Cerca de 29 millones de ciudadanos elegirán hoy a su presidente o presidenta. Las 24 provincias renovarán 130 diputados nacionales, o sea media Cámara, redondeando. Ocho distritos elegirán a sus senadores nacionales, un tercio del total de la Cámara. En nueve provincias se disputan la gobernación, las Legislaturas locales y muchas intendencias (ver asimismo nota aparte). Adviene una jornada única y formidable en el calendario democrático, gravitante para los cuatro años venideros.

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) anticiparon el escenario, ya que sus números rotundos instalaron una hipótesis compartida: a grandes trazos, sobre todo en la competencia presidencial, la suerte está echada. Es verosímil que ese presagio se confirme, pero lo cierto es que el veredicto lo pronuncian hoy los argentinos, en una jornada gozosa en la que todos valen uno. Algo que garantiza la democracia, a diferencia del mercado o de la distribución social de los bienes.

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En pos de la Rosada: La veda impide hablar de encuestas, baste decir entonces que las PASO auguran que la fórmula del Frente para la Victoria (FpV) Cristina Fernández de Kirchner-Amado Boudou llegará a la Casa Rosada, sin necesidad de segunda vuelta. Quedó atrás el porcentaje que consiguió el presidente Néstor Kirchner en 2003 y es más que factible que Cristina Kirchner mejore la notable cifra que habilitó su mandato actual.

La legitimidad creciente del kirchnerismo no fue constante. Estuvo en jaque cuando el conflicto de las retenciones móviles en 2008 y sacudida en las elecciones de 2009. El oficialismo se recuperó de esos duros momentos a los que respondió con cambios institucionales relevantes. Esa capacidad y el consenso social sobre esas medidas más ocho años de gestión serán colocados hoy en un platillo de la balanza.

Por última vez, pero con validez para estas dos páginas, se resalta que hablamos de virtualidades muy probables, supeditadas a la prueba ácida del pronunciamiento de hoy, el único que designa autoridades. Con esa salvedad digamos que el FpV y la Presidenta van por varios records en la historia argentina y en especial en la valorable saga iniciada en 1983. Apuntemos los más drásticos, que no los únicos: tres mandatos para un mismo partido, la primera mujer reelecta, acaso la diferencia con el segundo.

En regímenes estables, las elecciones son gobiernocéntricas. El pueblo juzga a sus mandatarios y obra en consecuencia. Si hoy se plasma la mayor legitimidad de ejercicio desde 1928, inédita desde 1983, será tiempo de sopesar los “porqué”. Máxime si se calibra que eso adviene después de vaivenes políticos tremendos, una crisis internacional, un traspié electoral y la desaparición física de un líder de la magnitud de Kirchner.

En términos comparativos con la experiencia argentina y la de otras latitudes, un tercer mandato consecutivo es una proeza. Lo demás son añadidos que pueden redondear espectacularidad. Kirchner quedó segundo y desairado en muchas provincias. Hace cuatro años, la Presidenta duplicó a su principal rival, aunque tuvo desempeños dispares: menos aceptación en muchas de las grandes ciudades y en varias provincias. En las PASO, primó en 23 provincias (lo que sólo consiguió Carlos Menem en 1995) y en casi todas las ciudades más pobladas, con la excepción de Rosario. Los pronósticos auguran una preeminencia muy expandida, con diferencias numéricas interesantes entre diferentes geografías. Las provincias del NOA y del NEA y la Patagonia pintan como los reductos más fieles. En los distritos más poblados y pluralistas seguramente conseguirá menos que la media nacional.

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¿Plata o bronce? Las PASO fotografiaron un abanico opositor de baja convocatoria y huérfano de liderazgos. Su desenlace quedó signado por la disputa del segundo puesto que ha sido, en la campaña ulterior, el objetivo de los partidos mejor colocados dentro del pelotón. La medalla de plata parecerá de bronce si se repiten los guarismos de agosto, sería el segundo con menos votos desde 1983, acaso en toda la historia electoral.

