EL PAíS
› SE FUE UN FUNCIONARIO DE INTERIOR POR DIFERENCIAS CON KIRCHNER
Una cabeza menemista en la bandeja
Kirchner vivió con satisfacción la caída de Puricelli, el comprovinciano que siempre lo enfrentó. Sigue la bronca con Toma y Matzkin.
› Por Diego Schurman
Néstor Kirchner lo festejó como un triunfo. Y no podía ser de otra manera: la renuncia del menemista Arturo Puricelli a su cargo del Ministerio del Interior se produjo poco después de que el candidato oficial acusara al titular de esa cartera, Jorge Matzkin, y al de la Side, Miguel Angel Toma, de conspirar en su contra. El propio Puricelli admitió la existencia de esa interna en su discurso de despedida. “Me voy porque no quiero entorpecer la gestión de Duhalde. Y mis diferencias con el candidato elegido por el gobierno han sido y son irreconciliables”, afirmó.
Kirchner mantiene una vieja inquina con Puricelli. No por su desempeño en la Secretaría de Relaciones con las Provincias, cargo que dejará formalmente a fin de mes, sino por su pasado menemista.
Puricelli fue gobernador de Santa Cruz, luego diputado y finalmente plurifuncionario de Carlos Menem. Su “obra” más recordada fue la privatización del Correo Argentino, que quedó en manos del grupo Macri.
En Río Gallegos lo recuerdan por las maniobras para restarle chances electorales a Kirchner. Entre ellas, la creación de un partido propio que hasta Menem debió repudiar a la luz del fracaso en las urnas.
“Hay un tiempo para quedarse y otro para dar un paso al costado. Yo tengo diferencias con la administración Kirchner y ninguna razón me lleva a superarlas”, dijo ayer Puricelli a la hora del adiós. Su dimisión aparece ahora como resultado de la “guerra fría” que el candidato presidencial mantiene con Matzkin y Toma, a quienes no deja de considerar el “ala menemista” del Gobierno.
Kirchner nunca esgrimió públicamente sus diferencias con esos funcionarios. Pero evitó cabildeos a la hora de hacérselo saber en privado al presidente Eduardo Duhalde.
La versión más diplomática de aquel diálogo fue la siguiente:
–Tengo las pelotas en el suelo por Toma y Matzkin –vociferó Kirchner en el momento culminante.
–Quedate tranquilo, yo me encargo –buscó atemperar Duhalde.
–Hacé algo con ellos –siguió el santacruceño.
El pedido de Kirchner apuntaba a neutralizar los movimientos del ministro y el secretario de Inteligencia. A los dos los acusó de propalar encuestas que mostraban una ventaja, cuanto menos llamativa, de Carlos Menem sobre el resto de los candidatos.
Los sondeos de la Side hacen trepar al ex presidente a casi el 30 por ciento de las adhesiones de la gente. La que dejó correr Matzkin, y que llegó a manos de todo el Gobierno, pertenece a Hugo Haime, y muestra a Menem triunfante por mucho más del 30 por ciento, según algunas proyecciones.
La gran mayoría de las encuestas que circulan por estos días difieren sobre quién está primero. Pero coinciden en los integrantes del pelotón con posibilidades de ganar: Kirchner, Menem, Adolfo Rodríguez Saá y Elisa Carrió. De hecho, uno de los más fieles acompañantes del santacruceño garabateaba ayer en un papel unos números que reconocían esa paridad, aunque mostraban un despegue de Kirchner al sondear el destino posible de los votos de los indecisos. Y además daban por hecho un respaldo en lo inmediato del gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, con quien el santacruceño se reunió en privado la última semana.
“Acá el gobierno está plenamente con nosotros y maneja los mismos porcentajes que nosotros. Los que viven otra realidad son Matzkin y Toma”, fue tajante el hombre de Kirchner. La alusión al titular de la Side no se limitó a las encuestas. También lo acusó de haber ejercido sus influencias para el nombramiento del hijo de la jueza María Romilda Servini de Cubría en el Ministerio del Interior.
Kirchner no dejó de atacar en las últimas semanas a la magistrada, a quien asoció con el menemismo. Servini de Cubría adquirió protagonismo yaque su juzgado, por pertenecer al fuero electoral, tuvo que dirimir en la interna del PJ.
Toma no es un enemigo inventado por Kirchner. Sobran los funcionarios de Casa Rosada que reproducen con lujo de detalles cómo el titular de la Side se ríe y se burla del candidato oficial. Y no sólo de sus chances electorales sino también de su estilo y sus dotes discursivas.
Ese grado de enemistad también habría modificado la terna de aspirantes a ocupar la candidatura a vicepresidente. Concretamente: Daniel Scioli ya no estaría entre los elegidos por Kirchner. El secretario de Turismo y Deporte lanzó anteayer su candidatura a jefe de Gobierno porteño en representación de una lista armada por el “tomismo”, y que lleva al propio Toma como candidato a presidente del PJ en el distrito.
Los aspirantes al puesto quedarían reducidos a los ministros Roberto Lavagna, de Economía, y Juan José Alvarez, de Justicia, y al intendente de La Plata, Julio Alak. De ellos, Lavagna parece sacar cierta ventaja. Al menos así surge del diálogo que mantuvo con Kirchner en su departamento porteño.
–¿Vos cómo te ves en un eventual gobierno mío? –le preguntó el santacruceño.
–En cualquier puesto menos en el Ministerio de Economía –le contestó, dispuesto.