EL PAíS › OPINIóN
› Por Martín Granovsky
Katherine Bigelow está obsesionada con el tema. El año pasado ganó el Oscar a la mejor película y a la mejor dirección con Vivir al límite, ambientada entre los explosivos de la guerra de Irak. Entonada, la californiana quiere filmar otra de bombas. La protagonizaría Tom Hanks y el escenario sería, esta vez, la Triple Frontera, ese punto misterioso que conecta al mismo tiempo a la Argentina, Paraguay y Brasil.
El cine, como toda ficción, puede darse los derechos que quiera. Y los espectadores se darán luego el derecho de opinar. El problema no surge cuando el arte imita a la realidad sino, como diría Oscar Wilde, cuando la realidad imita al arte.
Al revisar los cables de Wikileaks, la Triple Frontera aparece como una de las grandes preocupaciones de la diplomacia y la inteligencia de los Estados Unidos. El temor está centrado no tanto en la argentina Puerto Iguazú y la brasileña Foz do Iguaçú, sino en la paraguaya Ciudad del Este, la antigua Puerto Stroessner. El estereotipo suma factores. Un factor es que hay contrabandistas. Otro factor es la existencia de una gran comunidad de origen palestino. Los dos datos son ciertos. A partir de estas premisas verdaderas, la falacia convertirá luego a las coincidencias en causas. O sea: la presencia de una comunidad árabe sería un hecho suficiente para suponer peligrosidad, a tal punto que, en esta visión, la Triple Frontera sería una de las patas internacionales de Al Qaida. ¿Puede ser? Todo es posible. Aunque, con el mismo criterio, también sería un centro internacional de Al Qaida la ciudad alemana de Hamburgo, porque allí funcionó la célula dormida del egipcio Mohamed El Amir Awad Al Sajjid Atta, que terminó atacando Nueva York.
¿Algo posible es algo seguro? Por prevención, la Argentina, Paraguay y Brasil resolvieron prestarle atención especial a las tres ciudades, sobre todo después del atentado a la AMIA de 1994 y el atentado a las Torres Gemelas del 2001. Wikileaks revela que cada país realiza intercambio de datos de inteligencia de manera bilateral con los Estados Unidos. En términos diplomáticos, los tres vecinos acordaron con Washington la formación del Tres Más Uno, un foro de discusión de políticas públicas.
En el Tres Más Uno suele repetirse un estado de tensión. Por un lado, los delegados norteamericanos parten de la base de que el terrorismo efectivamente existe y que, por eso, la cooperación en seguridad debe ser global y no bilateral. Por otro, los tres países sudamericanos admiten la observación preventiva pero no la demonización de la zona. Una película de ficción tiene derecho a imaginar el reino del demonio. Un país serio debe verificarlo.
Para poner la zona en un contexto más amplio la delegación argentina ante el Parlamento del Mercosur, una de las instituciones en formación, organizó el Primer Foro de Legisladores de la Triple Frontera, que arranca hoy en Puerto Iguazú. Convocados por la diputada argentina Julia Perié abrirán las sesiones, entre otros, la ministra de Seguridad Nilda Garré, el subsecretario de la Cancillería José Vitar, el secretario de Comunicación Pública Juan Manuel Abal Medina, el coordinador de la Unidad Presidenta Rafael Follonier y el presidente del Parlamento del Mercosur, Florisvaldo Fier, un médico del PT que actúa en política con el nombre de Doctor Rosinha.
Perié organizó el Foro para discutir integración y recursos naturales. Dijo a Página/12 que la relación entre los tres países (junto con Uruguay son los miembros plenos del Mercosur) excede en mucho la dimensión del misterio y los fantasmas.
No es lo mismo vivir al límite que vivir en el límite. Unos pocos se dedican, quizás, a lo primero. Millones de paraguayos, brasileños y argentinos hacen, todos los días, lo segundo.
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