EL PAíS › SUSANA FREYDOZ FUE TRASLADADA A LOS TRIBUNALES
La viuda del gobernador de Río Negro, Carlos Soria, se presentó ayer ante el juez, quien le informó el delito que se le imputa. Se negó a declarar.
› Por Irina Hauser
Susana Freydoz fue indagada ayer como única sospechosa del asesinato de su esposo, el gobernador rionegrino Carlos Soria, pero por consejo de su abogado no dio su versión de lo ocurrido ni contestó preguntas. El juez Emilio Stadler la situó en el peor de los escenarios al anunciarle que está imputada por el delito de homicidio calificado, agravado por el vínculo, que ni siquiera es excarcelable bajo el atenuante de haber actuado en estado de “emoción violenta”. La había citado en la misma mañana y en cuanto la viuda se presentó le leyó los hechos que se le adjudican, que la muestran como quien disparó en la madrugada del 1º de enero el revólver calibre 38 que Soria guardaba en su mesa de luz, en la chacra de las afueras de General Roca. El defensor, Alberto Riccheri, pidió acceder al expediente y una nueva audiencia. De todos modos, ya comenzó a correr la cuenta regresiva de diez días para que el magistrado decida su situación procesal y defina si le dicta prisión preventiva o una internación psiquiátrica vigilada.
La audiencia con el juez y el fiscal Miguel Angel Fernández Jahde duró menos de dos horas y allí se le explicó a Freydoz que por lo pronto todas las pruebas apuntan a que mató a su esposo con conciencia de sus actos. Si su comprensión estaba disminuida por el consumo de ansiolíticos y alcohol, es algo que se definiría en base a pericias toxicológicas que están en trámite. Lo mismo en relación a la inimputabilidad señalada por la defensa como posible estrategia para desligarla del delito. Por la descripción que eligió Stadler no parece orientado a morigerar la acusación.
Riccheri dijo que hubiera sido “ingenuo declarar sin haber accedido a la causa”, aunque al presentarse Freydoz tuvo “la oportunidad de conocer el hecho” y “de comenzar formalmente a defenderse”. La imputación que utilizó el juez, admitió Riccheri, “creo que nos va a acompañar” el resto del proceso.
El juez que tuvo la causa los primeros quince días y tomó las principales medidas, Juan Pablo Chirinos, había dicho que la hipótesis siempre fue la del “homicidio doloso” agravado por el vínculo y por el uso de un arma de fuego. El asesinato de un cónyuge, aun si fue cometido bajo emoción violenta –en un rapto de locura transitoria– prevé de 13 a 25 años de prisión. Chirinos describió que la muerte del gobernador se produjo “en el marco de una discusión entre el doctor Soria y la señora Freydoz, sin que existiera interrupción alguna entre el comienzo de la discusión y la finalización de la misma por el disparo”. Añadió que no hay nada que haga sospechar la intervención de “alguna otra persona”. El eje de la pelea era una relación extramatrimonial de Soria, dicen allegados al caso. En la reconstrucción fueron claves los testimonios de la hija menor, María Emilia, y de su novio, que estaban en la casa. Del relato de la chica se desprendería que Freydoz habría tenido noción de lo ocurrido, ya que le habría gritado “¡Llamá a la ambulancia, boluda!”, al verla en el dormitorio donde estaba tendido Soria en la cama. La viuda era la única que tenía rastros de pólvora en las manos. Habría disparado a más de 50 centímetros de distancia.
El juez Stadler le notificó a Freydoz que debe estar a disposición de la Justicia, lo que para su abogado es “una cuasi detención”, reforzada porque tiene custodia permanente. Riccheri insistió en reclamar los análisis toxicológicos y estudios psiquiátricos. El fiscal, que aún no descarta que Soria estuviera dormido cuando lo mataron, viajaría a Salta para seguir de cerca pericias sobre el disparo. Freydoz puede declarar o no.
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