EL PAíS › LO INTERPELARON EN EL ALTAR
› Por Laura Vales
“Alerta vecino” decían los volantes que, el domingo pasado, militantes de la JP Evita repartieron en la iglesia María Inmaculada de la diócesis de San Martín cuando el cura Alberto Angel Zanchetta, desde el altar, se disponía a terminar la misa dando su bendición a los presentes. No pudo hacerlo. Ante el escrache de los chicos, aguantó lo que pudo y finalmente hizo mutis por el foro. Ex capitán de fragata, Zanchetta fue durante la dictadura uno de los capellanes de la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se ocupaba de contener espiritualmente a los marinos que volvían de tirar secuestrados al mar.
Zanchetta había desembarcado a principios de marzo en esa parroquia del conurbano, donde lo mandaron con bajo perfil, para ocuparse sólo de hacer tareas administrativas. Cobijado por el obispo de San Martín y Tres de Febrero, Guillermo Rodríguez-Melgarejo, el cura sin embargo pronto se dio el gusto de subir al púlpito. Dio una primera misa el domingo 6 y a la semana siguiente comenzó a querer dar órdenes a la gente que participa en el trabajo social de esa parroquia.
“Se daba ínfulas. Empezó a preguntar quién se ocupaba a de esto y de lo otro, pero no con la actitud de un cura que viene a hablar tranquilamente con la gente. Se le notaban las insignias arriba del hombro”, definió a Página/12 una de las laicas del lugar. Así llamó la atención, googlearon su nombre y encontraron los antecedentes. La noticia corrió rápido.
Según varios testimonios, Zanchetta repitió ante la gente de la parroquia en una reunión de la Pastoral (cuando se reúnen los integrantes de Caritas y otras ramas del trabajo laico con el cura párroco) los dos argumentos que sostiene cada vez que es cuestionado. El primero es que “todo lo que se dice” sobre él “es mentira”. El segundo, que le “faltan pocos años” para jubilarse; “hasta entonces tengo que tener una actividad”.
Los de JP Evita imprimieron volantes con la historia de Zanchetta y el domingo fueron a la misa de 11. Tal como lo esperaban, el cura estaba otra vez encargado de realizar el oficio. Los chicos se distribuyeron en la nave y escucharon buena parte del oficio antes de escracharlo. “En el sermón, dijo que Dios era como una empresa”, contó Carolina Bordón, que aun conociendo los antecedentes del personaje quedó impactada por lo burdo del estilo. “Además, como parte de la homilía preguntó a los que estábamos escuchando si creíamos que las elecciones en Chubut o el Ministerio de Economía nos iban a cambiar la vida, como para marcar que hay que prestar atención a la fe y no a la política.”
Cuando el cura terminó de dar de comulgar, largaron el escrache. Uno de los chicos se paró: “Vecinos, queremos contarles que esta persona que está dando la misa estuvo en la ESMA durante la dictadura”, dijo, mientras los compañeros repartían los volantes en los que se advertía que “en la iglesia de su barrio da misa un asesino”.
La denuncia ayudó a que la novedad circulara. En la comunidad ya había habido movimientos internos. La parroquia tiene una escuela primaria y el día anterior las madres de los chicos que van a catequesis los retiraron de la misa del sábado y anticiparon que no los harían tomar la primera comunión si era Zanchetta el encargado de realizar el oficio religioso. Y el domingo a la tarde, después del escrache, un grupo de la pastoral social fue a hablar con el obispo y le exigió que sacara a Zanchetta de la parroquia. Se fueron de la reunión con ese compromiso de parte de Rodríguez-Melgarejo y desde entonces Zanchetta dejó de ser visto en el lugar. Sin embargo, todo indica que sigue cumpliendo funciones en la parroquia de Caseros, para la escuela Nuestra Señora de las Mercedes.
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