Vie 29.04.2011

EL PAíS  › OPINION

Conveniencia mutua

› Por Martín Granovsky

Los buscadores de consenso suelen tener un límite en la Confederación General del Trabajo. Habitualmente el límite aparece con nombre y apellido: “Hace falta una política de Estado, pero Hugo Moyano debe quedar afuera”. La lectura profunda de esa frase tiene un efecto absurdo. Se trataría de un acuerdo mayoritario contra la CGT, lo cual además de injusto es inconveniente. Injusto porque quedarían fuera de todo acuerdo los representantes de los trabajadores formales sindicalizados. Inconveniente, por el mismo motivo.

Esa idea estereotipada del consenso termina siendo excluyente. Y, al ser excluyente, no sólo es irreal. También se convierte en un contrasentido incluso para quienes cuestionen o la forma de representación o a una parte de los dirigentes. ¿Acaso piensan que la renovación sería mayor dejando fuera de juego, mágicamente, a la conducción actual de la CGT?

Desde el punto de vista del espacio oficialista, el cuadro es todavía más práctico. Al margen de los estilos personales, el núcleo del kirchnerismo necesita de la estructura de la CGT y viceversa. La CGT –tanto a nivel de sus bases sociales como a nivel de su dirigencia– es la principal estructura que la conducción oficialista ejercida por Cristina Fernández de Kirchner tiene a mano fuera de la estructura del propio Estado.

Es natural que de aquí a la formación de listas haya zonas de ripio. Sobre todo en las candidaturas legislativas es un arte difícil conformar al mismo tiempo a los dirigentes sindicales, a los movimientos sociales, a los intendentes del conurbano (que nadie seriamente debería considerar un bloque homogéneo), a los sectores juveniles de la nueva militancia, a los aliados de centroizquierda y a los cuadros veteranos.

También continuará el intercambio de mensajes entre el Gobierno y la CGT sobre el nivel de conflictividad social deseable y posible. Sin embargo, otra vez, suena irreal imaginar un escenario de confrontación que exceda el marco de una sociedad política. Los socios pueden discutir y tensar la cuerda, pero su lectura de la relación de fuerzas y del tablero electoral sirve de alerta para intuir cuándo esa cuerda puede romperse y evitarlo antes. Por eso, la Presidenta y Moyano acostumbran, en sus discursos, ser nítidos en sus coincidencias y más ambiguos en sus diferencias. Expresan sus acuerdos, como probablemente lo haga Moyano hoy mismo cuando aluda a la industrialización, el crecimiento y la distribución de la renta. Sugieren, sin decirlo con todas las letras, sus matices. Esa combinación de nitidez y ambigüedad es la forma de evitar peleas entre sectores que forman la alianza primaria del oficialismo.

La conveniencia mutua, en política, normalmente genera las alianzas más sólidas. Por eso, que hoy no llueva en la 9 de Julio y el acto sea masivo les conviene, a la vez, a Cristina y a Moyano.

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