EL PAíS › OPINIóN
› Por Washington Uranga
El sondeo hecho a los votantes en Capital y Gran Buenos Aires por el CEdOP de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), y publicado ayer por Página/12, arroja con claridad que las mayores preocupaciones de la ciudadanía respecto del futuro son inseguridad y pobreza. Pero el mismo trabajo permite colegir, apoyándose en las respuestas dadas, que los ciudadanos no desconocen lo que se avanzó en la materia, sino que exigen mayor calidad, más concreciones, más avances en ambas materias. Es significativo observar que especialmente quienes viven en el Gran Buenos Aires valoran los pasos dados en materia de seguridad, pero no por ello dejan de exigir mejores niveles y cuidados de quienes tienen que ejercer la gestión de gobierno. Otros sondeos públicos y privados realizados en los días previos a las elecciones, y que se mantuvieron en reserva, le indicaron también al gobierno bonaerense que la inseguridad había dejado de ser una preocupación central de las personas. La mayoría de los consultados sobre este tema prefirieron indicar que, si bien se mantienen atentos al tema de seguridad, sus miradas están centradas prioritariamente en mejorar la calidad de su empleo, en la estabilidad laboral y en el nivel de las remuneraciones.
Todo parece indicar que lo que la ciudadanía le demandará a la próxima gestión es calidad en todos los sentidos. Calidad en la institucionalidad democrática, en la vida política, en la calidad de vida entendida integralmente, comenzando por la erradicación de la pobreza y la inseguridad. El debate electoral que, como ya se dijo, fue sumamente pobre en cuanto a ideas no aportó mayores novedades en la materia.
Habría que aclarar que tales demandas, si bien recaen fundamentalmente en quienes han sido elegidos para gobernar, son una exigencia que compromete a toda la política y a todos los políticos. El Gobierno, porque tiene que instrumentar las medidas adecuadas. Y la oposición, porque no debería “tomarse vacaciones” hasta la próxima disputa electoral si es que quiere –-a pesar de la derrota– seguir mostrándose como una alternativa con vocación de gobierno. Quienes mejor se posicionan en este sentido siguen siendo los representantes del Frente Amplio Progresista, con Hermes Binner a la cabeza. El resto sólo parece preocupado por las escaramuzas electorales y por ese mismo motivo les cuesta pasar de la depresión a la proposición cuando las urnas les dan la espalda.
El trabajo del CEdOP se constituye también en un mensaje positivo e interesante para el Gobierno. Casi como marca distintiva de lo que espera gran parte de la ciudadanía. Podría decirse que junto al “gracias por lo hecho”, les “ratificamos la confianza”, sigue el “vamos por más” ya muchas veces repetido que bien podría traducirse en demanda de calidad. De calidad de vida y de calidad democrática.
Es, sin lugar a duda, también un reflejo de madurez de esta democracia que tanto nos costó conseguir. Logros entre los que habría que incluir la capacidad de recuperar lo público y de celebrar colectivamente como ocurrió el domingo.
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