EL PAíS › EL FUTBOL COMO ARMA SECRETA
Aunque en 1989, según el recaudador de la campaña que lo llevaría a la presidencia, Menem recibió dinero libio, un cable de Wikileaks revela que en 1995 sólo quiso hablar de fútbol con el hijo de Khadafi.
› Por Santiago O’Donnell
Alguna vez Muammar Khadafi anduvo en problemas menores y mandó a su hijo futbolista a pedirle a Carlos Menem que le diera una mano. Menem recibió a Khadafi junior en la quinta de Olivos en julio de 1995 y, para usar la expresión de Felipe Solá, practicó el arte de hacerse el boludo. Al final, el hijo del dictador libio se fue de Argentina con las manos vacías. Al menos ésa es la historia que relata un cable diplomático estadounidense filtrado por Wikileaks, al que tuvo acceso Página/12.
El cable tiene un curioso recorrido. Fue escrito en la embajada de Buenos Aires y enviado al Departamento de Estado en Washington, pero con copia a varios puestos militares en distintas ciudades del mundo, además de Comando Sur del ejército estadounidense, que entonces estaba basado en Quarry Heights, Panamá. El despacho, caratulado “confidencial”, un nivel de reserva intermedio, está firmado por el entonces encargado de negocios de la sede diplomática, Ronald Godard.
Cuando Godard mandó el despacho, Libia venía soportando hacía tres años sanciones durísimas impuestas por Naciones Unidas, debido a que el gobierno de Khadafi se negaba a extraditar a dos ciudadanos libios acusados de derribar un vuelo de PanAm en Lockerbie, Escocia, y matar a 259 personas en diciembre de 1988. Las sanciones se empezaron a levantar a partir de 1999, cuando Khadafi accedió a extraditar a los sospechosos, y sobre todo desde el 2003, cuando el Estado libio admitió su responsabilidad y accedió a pagarles diez millones de dólares a cada víctima.
Pero en 1995, cuando Al Saadi, tercer hijo de Muammar, visitó la Argentina, Libia estaba sujeto a un embargo que incluía tráfico aéreo, compra de armas, compra de equipos petroleros y el congelamiento de los depósitos libios en bancos extranjeros.
Menem, por su parte, ya había enviado dos naves argentinas a la guerra del Golfo, en 1991, y estaba desmantelando el proyecto del misil Cóndor, un año después. El máximo dirigente libio y Menem habían tenido una relación estrecha. Según Mario Rotundo, recaudador de la campaña presidencial de Menem de 1989, Khadafi había aportado fondos a la campaña del riojano.
Siete años más tarde, anoticiados de la llegada del joven libio, la embajada pensó que había sido enviado por su padre para intentar que Menem rompiera el boicot. “Alsadi, el hijo de 25 años de Muammar Khadafi (en realidad, tenía 23), junto con una comitiva de cinco o seis funcionarios libios no identificados, llegaron a la Argentina a fines de la semana pasada y fueron recibidos por el presidente Menem en la residencia de Olivos el 24 de julio. Funcionarios del gobierno de Argentina destacaron que la reunión fue estrictamente privada. Pese a la especulación de la prensa de un acercamiento en la relación de Argentina con el Estado pariah, el joven Khadafi dijo poco o nada importante durante los veinticinco minutos que compartió con el jefe de Estado argentino; la mayoría del tiempo que pasaron juntos lo dedicaron a charlar sobre el mundo del deporte”, arranca el cable.
El “Alsadi” al que se refiere el cable no sería otro que Al Saadi Khadafi, hoy coronel del ejército libio, quien cinco años después de visitar la Argentina, a la edad de 27, decidió cumplir su sueño de convertirse en futbolista profesional. Debutó en el 2000 en un club de Libia del cual era presidente, mientras también dirigía la asociación de fútbol libia, contrató a Bilardo como seleccionador, a Maradona como asesor y a Ben Johnson como personal trainer. Jugó trece partidos con su selección, incluyendo una derrota por 3 a 1 en Trípoli contra la Argentina de Bielsa en el 2003. Ese año Al Saadi vio cumplido su sueño de pasar al calcio italiano al sumarse al Perugia, pero no pudo debutar por un doping de nandrolona. Al año siguiente pasó al Udinese, donde jugó un partido. En el 2007 pasó a la Sampdoria, pero no llegó a jugar con el primer equipo.
Para el diplomático estadounidense que escribió el cable, el hecho de que en la reunión se haya hablado casi exclusivamente de fútbol es atribuible a la habilidad política de Menem.
“En una reunión que duró menos de media hora, el presidente Menem recibió en la residencia oficial al hijo del líder libio Muammar Khadafi, Alsadi Muammar Khadafi, que está en una ‘visita privada’ a la Argentina. Ostensiblemente aquí para discutir comercio bilateral, el hijo de Khadafi siguió seis meses más tarde una fracasada misión de un enviado de Khadafi que buscaba apoyo argentino para aflojar las sanciones a Libia impuestas por las Naciones Unidas”, continúa el despacho. Pero Menem estaba más interesado en hablar de fútbol que de comercio, dice el cable.
“Como informó la prensa local, la breve audiencia produjo los mismos pobres resultados de la visita de enero. El interés de Menem por el deporte y la discusión del fútbol internacional –y quizá un deseo de evitar demasiada sustancia– aparentemente acapararon la mayoría de la conversación. El vicecanciller (Fernando) Petrella y el agregado comercial libio también asistieron a la reunión.”
A continuación, el cable detalla los esfuerzos de la embajada para asegurarse de que Menem y el hijo de Khadafi no habían hablado de nada importante.
“El agregado político llamó a José Luis Mignini, subdirector para Africa del norte de la Cancillería, para tener un informe de la reunión y preguntar sobre la actual relación entre Argentina y Libia. Mignini dijo que no sabía mucho de la reunión porque Petrella no había divulgado detalles de la reunión, pero creía que la prensa había captado la esencia de la reunión, ya que no se anticipaba ningún cambio de la posición argentina con respecto al estatus de Libia en la comunidad mundial. En otra conversación la jefa de gabinete de Petrella, Ana María Ramírez, confirmó que la conversación se centró en temas protocolares. Esta es la primera visita del hijo de Khadafi a la Argentina, según Ramírez, y no trajo ningún mensaje de su gobierno. Confirmó que los deportes dominaron la conversación.”
A modo de conclusión, el autor del cable destaca el alto grado de cholulismo de Menem, dando a entender que Mick Jagger y el hijo de Khadafi le producen la misma fascinación: “A pesar del ruido de la prensa –un diario describió la reunión como la continuación de la visita de Menem a Siria (en noviembre de 1994) para mejorar la relación con los países árabes tras la participación argentina en la guerra del Golfo– muy poco parece haber cambiado tras la visita de Khadafi. El compromiso argentino con las sanciones a Libia parece firme, aun cuando el presidente Menem también parece incapaz de resistir encuentros con ‘celebridades’, desde Los Rolling Stones hasta el hijo de Khadafi”.
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