Mar 14.06.2011

EL PAíS  › OPINIóN

Un lío menos

› Por Martín Granovsky

Los comunicados diplomáticos son eso –diplomáticos–, pero se equivoca quien crea que están hechos para no decir nada.

La Argentina devolvió a los Estados Unidos el material de comunicaciones incautado hace cuatro meses. Un párrafo del comunicado de la embajada norteamericana dice que “el incidente que involucró la retención de materiales propiedad del gobierno de los Estados Unidos, relacionado con una actividad de entrenamiento conjunta previamente planeada y aprobada, que por fallas administrativas involuntarias debieron ser incautados, se ha resuelto satisfactoriamente”.

O sea que, según la embajada:

n Los Estados Unidos no actuaron en cualquier contexto, sino dentro de una actividad que tenía conocimiento y acuerdo del gobierno argentino.

n Washington cometió fallas administrativas, una alusión evidente a la carencia de declaración aduanera previa de ese material, o incluso a que la famosa valija no entrase a la Argentina por los carriles diplomáticos intangibles.

n Los materiales “debieron” ser incautados, es decir que la requisa argentina no violó las normas comunes y en cambio los Estados Unidos sí las violaron. Si los materiales “debieron” ser incautados es porque algo falló antes.

El texto es una indicación clara de que un tema que pudo haberse convertido en motivo de crisis permanente, porque hasta el propio Barack Obama lo había mencionado, quedó fuera del tablero. Cada Estado lo dejará marcado en sus archivos y en la caracterización del otro, pero ya la valija no será tema de una eventual reunión entre la Presidenta y Obama ni de un encuentro entre el canciller Héctor Timerman y su colega Hillary Clinton.

La negociación discreta entre los Estados Unidos y la Argentina es coherente con el último hecho de cooperación entre ambos países, que fue el lanzamiento del satélite SAC-D en una base de la NASA, la agencia norteamericana de actividades espaciales. La NASA tiene fines civiles, pero es ingenuo ignorar su relación con el complejo militar, industrial e informático de los Estados Unidos.

Tanto la devolución de la valija como la cooperación entre el lanzador estadounidense y el satélite argentino tienen una lectura inmediata: los dos países optaron por no confrontar, o por no confrontar de más en un tema que, de hecho, y a juzgar por sus resultados, consideran menor.

Leído desde la Argentina, el desmantelamiento del conflicto, supone varias cosas. La primera, que el Gobierno no quiso dar signos de antinorteamericanismo abstracto o ideológico. La segunda, que la Argentina no busca una disputa con Washington en el terreno militar. Una valija está en los arrabales del área de defensa de los Estados Unidos, pero está. O estaba. No está más. La tercera, que no cedió a una tentación que los cables de Wikileaks suelen señalar como un peligro constante: tensar más todavía la soga de la relación bilateral pensando que la opinión pública argentina es más bien antinorteamericana y la tensión, quizás, traiga votos.

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