Aunque suene paradójico, renovación y cambio es la receta que pregonan aquellos radicales que quieren desplazar al alfonsinismo del centro de la escena partidaria y que por estos días tienen en Ernesto Sanz a uno de sus principales voceros. “Debe haber nuevos protagonistas”, insistió ayer el mendocino, que en esa línea reiteró que no buscará su reelección al frente de la UCR y que tampoco Ricardo Alfonsín debe ocupar ese cargo. Encontró eco en Ramón Mestre, integrante del lote de los que se mantuvieron en pie frente al vendaval electoral kirchnerista y a los que Sanz pretende promover a los primeros planos del radicalismo: el intendente electo de Córdoba advirtió que el partido debe hacer una “autocrítica” y avanzar con “recambio generacional”, además de diseñar “un programa relacionado con los nuevos tiempos”.

Tras la debacle de las elecciones del domingo pasado, en las que Alfonsín terminó tercero con el 11,15 de los votos y no ganaron ninguna gobernación, los radicales no tienen mucho para repartir: sólo están en juego la presidencia del Comité Nacional, que debe renovar sus autoridades en diciembre, y las jefaturas de los bloques de senadores y diputados. La lucha interna por ocupar esos pocos espacios de poder ya se desató y todos quieren sacar la mejor tajada posible.

Sanz fue de los primeros en salir a fijar posición tras la derrota de Alfonsín con el objetivo de recuperar el terreno que perdió desde que se bajó de la carrera presidencial y dejó al hijo del ex presidente como único candidato del radicalismo. El senador mendocino se autoexcluyó de la pelea por la conducción del Comité Nacional, pero busca condicionar la elección de su sucesor y ayer fue explícito en cuanto a que tampoco Alfonsín puede quedar al frente de la UCR. “Ninguno de los protagonistas de la etapa que se cerró el domingo, entre ellos yo, debería ser protagonista de la etapa que se abrió el domingo”, declaró Sanz y repitió que “debe haber un fuerte proceso de renovación en el partido y más que elegir nombres y después someter la estrategia del partido a esos nombres, se debe hacer al revés”. También llamó a los radicales a “discutir una estrategia de modernización o de actualización, de recuperar vínculos con la sociedad, y a partir de allí aparecerán los nombres y las personas ocupando todos los lugares que correspondan”.

Alfonsín, sobre cuyas espaldas sus adversarios cargan todo el peso de la derrota del radicalismo, no está dispuesto a ceder terreno: aunque no con la misma intensidad que durante la campaña, seguirá con sus recorridas por el país y junto a los sectores que lo acompañan buscarán posicionar a uno de los suyos para pelear por la presidencia de la UCR. Una de las opciones del alfonsinismo es el bonaerense Juan Manuel Casella.

Sanz, en cambio, quiere al frente del partido a alguien que tenga el aval de los intendentes radicales de ciudades importantes, a los que imagina como “protagonistas” de una nueva etapa partidaria. Ellos son Mestre, Víctor Fayad (Mendoza), Horacio Quiroga (Neuquén), Mario Meoni (Junín), Héctor Guitérrez (Pergamino) y José Corral (Santa Fe).

Mestre ya habló con Fayad para ver de armar una liga entre todos ellos y se manifestó ayer en la misma sintonía que Sanz: pidió “reorganizar el partido, para dar debate y hacer autocrítica, con un programa relacionado a los nuevos tiempos y con el convencimiento de que tiene que ser un partido con vocación de poder, de mayoría”. Advirtió, además, que “hace falta una renovación generacional” y “un cambio de práctica” porque de lo contrario la UCR “se termina transformando en un partido testimonial, donde algunos buscan recalar en el Congreso con alguna banca”.