EL PAíS
Vuelve a fojas cero el caso del homicidio del comisario Piazza
Quedaría en libertad el único detenido por el secuestro y asesinato del comisario Piazza, testigo en la causa de la Aduana Paralela.
› Por Raúl Kollmann
Mientras algunos investigadores de la policía bonaerense siguen insistiendo en que al comisario retirado Jorge Piazza lo mataron en el marco de un intento de robarle el auto, el único detenido está cerca de quedar en libertad y no tendría relación ni con el secuestro ni con el posterior homicidio. O sea que los investigadores tendrán que empezar otra vez, casi de cero. Es más, la bonaerense habría mentido señalando que el detenido tiene antecedentes por robo de autos y que peores aún son los antecedentes de un hermano que estaría prófugo o preso. Lo cierto es que el hombre capturado por los investigadores no tiene hermano y que carecería de antecedentes. Existen fuertes sospechas de que hubo una preparación de testigos para imputar falsamente al detenido y se reafirman los indicios de que a Piazza lo fusilaron, no para robarle el auto, sino con el sello de la mafia. También crece el rumor de que en el crimen hubo mano de obra policial o de ladrones amparados por policías.
Sergio Sartirani, un joven quilmeño que trabaja en un reparto y es el único detenido, será sometido mañana a una rueda de reconocimiento, según le contó a este diario su abogado, Jorge López. Pero todo indica que los testigos del momento en que Piazza fue secuestrado no lo reconocerán porque Sartirani no estaba a bordo de la camioneta Trafic que supuestamente se usó para capturar al comisario. En el expediente hay tres personas que vieron el momento del extrañísimo secuestro, perpetrado a plena luz del día y en una de las avenidas más transitadas del Gran Buenos Aires, la avenida Calchaquí. Con un método y una impunidad que no se veían desde el crimen de José Luis Cabezas, los individuos chocaron de atrás el Gol de Piazza y cuando éste se bajó lo metieron a golpes dentro de una Trafic. Los tres testigos trazaron identikits que no se parecen a Sergio Sartirani, pero sí describieron la camioneta señalando detalles asombrosos y que se corresponden con un vehículo similar que esa tardecita manejaba el padre de Sartirani. Aquí es donde está una de las contradicciones más nítidas de la bonaerense: nadie va a usar su propia camioneta, una que no es robada sino que está a nombre del que la maneja, para perpetrar semejante secuestro y posterior asesinato. En el expediente sobrevuela una sospecha: que los testigos fueron preparados para inculpar a alguien.
Los sabuesos de la bonaerense alegan que a Piazza le quisieron robar su Gol modelo ‘93, o sea un auto de 400 pesos, que tenía un equipo de gas muy difícil de vender y por el cual no se pueden obtener hoy en día más de 120 pesos. Esa hipótesis no se condice con los hechos, ya que parece extraño que se usen dos autos y varios hombres para realizar un secuestro a la vista de decenas de personas y conseguir un coche de 500 pesos que habitualmente se roba con una ganzúa o una espada (la hoja de una tijera afilada), sin correr casi ningún riesgo. Tampoco se explica que tras el secuestro hayan trasladado a Piazza a lo largo de 40 cuadras, lo ingresaron a un pajonal, lo obligaron a arrodillarse y lo mataron de un tiro en la nuca.
Según datos a los que accedió Página/12 en exclusiva, en la causa declaró un vecino del pajonal y dijo que en la madrugada del sábado 15 de febrero (seis horas después del secuestro) vio a varios individuos bajar a una persona de una Trafic. Fue en ese momento que lo llevaron unos metros hacia adentro, entre las cañas, y lo fusilaron. A esa hora, hay varios testigos, participantes de un asado, que acreditan que la Trafic de los Sartirani estaba estacionada en la vivienda familiar, donde transcurría el asado.
El gran interrogante del caso Piazza es qué hay detrás del crimen. Son pocos los que creen en la hipótesis del robo, pese a que el vecino del pajonal asegura que los hombres que bajaron a la víctima de la Trafic son maleantes que viven en las inmediaciones. En ese aspecto, la metodologíasería parecida a la usada con José Luis Cabezas: delincuentes contratados por policías para ser mano de obra de un crimen. “¿Quién podría perpetrar un secuestro a plena luz del día, en una avenida, si no tiene cobertura policial? Lo que se percibe en el caso Piazza es que fueron a secuestrarlo para matarlo”, razonó ante este diario un experimentado investigador.
Tal vez lo más desconcertante es que el móvil del homicidio no aparece. Algunos mencionaron la declaración de Piazza en el Juicio por la Verdad, el 10 de mayo de 2000. Ese día admitió que los policías de la Comisaría Quinta de La Plata conocían que allí había detenidos ilegales del Proceso, que accedían a las áreas restringidas y que escuchaban los gritos de dolor, seguramente de los momentos en que los detenidos eran torturados. Otros policías habían negado lo que dijo Piazza, pero su declaración no fue tan determinante ni perjudicó a alguien en forma tan decisiva que pudiera desatar semejante venganza. Por su parte, el diputado Francisco Gutiérrez insiste en que el crimen se relaciona con la Aduana Paralela, pero tampoco sobre eso hay evidencias. Lo que parece claro es que no sólo hay una trama oculta del asesinato sino que existe un marcado interés en hacer pasar el crimen como un hecho menor, casi habitual.