EL PAíS › OPINION
› Por Guillermo Levy, José Glinski,
Liora Gomel y Uriel Erlich *
El rabino Sergio Bergman –en la edición del 6 de julio de Página/12– expresó manifestaciones en las que nos catalogó de “Blogueros K. Tengo los nombres y apellidos”; se preguntó “¿Por qué no salen de la comunidad y discutimos esto en la política nacional? No tienen que utilizar la idea ‘progre’ de una izquierda intelectual judía, que trabaja para el Gobierno”; y calificó al blog como una “cobardía”.
Ante estas declaraciones, desde el espacio político Judíos por la Profundización Democrática, al que pertenecemos, queremos realizar algunas aclaraciones.
Los argentinos judíos tuvimos siempre gran participación en todos los ámbitos de la vida nacional. La contribución es amplia en materia social, cultural y política, casi siempre desde el progresismo y la defensa del campo popular. Los movimientos sociales de izquierda y las agrupaciones de obreros de principios de siglo se nutrieron de inmigrantes e hijos de inmigrantes judíos. La militancia política y revolucionaria de los ’60 y los ’70 tuvo en sus más diversas expresiones una gran cantidad de judíos en sus filas, tal como lo atestiguan los más de 2000 desaparecidos judíos. El Movimiento Judío por los Derechos Humanos, a principios de los ’80, también fue parte de esa gran red que encabezaron los organismos de derechos humanos e impulsó a una generación a renacer a la política después del terror genocida.
La dictadura militar y luego el menemismo reconfiguraron la estructura de la sociedad argentina en general y de la comunidad judía en particular. Consecuentemente se fue fortaleciendo una identidad judía clasista, indiferente a cualquier legado humanista y cada vez más consustanciada con el neoliberalismo, que tiene hoy en el PRO a su nuevo emergente.
Sergio Bergman nos pide que salgamos de la comunidad para hacer política, se presenta como rabino y dice pertenecer al espacio Memoria Activa - Línea Fundadora. Sabe muy bien que la política nacional y la comunitaria no son compartimentos estancos sino, más bien, espacios en constante interacción que se resignifican mutuamente. En sus acciones cotidianas, Bergman hace política comunitaria y hace política nacional. La hace junto a personajes como Neustadt, a quien acompañó y prologó su libro; personajes como los Duhalde, los Alberto Kohan y más recientemente apoyando candidaturas como la de Alfredo Olmedo. En sus intervenciones políticas, participa con Blumberg pidiendo mano dura; acepta ser candidato de un gobierno que puso como jefe de la Policía Metropolitana a un procesado por el encubrimiento en la causa AMIA; es parte de un espacio político que reprime a los inmigrantes de los países latinoamericanos y dice públicamente que hay que hacer “justicia completa” por la dictadura militar, en perfecta consonancia con los sectores más retrógrados de la derecha católica, encabezados por Cecilia Pando.
Bergman habla de terroristas subversivos en los ’70; términos estigmatizadores que se usaban para justificar el aniquilamiento de las víctimas por parte del Estado. “Terrorismo”, un término tan actual y funcional a los que lo usan para invadir países y apropiarse de sus recursos. Y “subversivo”, la marca para el asesinato en los ’70, que negativiza toda lucha contra el statu quo.
Bergman intenta descalificar a los miles de argentinos judíos que nos expresamos contra el uso de “lo judío” por parte de sectores que están en los antípodas de la ética y el humanismo.
Nos llama Blogueros K, no sabemos si es un insulto. Algunos tendrán su blog, otros ni sabemos hacerlo, algunos somos K, otros no. Lo que nos une es una convicción de rescatar esa tradición judía de participación y compromiso con el otro para fortalecer a los pueblos y nunca para formar parte de la mesa de los poderosos.
Dice que nos conoce y que tiene nuestros nombres. ¿Los habrá agregado a la lista de estudiantes secundarios que su jefe político marcó luego de las tomas de los colegios del año pasado? ¿Incorporará también los nombres de los miembros de Memoria Activa y de Familiares y Víctimas del Atentado a la AMIA?
Bergman expresa todo lo contrario de lo que creemos que es el legado mayoritario y más interesante de la presencia judía en nuestro país. Legado que fue dando paso a otras identidades frívolas, vacías de contenido y llenas de indiferencia y olvido que la dictadura, el menemismo y gran parte de la dirigencia comunitaria ayudaron a construir. Acá estamos, intentando reconstruir el puente con esa tradición de imbricación de lo comunitario y lo nacional, en el marco de la construcción de una sociedad más democrática y justa.
Firmamos con nombre y apellido. Bergman, tomá nota.
* Judíos por la Profundización Democrática.
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