Vie 17.02.2012

EL PAíS  › OPINION

La provocación de Videla

› Por Guido L. Croxatto *

Los enemigos de los derechos (tanto en España como en la Argentina) alzaron la voz. Parecen decididos a dar batalla. A combatir la memoria, la justicia, la verdad, la equidad, la integración. A defender el silencio y el olvido. La muerte. Jorge Rafael Videla reivindicó la dictadura. La Justicia española inhabilitó a Baltasar Garzón.

Videla habló muy pocas veces desde la recuperación de la democracia, hace más de 28 años, mientras sí decían lo suyo las fosas comunes. ¿Por qué volvió a dar declaraciones públicas? ¿Por qué para un medio español?

Las fosas comunes, para algunos, no hablan. Cuando Videla afirma que hoy “no hay justicia y la República está desaparecida” juega con las palabras, como si dijera que lo justo son el secuestro, la violación y la tortura en centros clandestinos, la capucha, el submarino y el empalamiento. Y que las descargas, la huevera, los vuelos de la muerte y los robos de bebés son la República deseada.

Videla emulaba al emperador rumano Vlad Teppes, que mandaba empalar y desgarrar a sus enemigos. Que les quitaba todo. También la palabra. Jóvenes como Floreal Avellaneda, de 15 años, fueron empalados y arrojados vivos al río o al mar.

Esta misma semana, antes de ser internado y operado por un aneurisma, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Duhalde, venía de dirigir una conmovedora carta al juez Garzón. “No eres tú el condenado, el condenado es el sistema de justicia español” sirviente de la memoria negra del franquismo.

Videla eligió un lenguaje. Para hablar de la República puso la palabra “desaparecida”. Y eso es una provocación.

Escribo estas líneas desde Londres. Cuando me enteré de la internación de Duhalde, con quien trabajo como asesor, recordé la pregunta que siempre tiene a mano: “¿Vos qué hacés por el Derecho?”. También suele decir que Néstor Kirchner cambió los vientos de la historia. “Nuestro peor momento llegó con los Kirchner”, dijo Videla. Debe ser porque una democracia está juzgando a toda la estructura del poder asesino.

El 25 de marzo de 2004, el presidente Néstor Kirchner le ordenó al teniente general del Ejército que descolgara en persona el cuadro de Jorge Rafael Videla del Colegio Militar. El momento fue simbólico y marcó un antes y un después en el Derecho argentino: simboliza el fin de la impunidad. Sin embargo, el cuadro que descolgó Bendini no era el original, sino una fotografía ampliada y simbólica que se puso allí para permitir la ceremonia. El cuadro de Videla había sido robado. El retrato original fue quitado horas antes de la pared.

La ausencia de ese cuadro tal vez simbolice o haya simbolizado la resistencia de un grupo o de una parte de la sociedad a este nuevo proceso que significa la derogación de las leyes de obediencia debida y de punto final (un proceso complejo que recién están comenzando otros países de la región y del mundo, que toman el caso argentino como un modelo) y el juzgamiento de los delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado, doctrina magníficamente esbozada en el caso Simón, de la Corte Suprema (2005), que contó con una sola disidencia solitaria, la de Carlos Fayt.

Como decía Adorno en Mínima Moral, “lo único que le queda a la filosofía (después de Auschwitz) es responsabilizarse”. Pero es también el dilema de la filosofía argentina. Y en realidad es el dilema de toda filosofía y de toda persona: el compromiso.

Uno de los libros publicados recientemente por la universidad de Freiburg (2008) y más vendidos en Alemania, que también se encuentra en el museo (al lado de la larga lista gris, de víctimas del nazismo, de estudiantes y profesores muertos, perseguidos y desaparecidos), contiene una nota que empieza con la misma frase universal de mea culpa que podemos usar –y de hecho hemos usado– los argentinos para pensar también nuestro propio y oscuro pasado: “Wir wissen nichts, wir haben nichts gesehen, wir haben nichts gehört”. Quiere decir: “Nosotros no sabemos nada, no hemos visto nada, no hemos escuchado nada”.

¿Cuál es esa frase ciega e inhibida que ya no podremos decir sin inculparnos mientras la decimos? Esa frase es “yo no sabía”.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, visitó la ex ESMA en junio del año pasado. “En la Argentina la Era de la Impunidad ha muerto”, dijo allí, tras recibir un pañuelo blanco de las Abuelas.

Mejor el enfoque de Ban Ki-moon que el de Tzvetan Todorov, el intelectual que enarbola, todavía hoy, la bandera de la desmemoria y la teoría de los dos demonios. Todorov, que también visitó la ESMA, habla de un “mal uso” de la memoria. Se refiere a los “riesgos de una memoria incompleta”.

Nosotros solos nos tapamos los ojos. Nosotros solos decidimos no ver. Porque el pasado siempre se vio. Siempre se supo. El problema era animarse a ver lo que ya se sabía. Empezar a decir lo que necesitaba ser dicho. Recuperar el Derecho. Construir la memoria. Exactamente lo que irrita a Videla.

* Asesor de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

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