Oficialmente las conversaciones no existen, pero que las hay, las hay. Por ahora son informales y en ellas el tema principal es la designación de la persona que integrará la fórmula presidencial del ARI que encabeza Elisa Carrió. Por estos días el nombre que más suena es el del diputado demócrata por Mendoza, Gustavo Gutiérrez. Ni uno ni otro quiere dar cuenta de la especie y se limitan a decir que entre ellos hay “una profunda amistad” y “grandes coincidencias políticas”. Sin embargo, fuentes del bloque que conduce Carrió señalaron a Página/12 que el mendocino cuenta con las mejores posibilidades.
La posible presencia del mendocino como posible integrante de la fórmula es un tema de vieja data. Cuando los socialistas todavía eran aliados del ARI y presionaban para designar al candidato a vice, algunos ya pensaban en Gutiérrez. Según la explicación que se repite entre los seguidores de la chaqueña, el diputado demócrata le permitiría a Carrió llegar a sectores de centro que no terminan de comulgar con ella por considerarla demasiado “imprevisible”.
Convencida de que la experiencia de la Alianza, con Carlos “Chacho” Alvarez disputando protagonismo y poder con Fernando de la Rúa, fue un fracaso, Carrió sostiene también que su vicepresidente debía ser un hombre de perfil más moderado que no competir con su liderazgo. Gutiérrez, a todas luces, cumple con los requisitos.
Al mendocino la idea no le disgusta, todo lo contrario. Siente que es un reto que le resulta difícil de evitar. De todas formas prefiere no decir nada, hace largos silencios cuando se lo consulta y, cuando puede, se va por las ramas. Es que le quedan por resolver al menos dos problemas antes de dar un sí o un no a su amiga Carrió: la relación con su partido y la reacción de su familia.
Gutiérrez tiene el problema de que su partido, el Demócrata, ya anunció el apoyo al también ex radical, Ricardo Hipólito López Murphy, como parte del grupo de fuerzas provinciales que decidieron respaldar al ex ministro de Economía. Es obvio que una aceptación al convite del ARI significaría el fin de su relación con el partido que lo llevó a la banca de diputado y que lo respaldó durante su investigación en torno del lavado de dinero. Sin embargo, y más allá de las buenas relaciones que tenga con los demócratas de su provincia, la ruptura le puede llegar a resultar más fácil de lo que supone. Es que con Carrió encontró coincidencias que superaron lo estrictamente ideológico entre un liberal como él y la chaqueña, que cultiva un perfil más de centroizquierda. Coincidencias que se gestaron cuando ambos realizaron la investigación sobre el lavado de dinero durante la gestión menemista y que derivó en una comisión investigadora que produjo un informe que, con el correr del tiempo, fue confirmando lo que allí habían escrito.
El mayor escollo para el mendocino está en la órbita familiar. Desde que Gutiérrez comenzó a investigar y denunciar las maniobras del banquero menemista Raúl Moneta en su provincia y luego con el manejo de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), el legislador fue víctima de una serie de amenazas. Por esta situación, su casa tiene la custodia de la Policía Federal cada vez que Gutiérrez se encuentra en Buenos Aires. El miércoles 5 de febrero pasado, las amenazas se convirtieron en realidad. Ese día, dos personas se acercaron hasta su vivienda y desenfundaron sendas pistolas. El custodio, vestido de civil, advirtió lo que sucedía e intentó detenerlos. No tuvo suerte, dos disparos lo dejaron tendido en el suelo para que luego uno de los atacantes lo golpeara con furia en la cabeza. Inmediatamente, los atacantes dispararon contra la vivienda donde se encontraba la esposa de Gutiérrez y sus hijos. Ninguno sufrió heridas, en cambio el policía todavía continúa internado. Allí reside uno de los principales problemas para el sí de Gutiérrez.