La fórmula Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga, de la Udeso, pretende conservar ese sitial. Para ellos, como para el sector del peronismo federal expresado por Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, sería un bajón acumulativo quedar peor colocado. Es difícil que mejoren mucho, es arduo que se mantengan. Los presidenciables nada dicen pero atisban un horizonte interno peliagudo para el día después. Salvo que produzcan un batacazo, tanto Alfonsín como Duhalde serán mariscales de la derrota en el juicio de sus correligionarios y compañeros. Tal vez éstos guarden silencio hoy, solo tal vez. Mañana, si los pronósticos son certeros, sus voces se harán oír y sus pulgares señalarán hacia abajo.

El clima es más respirable en el Frente Amplio Progresista (FAP), que lleva la fórmula Hermes Binner-Norma Morandini. La coalición flamante se conforma con lo que obtuvo en las PASO y se esperanza con ascender para llegar al segundo lugar. Para una construcción en germen sería un buen arranque. Ese éxito refrescaría al sistema político y, dicho sea al desgaire, no le caería mal al oficialismo. De todos modos, debe sopesarse que la cosecha nacional del FAP no tendría un correlato institucional equivalente. El socialismo gobierna una sola provincia (en la que ha perdido la mayoría parlamentaria), no será la primera minoría opositora en el Congreso y cuenta con tres senadores, de los cuales sólo uno milita en el socialismo de Binner. El FAP tendrá un camino muy largo para recorrer, lo hará entonado si hoy repunta.

El objetivo real de la fórmula Alberto Rodríguez Saá-José María Vernet es sumar algunos sufragios a los de las PASO y primar en la interna federal versus Duhalde. Lo demás valdría como bonus. Tiene más por ganar que por perder en ese contexto.

Elisa Carrió (que va en fórmula con Adrián Pérez) puede redondear una debacle. El 23 por ciento la acompañó en 2007, habrá que medir cuántos fieles le quedan. En ese entonces corría contra la Presidenta, ahora contra Jorge Altamira y Christian Castillo del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que combinaron una campaña militante con un par de astucias publicitarias y se darían por satisfechos con no quedar últimos y entrar alguien a Diputados. Sería una buena nueva, que agregaría pluralismo y diversidad al Parlamento.

La fórmula presidencial es la única autoridad electa por la totalidad del padrón nacional, un dato y un símbolo acerca de la magna representatividad del Ejecutivo. Los siete distritos más poblados (Buenos Aires, Córdoba, Ciudad Autónoma, Santa Fe, Tucumán, Mendoza y Entre Ríos) congregan más del 74 por ciento de los votantes.

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Congreso, Diputados: La representación en el Congreso compensa a las provincias menos pobladas. En el Senado, porque todos los territorios tienen tres representantes, dos por mayoría y uno por minoría. En Diputados porque hay pisos altos que matizan las diferencias de población. En Buenos Aires, donde vive el 37,5 por ciento de los electores, se disputan 35 bancas. Número alto en términos absolutos pero menor al 25 por ciento de lo que se dirime hoy.

Una peculiaridad institucional argentina, la renovación de la Cámara baja cada dos años, es otro factor que incidirá en la composición futura. Se renuevan los representantes surgidos en 2007 mientras que los de 2009 (año propicio para las oposiciones y de merma oficialista) conservan sus lugares. Ese esquema amortiguará la diferencia que pueda lograr el oficialismo, sin anularla.

El FpV, todo lo indica, recuperará la preeminencia en Diputados, aunque posiblemente necesitará de sus aliados para hacer quórum propio. Un plebiscito electoral le insuflará fuerza e iniciativas. La UCR conservará el lugar de segunda minoría, en cualquier escenario imaginable. Mantiene, hasta 2013, 27 de sus 43 escaños.

