EL PAíS › OPINIóN
› Por Horacio Verbitsky
Estuvo con Menem, Duhalde, Kirchner, y ahora de nuevo con Duhalde. ¿Cuál es su pensamiento económico? –le preguntó ayer La Nación a Martín Redrado.
–La respuesta la dio Néstor Kirchner una vez que Horacio Verbitsky le hizo esta pregunta. Quizás es feo que lo diga uno, pero “es porque Martín sabe” –contestó el candidato duhaldista en la Capital Federal.
No sólo “es feo que lo diga uno”. Sobre todo es falso de toda falsedad. Es la tercera vez que registro esta afirmación, en la que Redrado usa mi nombre para justificar sus piruetas de saltimbanqui. Cuando Kirchner rechazó las condiciones que intentó imponerle De Prat Gay y designó a Redrado para sucederlo al frente del Banco Central, escribí que había escogido a un militante del poder. Esto fue lo más suave que se dijo de él, cosa que me fue recriminada por enardecidos militantes populares de la primera hora posterior a la victoria. Pero aun así, Redrado se sintió incómodo, supongo que no por la frase en sí sino por la fantasía que desde entonces me tomaba por hombre de consulta del presidente. Me dio entonces una larga explicación que concluyó con una pregunta: “¿Por qué mejor no decís que recurren a mí por mi eficiencia?”. Lo escuché en silencio y me despedí con una sonrisa. A la vuelta de los años constato que su poder de persuasión alcanza por lo menos a sí mismo. No dudo de que este hoy ex militante del poder está convencido de que Kirchner me dijo esas palabras, con las que hoy se consuela de su espantoso presente político, como estandarte de lo peor de un pasado que se esfuerza en vano por eludir su destino de sepultura.
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