su explotación”, dijo el consultor. El convenio “marca un nivel de confianza entre los dos países, que en los ’70 era un punto de conflicto y competencia”. Este acuerdo “le permite a la región tener autonomía y capacidad soberana para su uso”, concluyó Bronstein.

Informe: Gabriel Morini.