EL PAíS › EL LíDER DEL PRO YA PIENSA EN SU ARMADO POLíTICO PARA EL 2015
La falta de una estructura política en todo el país es el principal obstáculo a su ambición de llegar a la Rosada. Por eso ya decidió que un grupo de dirigentes del PRO se ocupen de esta tarea. Algunos le reprochan que no lo haya hecho para la presidencial de este año.
› Por Werner Pertot
En 2015 es arriba o afuera. A la presidencia o a su casa. Ese es el camino que se trazó a partir de hoy Mauricio Macri, tras bajarse de la carrera presidencial de 2011 y postergar por cuatro años sus ambiciones de llegar a Balcarce 50. El principal impedimento que tiene para lograr esa resistible ascención es la falta de un armado nacional. Los macristas lo saben y (se) prometen hacer algo al respecto en estos cuatro años. En esa tarea, ya se anotaron Federico Pinedo y Gabriela Michetti. Jugarán también un rol importante los peronistas Humberto Schiavoni y Emilio Monzó. Además de la fluctuante relación con el PJ disidente, Macri tiene como escollo en su construcción la relación tormentosa que mantiene con Francisco de Narváez que es, hasta ahora, el candidato a gobernador más viable de la derecha.
El gurú Jaime Durán Barba suele relativizar el peso de los armados y las estructuras nacionales. Le preocupa más conservar la imagen de Macri en estos cuatro años que la construcción de un partido nacional, cuyo lugar en la posmodernidad que pregona el ecuatoriano es más bien un no lugar.
Otros dirigentes del PRO opinan distinto: existen voces de autocrítica (o directamente crítica) a la carencia de una estructura que le permitiera a Macri mantener su candidatura a presidente este año. El macrismo no existe en, al menos, ocho provincias, y en otra media docena tiene una participación más que testimonial. “No hubo una voluntad de construir una organización nacional”, considera el jefe del bloque PRO en Diputados, Federico Pinedo, quien se muestra cauto sobre el escenario futuro. “Macri es un posible candidato a la presidencia, pero va a tener que hacer lo necesario para llegar a ese punto de acá a cuatro años, que es una eternidad de tiempo en la política”, advierte Pinedo. “Lo que tiene que hacer sin dudas es tener una organización destinada a ese objetivo en cada uno de los pueblos de la Argentina, que vaya detrás de un proyecto nacional”, remarcó el dirigente a este diario.
Se sabe: Pinedo fue uno de los que militaron la candidatura presidencial de Macri para este año. Finalmente triunfaron los que querían que siguiera en la Ciudad, en especial el secretario general Marcos Peña. “Había gente que consideraba que no era importante y se puso el énfasis en la Ciudad”, señala Pinedo, quien con vistas al 2015 advirtió: “El PRO no es suficiente. Tiene que ser una parte de una coalición de gobierno más amplia, que Mauricio puede representar”.
En Capital, el PRO ganó todas las elecciones desde 2003, con excepción del ballottage que Macri perdió ese año contra Aníbal Ibarra. En la Ciudad, el macrismo consolidó una estructura territorial –que, en el sur y en el oeste, está basada en el peronismo porteño que conduce Cristian Ritondo– y una mayoría parlamentaria –este año sumó dos bancas a las 14 que puso en juego– que perdura en el tiempo, más allá de que tuvieron varias rupturas en estos siete años.
El periplo nacional fue casi el inverso. En 2003 no existieron como fuerza política nacional. En 2007 languidecieron con un candidato a presidente que no convencía a Macri y al que el jefe de Gobierno le retaceó su apoyo. Ricardo López Murphy sacó un magro 1,45 por ciento y esto repercutió en que el bloque del macrismo en el Congreso siga siendo una minoría con respecto a la de partidos con implantación nacional, como el radicalismo. Este año no tiene candidato a presidente, lo que obligó a una estrategia de dispersión: en siete provincias acordaron con Eduardo Duhalde y en otras tantas con Alberto Rodríguez Saá.
