Dom 12.02.2012

EL PAíS

Ficción, realidad

› Por Mario Wainfeld

Kostas Járitos es, literalmente, un detective de novela. Una creación literaria del novelista griego Petros Márkaris. Comisario de la policía de Atenas, en la actualidad Járitos es un tipo común, bien diferente de Sherlock Holmes o Philip Marlowe. Familiero, pendiente de la carrera universitaria (y de las parejas) de su hija, siempre exigente con la medialuna del desayuno o la comida que le prepara su esposa. La más reciente novela de Márkaris, Con el agua al cuello, transcurre en la Grecia de estos días, la de la crisis, la de las presiones de la Unión Europea (UE) y los organismos internacionales de crédito. El comisario labura mientras le bajan el sueldo, le reducen beneficios laborales bastante llamativos (doble aguinaldo). Le toca investigar los crímenes de un asesino serial que mata a altos personajes del sistema financiero.

La acción se desenvuelve combinada con conversaciones entre policías que despotrican contra el ajuste y la Troika que componen un representante de la UE, uno del Banco Central Europeo y uno del Fondo Monetario Internacional (FMI). A medida que se suceden los homicidios, crece la empatía del pesquisa (y la del lector, qué va usted a hacerle) con el asesino, dadas las andanzas de sus víctimas. Es ficción, se reitera para no ofender a la corrección política.

El libro se divulgó el año pasado. En la edición de ayer de Página/12 se informa que los numerosos manifestantes que se oponen a las medidas del gobierno griego colgaban afiches con la imagen de los miembros de la Troika, embellecidos con la palabra “Wanted”. En simultáneo, la policía hizo pública una carta alertando que las medidas “están poniendo en peligro la democracia griega y la supervivencia de su pueblo”. Y la presidencia del sindicato de policías acusó a los integrantes de la Troika de intentar violar la soberanía nacional así como de robar al pueblo griego sus bienes.

La viñeta viene a cuento para recomendar la lectura de las andanzas de Járitos, para resaltar cómo la ficción puede anticipar un cachito la realidad. Y para rememorar los buenos tiempos en que burócratas del FMI como Anoop Singh o Teresa Ter Minassian, personajes de segunda por lo demás, les marcaban el paso a gobiernos populares. Y, ya que estamos, para echar una mirada sobre los parajes en los que, hoy día, se producen ajustes dendeveras.

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