En 2008 muchos diputados justicialistas abandonaron al oficialismo, al que creían difunto. Así se acunó el Peronismo Federal. La centrifugación de antaño puede devenir imantación en otro momento, la dirigencia justicialista es muy sensible al éxito. La transición del diputado Felipe Solá es precursora, habrá más novedades en este boletín.

El FAP formó hace muy poco un interbloque, de distintas procedencias. Tiene 21 bancas, casi no actuó en la coyuntura. Pone en juego muchas, sería una hazaña que las conservara. También parece muy cuesta arriba que el socialismo retenga las diputaciones que arriesga. La conformación del bloque será miscelánea, conformada por emergentes de experiencias y propuestas diversas.

La Coalición Cívica, de la que se apartaron en este año el senador Samuel Cabanchik y la diputada Marcela Rodríguez, apunta a ser el partido más golpeado por el resultado de hoy.

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El Honorable Senado: Buenos Aires, San Juan, Misiones, La Rioja, Santa Cruz, Jujuy y Formosa son las provincias “K” que renuevan senadores. San Luis, el feudo de los Rodríguez Saá, redondea la lista. El oficialismo, pues, arriesga mucho, máxime porque en Misiones le responden los 3 senadores.

Sumando empero a Cabanchik, confiando en sus aliados permanentes y con la perspectiva de victorias amplias, puede imaginar un control trabajoso de la mayoría en el Senado. La empiria del cuatrienio induce a pensar que deberán armar coaliciones ad hoc, con muñeca y política, sesión a sesión.

Hilda González de Duhalde es una derrotada serial, cuya presencia en Diputados y Senadores provino de fracasos frente a Graciela Fernández Meijide (1997) y Cristina Kirchner (2005). Lo que en esos trances fue sinsabor ahora sería un consuelo: salir segunda en Buenos Aires, así resultara muy alejada de los postulantes del FpV, el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández y María Laura Leguizamón. Puede fallar.

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Repaso y salud: A partir del ’83, será la séptima vez que el pueblo elija a un presidente en comicios limpios, sin proscripciones, con sufragio universal. La valiosa continuidad no tiene precedentes históricos, ni siquiera comparación con otras épocas. La consolidación de la democracia, un logro colectivo, cumplirá hoy uno de sus ritos y eslabones fundamentales. El pueblo se implica, se expresa, decide.

En ese proceso hubo dos instancias de zozobra. La primera, en 1989, cuando el presidente Alfonsín adelantó la entrega del mandato a Menem. La crisis fue grande y costosa, la atenuó que ya hubiera sucesor elegido en regla.

La institucionalidad se vino a pique en 2001, como correlato de una crisis general nunca vista. Hubo sucesivos gobiernos provisionales, todos los presidentes interinos entregaron el mando antes de tiempo. En ese contexto, catastrófico por donde se lo mire, surgió el kirchnerismo. Cada cual puede juzgar sus gobiernos como le parezca. El cronista cree que ese punto de partida, el recontra sótano, es ineludible en el análisis. Juzga errado compararlo con pasados locales irrepetibles (las mejores marcas entre 1945 o 1975) o con las suecas de cualquier momento. El escrutinio medirá la aprobación ciudadana, hoy y aquí. Será un juicio sobre lo reciente y una lluvia de demandas sobre el porvenir.

La coyuntura internacional es difícil. Bueno es que se la encare con el estado más sólido de las últimas décadas, con un poder político legitimado. Sería óptimo que hubiera una oposición consistente y viable. Cuando se tabule lo que falta en el cuadro, cada cual deberá mirarse al espejo y pensar lo que hizo. La voluntad soberana debe leerse con respeto y amerita buenos ganadores tanto como buenos perdedores.

Una generación se ha acostumbrado a las rutinas electorales, despojada de la mochila de años aciagos. El cronista, que pertenece a otras, saluda (como siempre lo hizo, aun ante resultados que le dolían o disgustaban) la instancia magna de la democracia, con el pueblo como protagonista. Al gran pueblo argentino (sal y pimienta del sistema) y a todos los lectores de este diario, salud.

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