Jue 18.08.2011

EL PAíS  › OPINIóN

La mitad

› Por Esteban Bullrich *

Nunca Argentina estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser ese país deseado por todos. Convertida en un concierto rockero que entrega “compus” igual que hamburguesas, en el cual la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias.

Era fácil comenzar un artículo de esta manera. Tomar lo de Fito y usarlo para la “chicana”. Satisfacer el instinto animal de la soberbia y escribir, despectivamente, sobre esa mitad que votó lo que yo nunca hubiera votado. Escribir sobre esa mitad, sus “limitaciones” para ver la realidad, para entender lo que “de verdad está pasando”. Menospreciar a esa mitad, reducirla a una masa irracional que sólo busca su “fiesta de pequeñas conveniencias”. Atacar al gobierno nacional y definirlo como “una jauría de ineptos e incapaces”. Si resultara exitoso el ejercicio, aun me dejaría una sensación de vacío, ya que nada de este esfuerzo habría estado puesto en la tarea más importante como dirigente político de un espacio opositor: la de tratar de entender por qué más de la mitad de los votantes eligió a Cristina Fernández de Kirchner como la mejor alternativa a presidente el pasado 14 de agosto.

Intentando no perder el tiempo en ejercicios inútiles, me concentro entonces en la tarea de entender. Desde esta mirada encuentro tres argumentos sólidos que merecen ser estudiados antes de caer en profecías apocalípticas o sueños de grandeza electoral opositora. Estas se parecen más a un romance de verano adolescente que a la visión que un dirigente político debe dar a sus seguidores y/o potenciales votantes para que lo acompañen en su carrera, en su proyecto.

El primero es simple, nuestra Argentina crece mucho, muchísimo. Para dar una idea comparativa: el llamado “Milagro Español” llevó a ese país a crecer en un período de 21 años (1985-2006) el mismo porcentaje absoluto que creció nuestro país en el período 2002-2011. ¿Estamos frente al “Milagro Argentino” entonces? La respuesta es compleja en términos técnicos, pero no en percepciones. La gente siente este milagro en el bolsillo y no ve una alternativa atractiva para dejar este camino. Nuestra Argentina crece y los argentinos no quieren cambiar eso, no tan fácilmente por lo menos.

El segundo punto es también significativo y es la enorme red de contención social que el gobierno implementó. Desde la reconocida Asignación Universal por Hijo, pasando por la jubilación de “Ama de Casa” (incorporó a dos millones de argentinos al sistema previsional), pasando por las computadoras y los programas de Cooperativas de Trabajo. Este cuadro es una enorme red que llega a millones de argentinos que hoy dependen de estos programas para su subsistencia. La sola mención de los mismos en boca de candidatos opositores cercanos a la palabra “gasto” hace temer su desaparición. El resultado electoral en el conurbano bonaerense y en las provincias más pobres confirma su impacto electoral.

El tercer punto es la ausencia de propuestas alternativas. O sea, no son sólo los aciertos de Néstor y Cristina Kirchner a lo largo de los últimos ocho años. Hay tantos o más motivos para no votar a alguna de las nueve alternativas que los opositores presentamos en esta elección (utilizo la primera persona del plural porque todos los dirigentes opositores tenemos algún grado de responsabilidad en el resultado). La atomización de la oposición o las alianzas oportunistas no convencen a un electorado que debe dejar de ser subestimado. Gran parte de esta oferta electoral alternativa me recordó la vieja anécdota de Mark Twain, donde una bella dama le propone matrimonio con el siguiente argumento: “Imagínese, señor Twain, los hijos que produciríamos con su inteligencia y humor y mi belleza”. Twain decide rechazar la propuesta argumentando: “Qué problema tendríamos si salieran con mi belleza y su inteligencia, señora”. El electorado argentino analizó y votó en el marco de esta respuesta.

Podría terminar hablando de hipocresía, dolor, egoísmo e ignorancia, como Fito. De mi desagrado con esa mitad que votó lo que yo nunca hubiera votado. Elijo otro camino: vayan mis respetos a esa opinión mayoritaria. Y también este humilde aporte a la oposición, a la que pertenezco.

La Presidenta llamó al diálogo, a la suma de voluntades, a escucharnos más y hablar menos. Es un gran consejo para nosotros, los opositores. Faltan dos meses para octubre, hay tiempo de construir una alternativa. Presentar un programa de gobierno que contemple acuerdos necesarios en el Congreso. Rescatando los aciertos del actual gobierno y sugiriendo cambios en las áreas que se puedan mejorar. Construir una alternativa con propuestas concretas y no la negación de lo que hay. Tanto nuestros votantes como los votantes de la Presidenta merecen esa alternativa. La Argentina será un poco mejor si presentamos propuestas y un mensaje claros. Entonces, a las cosas...

* Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.

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