Jorge Macri se metió a armar el PRO en la provincia de Buenos Aires cuando no tenían nada y viene ingeniándoselas para generar un armado con bloques en el Parlamento bonaerense y en diversos Concejos Deliberantes. De todas formas, esa estructura no fue suficiente como para sostenerlo como candidato a gobernador: debió bajarse y ahora intentará ser intendente de Vicente López por la lista que encabeza Eduardo Amadeo, detrás de Duhalde. Lo mismo probará Néstor Grindetti en Lanús.
En Santa Fe, Miguel Del Sel tuvo una performance sorprendente, pero detrás no tiene un armado propio: toda la estructura partidaria pertenece al peronismo disidente, en su mayoría de cuño duhaldista. La base duhaldista parece ser un destino a conquistar si Macri quiere llegar a 2015 y no tener que volver a bajarse como hizo este año. Y en eso tallarán los dos peronistas a los que Macri les encargó el armado nacional: Schiavoni y Monzó, quienes junto a Peña y el ministro de Desarrollo Económico porteño, Francisco Cabrera, ya figuran como miembros de una “task force” dedicada a desarrollar una estructura en todo el país.
Si Schiavoni y Monzó representan la línea que más se acerca al voto peronista como plataforma para Macri, Michetti, en tanto, piensa en un armado más cercano al radicalismo y afines. La diputada dijo en diversas oportunidades que el PRO no puede ser subsumido en un “apéndice del duhaldismo”. En soledad, fue la única que planteó las deudas pendientes del armado nacional en el festejo del 10 de julio. El resto bailaba entre los globos del éxito. “La idea es aprovechar estos cuatro años de la manera en que no se hicieron los anteriores. Yo planteé que Mauricio tenía que ir por la reelección, porque entendía que no teníamos suficiente posicionamiento en el interior. Teníamos pocas alianzas”, advierte Michetti a Página/12. “Necesitamos armar un PRO puro. Después podemos pensar alianzas”, consideró la ex vicejefa, que destacó que, de ahora en más, la construcción “tiene que ser sistemática y no en el último minuto”.
“Yo me quiero dedicar a generar estas referencias y estas juntas promotoras en el interior. Tengo, modestamente, llegada a la gente y puedo ayudar a que se involucren personas que no están en la política”, consideró Michetti, quien se anota para recorrer el país.
“Se va a construir el armado con el esquema que está ahora”, estima el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Esto es: un entramado pragmático de las alianzas que convengan en cada provincia: peronismo, radicales, partidos provinciales –como el Demócrata de Mendoza–, e “independientes como Del Sel”. “Tenemos que dedicarle más gente y más recursos a la construcción nacional. Nos pasamos los primeros dos años trabajando exclusivamente en la Ciudad. Ahora no vamos a descuidar la Ciudad, pero nos vamos a ocupar del armado nacional”, ratifica el funcionario.
El otro gran desafío de Macri para 2015 es De Narváez. La relación entre ambos siempre fue compleja: se aliaron y vencieron en 2009. Pero luego destrozaron la alianza más allá de lo esperable. Terminaron separados en 2011, luego de una discusión antológica en la que Macri le negó la mitad de los lugares en las listas porteñas y él le devolvió la gentileza dejando a todos sus candidatos provinciales sin ningún lugar donde recalar. Tarde o temprano, da la impresión de que sus caminos volverán a cruzarse. No hay en el escenario otro candidato a gobernador de la derecha con la misma potencia, aunque algunos estrategas del PRO se imaginan que podrán seducir a Sergio Massa en 2015. “A partir de ahora habrá gente que forme parte de un proyecto nacional y gente que no”, deja su advertencia Pinedo, escueta como un haiku. Y apunta que no sabe qué ocurrirá con el peronismo después de octubre. El tiene claro que para llegar al 2015 en condiciones de ganar, el PRO necesitará de más muñeca y menos globo.
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