EL PAíS › EN PLENA CAMPAñA ELECTORAL, LA PRESIDENTA Y EL GOBERNADOR HERMES BINNER COMPARTIERON ESCENARIO
Cristina Fernández de Kirchner inauguró en Rosario el Instituto de Biología Molecular, repartió créditos y, sin aludir en forma directa a la denuncia de Binner sobre supuestas dádivas, dijo que “la ciudadanía evalúa con el voto”.
› Por Luis Bastús
Las cortesías que supone el protocolo poco importan cuando la presidenta Cristina Fernández y el gobernador Hermes Binner se sientan a la misma mesa, y más ahora, que ambos disputarán el gobierno en los comicios de octubre. Ayer volvieron a dedicarse chicanas y reprimendas durante el acto de entrega de créditos blandos del Programa del Bicentenario a 54 empresas de diez provincias, en el teatro del Parque de España, luego de haber inaugurado el Instituto de Biología Molecular Rosario, en el Centro Científico y Tecnológico situado en Ocampo y Esmeralda. La visita tuvo el condimento previo del fin de semana, cuando Binner hizo fotografiar camiones cargados con cocinas y colchones frente al predio de Gendarmería y acusó al kirchnerismo de orquestar un “reparto de dádivas” en vísperas de la visita presidencial. La jefa de Estado evitó replicar esa denuncia. “No he venido para eso. Sería un flaco favor para la sociedad instalar debates inapropiados. Luego la ciudadanía evalúa con el voto”, apretó. “No se preocupe, gobernador Binner, que cuando tomamos decisiones no lo hacemos mirando el color político de la provincia”, abundó.
El gobernador –que muestra otro tono discursivo desde que está lanzado en la campaña nacional– había señalado que se la recibía a CFK “como la Presidenta de todas las argentinas y argentinos, no como la jefa de un partido o agrupación política, o como la representante del 50 por ciento de un país”. La cita aludió a las últimas visitas de CFK: el acto del 20 de Junio y la inauguración de una planta de biodiésel en Puerto San Martín, cuando él fue blanco de las hostilidades de los militantes K.
Binner se declaró “satisfecho de que Santa Fe sea la provincia que más creció en su aporte al presupuesto nacional, porque no somos egoístas, porque nuestro federalismo es integrador”. Y pidió “un diálogo abierto y constructivo sobre los principales problemas del país”, para luego “avanzar hacia un país de adversarios respetuosos y no de enemigos irreconciliables”.
El rictus de la Presidenta, mientras tanto, anticipaba que habría réplica. Cuando Binner volvió a su asiento, no hubo saludo de rigor. Ni se miraron.
Los testigos inmediatos de esa tensión fueron los ministros Débora Giorgi y Lino Barañao; el secretario de Comercio, Guillermo Moreno; el candidato a diputado Omar Perotti –quien se pegó a Cristina durante toda la visita–, la diputada provincial electa María Eugenia Bielsa y los diputados nacionales Agustín Rossi y Gustavo Marconato. La otra mitad del palco era socialista: Antonio Bonfatti, Miguel Lifschitz, Mónica Fein, Juan Carlos Zabalza y Elida Rasino, entre otros.
Afuera, numerosos militantes de La Cámpora, Movimiento Evita y varios sindicatos rugían su apoyo a la líder del Frente para la Victoria con la misma vehemencia con la que verbalizaban hostilidad hacia el gobernador y cualquier rostro socialista que reconocieran en el tropel de funcionarios e invitados que colmó el auditorio antes de que la organización cerrara filas y dejara afuera a varios, periodistas incluidos.
La Presidenta le dedicó un dardo directo al candidato del Frente Amplio Progresista cuando abrió números de la promoción de parques industriales en el país. “El 40 por ciento de los 8.916.000 pesos que distribuimos fueron para Santa Fe, es decir, 3.521.000 pesos. Luego sigue Buenos Aires, con 17 por ciento, Córdoba 10 por ciento y Chaco 7 por ciento. No se preocupe, gobernador Binner, que cuando tomamos decisiones no lo hacemos mirando el color político de la provincia”, reconvino. Aplausos de funcionarios K y empresarios, agite de banderas y bombos en la explanada junto al río. Más tarde, Agustín Rossi diría que “la Presidenta habló como presidenta, y el gobernador, como candidato”.
Como de costumbre, Cristina Fernández abundó en cifras de su gestión. Contrastó la Rosario post crisis de 2003 con “esta Argentina pujante”, en la que la inversión del PBI en ciencia y tecnología pasó del 02, al 0,8 del presupuesto, según dijo. Destacó la inversión del 6,47 por ciento en educación y del 5 por ciento en infraestructura productiva para que “estas inversiones privadas, este crecimiento sea posible: nadie invierte si no cree en lo que ve y en lo que vendrá”.
La Presidenta instó a “industrializar la ruralidad” como forma de arraigar la población en sus lugares de origen y evitar el éxodo a las ciudades grandes. Comparó el 2003 –80 parques industriales, con 2245 pymes y 78.000 puestos de trabajo– con el presente: “Hay 280 parques industriales, con 258.800 empleos en 7745 pymes. Nada es casual, ni en política ni en economía”, celebró. Reflejó el repunte del consumo interno y de las exportaciones en varios rubros como la carne aviar (98 y 1065 por ciento, respectivamente), lácteos (22 por ciento y 245 por ciento) y automóviles (349 por ciento y 589 por ciento). “En un mundo que se derrumba y exige mayores ideas, debemos corregir rumbos cuando equivocamos, para seguir el período de crecimiento más importante en 200 años”, propuso (ver página 15).
La mandataria definió este momento como “una oportunidad histórica” con “mayor densidad de instituciones políticas restablecidas” en comparación con la crisis de 2001. “La gente estaba enojada y tenía razón, porque la clase política se dejaba subordinar por los que dictaban las políticas desde afuera. No es la economía, sino la política la que determina el rumbo de un país”, remarcó.
Cristina exhibió la foto de dos niños, Iván e Irina Fernández, hijos de un científico que en la inauguración del IBR se la obsequió. “Estas cosas son las que recompensan, y no las tonterías que una escucha todos los días –volvió a aludir, tácita, al planteo de Binner–. Este científico estaba en Alemania, en Gottingham, ciudad de 45 premios Nobel; pero vino en 2006, porque Néstor Kirchner habilitó los fondos para instalar un centro de resonancia magnética, porque estaba obsesionado con el regreso de los investigadores. Y este científico vino antes de la crisis europea, porque quiso que sus hijos crecieran en Argentina. Esa es la gente que nos hace falta. Gracias a ustedes, investigadores, empresarios, por hacer el país, para que haya muchos Ivanes e Irinas que sigan volviendo.”
El gobernador Hermes Binner pudo percibir desde el principio el clima hostil que lo rodearía durante la visita de la presidenta Cristina Fernández. Al mediodía, en el aeropuerto internacional Islas Malvinas, sendas columnas de La Cámpora y del Movimiento Evita le prodigaron cánticos e insultos mientras saludaba a la mandataria y su comitiva de ministros y secretarios de Estado.
La breve estadía en la inauguración de la sede del Instituto de Biología Molecular lo tuvo en un discreto segundo plano mientras la jefa de Estado rompía el protocolo y se entregaba al fervoroso saludo del público contra las vallas. Cristina aceptó posar para la foto con un grupo de obreros de la Uocra, y luego con los científicos del IBM frente al edificio inaugurado. Mientras tanto, Binner y el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, esperaron con las manos en los bolsillos junto a las Trafic que los llevarían hasta el Parque de España.
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