Jue 06.03.2003

EL PAíS

Se agravó el estado de salud de Ramón Mestre

El precandidato a gobernador de Córdoba, el radical Ramón Mestre, seguía anoche internado en terapia intensiva con pronóstico reservado. El ex ministro del Interior de De la Rúa aspiraba a ser reelecto.

El ex gobernador de Córdoba y ex ministro del Interior, Ramón Mestre, permanecía internado anoche con pronóstico de “reservado a grave”. Mestre padece una “insuficiencia severa por hepatitis aguda” y presentaba, además, una “disfunción orgánica múltiple”. Su enfermedad complica la situación de la UCR en la única provincia en la que tiene expectativas de imponerse al peronismo, ya que Mestre es el principal candidato del radicalismo para pelearle la gobernación a José Manuel de la Sota (ver aparte).
El ex ministro del Interior de Fernando de la Rúa fue internado anteayer de urgencia en la clínica Romagosa de la capital cordobesa –de la que fue intendente de 1983 a 1991– y de inmediato se lo derivó a terapia intensiva dado su “severo cuadro hepático”. Los médicos que lo atienden precisaron que sufre una “insuficiencia severa por hepatitis aguda grave, sobre terreno de hepatitis crónica viral tipo C” y que su cuadro está agravado “por la presencia de dos nódulos hepáticos, uno en cada lóbulo”. El delicado estado de salud del nuevamente candidato a gobernador del radicalismo derivó ayer a la mañana en una “disfunción orgánica múltiple” y su pronóstico pasó a ser “reservado a grave”.
Al momento de ser internado, Mestre estaba preparándose para enfrentar una vez más a De la Sota, con quien perdió en 1999 en su intento por ser reelecto como gobernador de Córdoba. Después de aquella derrota, muchos lo criticaron por no haberse aliado al Frepaso, pero con la misma obstinación que lo llevó a erigirse en el más acérrimo opositor de la constitución de la Alianza el “Chancho” –como le dicen sus correligionarios– no dio el brazo a torcer: “En la sociedad se instaló la idea de que debía producirse una alternancia después de 16 años de gobierno radical”, fue su explicación del fracaso.
Tan conocido es en el radicalismo por su mote de “Chancho”, como por su malhumor, su tozudez y su fama de mandón. Los cordobeses lo tienen catalogado como “un tipo hosco, que choca y no sabe buscar consensos” y Mestre lo sabe porque además nunca hizo nada para modificar esa percepción de la gente: “Usted está diciendo que yo soy hosco, es una cuestión de actitud. Estoy acostumbrado a esa imagen que ven los demás, no puedo cambiarme la cara, no hay cirugías que hagan posible cambiarme esa imagen”, declaró a Página/12 el día que asumió como ministro del Interior de la Alianza.
De pocas palabras con la prensa, Mestre siguió siendo tal cual fue siempre el tiempo que estuvo en esa cartera. Su gestión coincidió con el último tramo de la gestión de De la Rúa y su final no pudo ser peor: todavía hoy tiene cuentas pendientes con la Justicia por la masacre que precedió a la caída del gobierno aliancista. Como ministro del Interior, Mestre era entonces el responsable de la Policía Federal y de la represión que el 20 de diciembre de 2001 se produjo en los alrededores de la Plaza de Mayo. No por nada es uno de los imputados en la causa judicial que se instruye al respecto y la jueza federal María Romilda Servini de Cubría tiene en carpeta indagarlo concretamente por los cinco homicidios cometidos aquel día.
Mestre fue designado en Interior por los servicios que le había prestado a De la Rúa como interventor de Corrientes. A esa provincia Mestre fue enviado por sus condiciones de administrador que todos los radicales dicen que Mestre tiene. “Si sabía, ni loco venía”, declaró el cordobés al llegar a Corrientes frente al descalabro que encontró. Su receta fue la misma de siempre: puso en marcha un plan de ajuste que generó la reacción de los gremios estatales. Mestre lo defendió a capa y espada y afirmó que de otra manera no era posible hacer manejable la provincia.
La misma firmeza demostró al asumir la intendencia de Córdoba. El municipio era esclavo de un contrato leonino con una empresa de recolección de residuos de los Macri y la sede comunal estaba ocupada por los empleados. Sin dudar, Mestre revocó el contrato, desalojó a los municipales y al año había inaugurado ya 33 escuelas. En la gobernación Mestre mostró la misma firmeza. Su histórico rival, Eduardo Angeloz, le entregó en 1995 una provincia caótica en la que se imponía un ajuste y lo hizo. Después se dedicó a inaugurar hospitales, una obsesión que quienes lo conocen atribuyen a su profesión de médico odontólogo. Cuatro años más tarde fue por la reelección, pero perdió con De la Sota.

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