EL PAíS
› DOS COMISARIOS DE LA BONAERENSE PASARON UN DIA PRESOS
Pruebas amañadas en la causa AMIA
El ex comisario Vicat habría intentado sobornar a testigos para que mintieran. El Tribunal ordenó que se les abriera proceso.
› Por Raúl Kollmann
Las irregularidades de la Bonaerense en el caso AMIA provocaron dos nuevas detenciones. Luis Vicat, quien fuera un comisario estrella de la fuerza, y el también comisario Miguel Angel Márquez, pasaron la noche del martes al miércoles en una celda. Ambos quedaron en libertad en la tarde de ayer, pero con causas abiertas. La historia que los puso detrás de rejas tiene que ver con una oferta que Vicat le habría hecho a uno de los policías detenidos para que, a cambio de la libertad y de dinero, declarara en contra del ex comisario Juan José Ribelli.
La audiencia del martes reflejó nuevamente los escándalos de la investigación. El tema concreto es que los comisarios Vicat y Márquez mantuvieron varias reuniones con el detenido oficial Diego Barreda y con su padre, Alberto, también comisario retirado, en las que supuestamente le ofrecieron al detenido la libertad, 5000 pesos y hasta trasladarlo a Miami para que inicie una nueva vida, a cambio de una declaración para inculpar más todavía a Ribelli en el atentado. Estas maniobras se ventilaron en una serie de careos en los cuales pareció quedar claro que tanto Vicat como Márquez mentían o tuvieron súbitos ataques de amnesia. En cambio Alberto Barreda se exhibió preciso y contundente, reflejando incluso el increíble despilfarro que se hizo durante la investigación y el lujo bochornoso en el que se movían los investigadores. Alberto Barreda recordó, por ejemplo, que una de las reuniones se hizo en el Hotel Libertador “mientras Vicat cenaba ostras y yo tomaba un cortado”. El padre del detenido mencionó también que fue llevado a una de las reuniones en el Mercedes Benz del subinspector Aldo Spicacchi, otro hombre de la Bonaerense que participó de los encuentros.
En los careos, Vicat y Márquez admitieron la existencia de las reuniones, pero aseguraron que el objetivo era convencer al detenido y a su padre de que colaboraran con la investigación. En ese marco, al tribunal le resultó sospechoso que Vicat fuera a visitar a Barreda a su lugar de detención, el Departamento Central de la Policía Federal, a las diez de la noche. Parece más bien un horario para esconder algo oscuro.
Lo cierto es que en sus diálogos ante el tribunal Vicat y Márquez se mostraron inseguros y todo derivó en un careo entre ellos, en el cual se pisaron o no tuvieron respuestas sobre varias de las reuniones. Después de horas de idas y vueltas, el fiscal Alberto Nisman consideró que Vicat, ex titular de la unidad especial creada en la Bonaerense para investigar el caso AMIA, y Márquez “ocultaron datos y falsearon otros”, por lo cual pidió su detención por falso testimonio. El Tribunal se reunió y en un breve acuerdo le dio la razón: los dos comisarios terminaron entre rejas.
Ayer, ambos fueron llevados a declarar ante el juez de turno, Jorge Urso, quien les tomó declaración y los puso en libertad ya que el falso testimonio es un delito excarcelable.
Sin embargo, el mayor dolor de cabeza especialmente para Vicat es que el Tribunal Oral deberá resolver si los acusa o no por extorsión o tentativa de extorsión. O sea si Vicat se aprovechó de la situación de detenido de Barreda para ofrecerle la libertad y dinero a cambio de una declaración que sería falsa. Y la cuestión deja planteado también un interrogante más grave: ¿quién le ordenó a Vicat que intentara hacer ese arreglo ilegal? Aquí hay varias respuestas posibles. La primera es que se haya cortado solo, como ayer sostuvieron fuentes de la fiscalía. Otra hipótesis posible es que le hayan dado instrucciones del gobierno bonaerense y también deberá verse cuál fue la relación de Vicat con el propio juez Galeano. Lo concreto es que el Tribunal se llevó otra vez la impresión de que en el caso AMIA hubo muchos intentos de comprar pruebas, testigos y declaraciones.