EL PAíS › LA INVESTIGACION POR EL HOMICIDIO DEL GOBERNADOR CARLOS SORIA
El juez Juan Pablo Chirinos se inclina por la acusación de homicidio doloso agravado por el vínculo. Pero la causa cambiará de magistrado. Cuestionamientos por la libertad de Susana Freydoz.
› Por Raúl Kollmann
El caso del homicidio del gobernador rionegrino Carlos Soria produce más debates entre jueces y peritos que dudas sobre los hechos mismos. Al cumplirse una semana de aquella madrugada del 1º de enero, parece claro que Soria y su esposa, Susana Freydoz, discutieron por una cuestión de infidelidad. Algunos sostienen que el mandatario le anunció a su esposa que no viviría con ella en la residencia de la gobernación, en Viedma, mientras que fuentes vinculadas al juzgado de Juan Pablo Chirinos admiten que aquella noche hubo mensajes de texto de una tercera en discordia y una situación de “muchos celos” por parte de Freydoz. A esta altura parece estar claro que Soria estaba tendido en la cama, su esposa dio toda la vuelta al lecho, tomó el revólver calibre 38 de la mesita de luz y le disparó en la cara. No hubo forcejeo ni el tiro salió sin querer. Sólo en las manos de Freydoz se encontró plomo, antinomio y bario. El análisis de la herida de Soria indicó que le dispararon a más de 50 centímetros, lo que corrobora que no hubo forcejeo.
Las mayores polémicas e interrogantes se producen por la forma en la que se manejó el caso hasta ahora:
Casi todos los jueces consultados por este diario admiten que si la misma situación se diera en un hogar humilde, la mujer hubiera sido detenida en el momento. Tal vez no se la enviaría a una cárcel, pero –tomando como base que no tiene antecedentes– se la recluiría en una comisaría u otra dependencia policial.
Algunos magistrados creen que lo que correspondía era que estuviera detenida e incomunicada en un hospital o clínica, teniendo en cuenta su situación psiquiátrica, pero no en libertad como se encuentra actualmente. “Es el delito más grave del Código Penal, asesinar al marido o a la esposa. Estamos dando una muy mala señal”, sostiene un camarista penal de San Isidro.
El juez Chirinos, en cambio, con una trayectoria de garantista, considera que la mujer no puede alterar pruebas ni incidir en la investigación. El magistrado iría camino a imputar a Freydoz por homicidio doloso –la hipótesis más grave, con una pena de prisión perpetua– pero aun así considera que puede estar en libertad.
También la mayoría de los jueces piensa que a la esposa de Soria y a su defensa le han dado todas las ventajas. Va a tener 15 días para preparar su declaración y, además, con todas las pericias ya hechas e incorporadas al expediente, de manera que alguien desconfiado puede alegar que Freydoz va a declarar teniendo en cuenta los ángulos de disparo, la distancia y las evidencias físicas que están en la causa. Tal vez podría armar una historia diferente de la real, pero ajustada a lo que ya indican las pericias. No se trata de una ventaja que se le otorga a un imputado habitual de homicidio.
Tanto en Río Negro como en el resto del país, los códigos procesales indican que se le debe tomar declaración indagatoria a un sospechoso en un lapso breve. En el caso de Río Negro, el artículo 269 habla de 24 horas. Por supuesto que una persona imputada puede presentar –como en este caso– un certificado médico de que no está en condiciones. Sin embargo, lo llamativo para los jueces consultados por este diario es que Freydoz no se presentará a declarar cuando esté psíquicamente mejor de acuerdo a un certificado, sino cuando haya regresado el juez que intervino el primer día, Emilio Stadler, el día 16 de enero. Como es obvio, ya surgieron los rumores de que esta movida obedece a que Stadler es más “dócil” o “manejable” que Chirinos. Basta ver que el titular de la Corte Suprema rionegrina dijo que “todo se encamina a la emoción violenta”, lo que permitiría a Freydoz esquivar la prisión, mientras que Chirinos sostuvo públicamente que los indicios apuntan al “homicidio doloso”, que prevé prisión perpetua.
Hay mucho debate sobre esa figura. El artículo 81 del Código Penal dice textualmente: “se impondrá reclusión de tres a seis años o prisión de uno a tres años al que matare a otro en estado de emoción violenta y que las circunstancias hicieran excusable”. El caso típico que se enseña en las facultades es el del hombre o mujer que llega a su casa y encuentra a su pareja en una relación con otro. El encuadre de la emoción violenta garantizaría en el caso Soria que la mujer no vaya a prisión.
Mariano Castex, uno de los más conocidos psiquiatras forenses, sostiene que la figura es muy difícil de probar, porque apunta a una especie de “locura transitoria” que es casi imposible de verificar. Respecto a Freydoz, hay un examen médico realizado un par de horas después de ocurrida la tragedia en que el profesional la encontró “con ubicación de tiempo y espacio”. La defensa alegará que se trató de un médico forense, no de un psiquiatra.
Respecto del relato que se viene por parte de la esposa de Soria, lo más probable es que apunte a una fuerte discusión en el matrimonio y que en un estado de locura tomó el arma y le disparó, estando él tirado en la cama. La escena no encaja demasiado con la emoción violenta, según ya lo dijo el juez Chirinos, pero como señala Castex, “deja enormes márgenes para que los jueces encuadren como quieran. No es una figura psiquiátrica, sino legal”, ironizó el conocido especialista. Da a entender así que no se trata de algo científico, sino de una figura que permite que un magistrado pueda aceptar la emoción violenta si quiere beneficiar a alguien o rechazarla si no lo quiere beneficiar. Allí entra el tramo final del artículo del Código: “circunstancias que lo hicieran (el homicidio) excusable”.
En la semana transcurrida, el caso Soria registró irregularidades llamativas. El Ejecutivo rionegrino se apresuró a calificar el hecho como “un accidente doméstico”, mientras que el titular de la Corte, Víctor Sodero Nievas, dio datos de un expediente que estaba en secreto de sumario e incluso datos que luego fueron desmentidos. El supremo aseguró que los custodios escucharon a Freydoz diciendo “lo maté sin querer” y luego en sus declaraciones ambos guardias afirmaron que no dijo nada. Peor aún, Sodero Nievas sostuvo que la causa se encaminaba a la emoción violenta. Para redondear, el gobernador Alberto Weretilneck amagó con el juicio político y después se echó atrás.
La polémica trayectoria de Soria no terminó con su muerte. Las circunstancias oscuras continúan aun después de su fallecimiento.
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