Jue 20.02.2003

EL PAíS  › LA INVESTIGACION SOBRE EL SUPUESTO COMPLOT CONTRA DE LA RUA

Un embajador que no recuerda nada

En su declaración ante el juez Oyarbide, el ex embajador en Washington Guillermo González dijo no “recordar” si participó de una cena donde Duhalde habría anticipado que reemplazaría a De la Rúa.

› Por Adriana Meyer

Podría haberlo concretado por escrito, pero prefirió dejar la embajada argentina en Berna por unos días para declarar en forma personal en la causa sobre el presunto complot que habría derrocado a Fernando de la Rúa. El juez federal Norberto Oyarbide le preguntó al embajador en Suiza Guillermo González si había participado de una cena en Washington, en agosto de 2001, en la que el presidente Eduardo Duhalde anticipó que ocuparía la Casa Rosada antes que De la Rúa terminara su mandato. El diplomático aseguró que “no recordaba” haber participado de tal encuentro y negó haber escuchado esa frase, ni siquiera referida por terceros. También negó haber recibido instrucciones del ex presidente radical para identificar grupos o reuniones en Washington, su anterior destino diplomático, que habrían propiciado la desestabilización del peso. “Mi deber era tratar de convencer de que cumpliríamos la palabra y mantendríamos la paridad cambiaria”, recordó ante Página/12. Sin embargo, en noviembre de 2001, apenas había concluido una disertación en la Universidad de Southern California, un economista que estaba entre el público lo puso en aprietos mostrándole billetes de patacones.
Nicolás Gallo, ex secretario general de la Presidencia, había afirmado que la preocupación del anterior gobierno era detectar versiones o movimientos en Estados Unidos tendientes a alentar la devaluación. “En términos académicos se hablaba de eso, lo cual no implica que hayamos detectado un complot contra la moneda”, explicó el diplomático.
La idea de interrogar a González como testigo surgió de los hechos mencionados en el libro del Miguel Bonasso El palacio y la calle, sobre la caída del gobierno aliancista. El periodista relató que en agosto de 2001 el ex presidente recibió “una información inquietante que mantuvo en secreto: en una cena celebrada en esos días en Washington Eduardo Duhalde había dicho que ‘sería presidente de la Argentina’. Y no como consecuencia de un normal relevo del poder en el 2003 sino antes, merced a una catástrofe institucional”. Bonasso refiere que la cena fue en la mansión del lobbista nicaragüense Francisco Aguirre y habrían asistido el entonces embajador argentino en Estados Unidos, Guillermo González, y el jefe de la SIDE durante el gobierno menemista Hugo Anzorreguy. Una vez que el periodista ratificó ante el juez lo que había escrito en el libro, fue convocado De la Rúa y confirmó todo. Explicó que el relato le llegó a través de Gallo, quien a su vez lo habría escuchado de boca de Anzorreguy. Gallo aseguró que la frase puede haber existido pero no le consta que haya sido pronunciada en esa cena, mientras que Anzorreguy negó haber sido el mensajero de las ansias de poder del actual presidente. Se imponía la necesidad de consultar también con González, presunto comensal de la comida del nicaragüense.
Según consta en la declaración que prestó ayer, el diplomático no tiene “el más mínimo recuerdo de haber estado presente en esa reunión”, aunque admitió conocer a Aguirre desde la década del ‘70. González aseguró haber participado de otro encuentro ocurrido el 12 de agosto, al que concurrieron Duhalde y el ex ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, además del ex embajador Terence Todman, pero insistió en que en esa oportunidad el Presidente “no dijo nada de lo que se le atribuye”. Entre tantos dichos y desmentidas hubo que buscar precisiones: “¿Duhalde dijo que iba a ser presidente antes del fin de 2001?”. La respuesta, una vez más, fue negativa. “Si alguien lo hubiera dicho mi obligación hubiera sido intervenir e informar al gobierno que representaba”, agregó.
Ante la sorpresa del juez, González mostró recortes periodísticos en los que Duhalde se manifestaba contra los devaluadores, tal como lo había hecho públicamente durante su paso por Washington. “Todos, incluso él como opositor, estábamos tratando de insuflar confianza en el país”, enfatizó el diplomático ante este diario, desestimando las presuntas conspiracionesque el juzgado busca en los think tank norteamericanos. Claro, los investigadores intentan reproducir conversaciones reservadas más que declamaciones públicas.

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