“Nunca hubo ningún pedido de rescisión notificado al Ejecutivo de ninguna de las concesiones ferroviarias de parte de ningún organismo de control, ni siquiera de la Auditoría General de la Nación”, dijo ayer la Presidenta sobre las concesiones ferroviarias, en especial de la línea Sarmiento, a cargo de la empresa TBA. Uno de los temas que tocó en su extenso discurso de apertura del año parlamentario fue la política ferroviaria del Gobierno y las medidas frente al choque de tren que sucedió el miércoles de la semana pasada en Once. Insistió en la necesidad de que el juez Claudio Bonadío acelere las pericias en la investigación de las causas del choque y reiteró que tomará la decisión “que haya que tomar”. Además defendió las inversiones de su gestión en los trenes y defendió el “tren bala”.

“La información con la que se hicieron los informes de Auditoría la produjo la Comisión Nacional de Regulación del Transporte y otros organismos”, dijo la Presidenta para referirse a las observaciones de la AGN. Fuentes de ese organismo aclararon a Página/12 que no es su atribución exigirle al Ejecutivo la rescisión de contratos: “En los informes se señalan los incumplimientos de la empresa y se llega a conclusiones respecto de cuál es el nivel de incumplimiento, qué tipo de obligaciones se incumplen, y si esos hechos se reiteran”, explicaron. “Toda concesión tiene sus causales de rescisión y sus observaciones. Muchas veces, las segundas se encuadran dentro de las primeras y a veces lo decimos explícitamente. Pero hasta ahí llegamos”, afirmaron.

Respecto de las responsabilidades políticas sobre el choque del tren, la primera mandataria afirmó: “No me va a temblar la mano para tomar las decisiones que tenga que tomar”. E insistió: “Es necesario tener cuanto antes las pericias terminadas para determinar las responsabilidades”. “No es tan difícil ni puede durar tanto tiempo”, agregó, y confió en que no habría “ningún problema” para llevar adelante la investigación, que consideró que está en manos de “excelentes profesionales”.

En su alocución, la Presidenta defendió la inversión que hicieron su gobierno y el de Néstor Kirchner en materia ferroviaria, aunque reconoció que hay “problemas”. “Estamos tratando de dar respuesta a un sector cuyos problemas empezaron en los años ’60, con el Plan Larkin”, dijo, refiriéndose a un plan de racionalización ferroviaria emprendido por el radical Arturo Frondizi. Negó que la privatización de los trenes durante el menemismo sea la única causa del deterioro del sistema ferroviario, aunque reconoció que la situación “se acentuó en la década del ’90”. “Hubo varias causas, pero tendremos que hablar responsablemente”, completó. Destacó el buen estado y el crecimiento en lo que se refiere al transporte de cargas, y señaló que, en cuanto al transporte de pasajeros, se adquirieron 157 unidades nuevas para el Mitre y el Sarmiento. Agregó que los salarios de los trabajadores ferroviarios aumentaron un 600 por ciento en los últimos años.

Luego de leer en voz alta un artículo de El Cronista Comercial, en el que criticaban la existencia de un supuesto “cerco” para que sólo las empresas nacionales participen del sector, CFK rememoró el proyecto del “tren bala” en 2008. “Cuando yo propuse, mediante el financiamiento de la compañía francesa Alstom, hacer un tren de alta velocidad entre Buenos Aires y Córdoba, me mataron. Propios y ajenos”, recordó.

Informe: Sol Prieto.