EL PAíS › LA MOVILIZACION DEL ESPACIO POR LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA
La movilización fue de Congreso a Plaza de Mayo. Los partidos de izquierda aportaron las columnas más grandes. Participaron numerosos grupos de arte, danza y teatro. Los radicales fueron y les cantaron de todo. Concluyó con un documento crítico al Gobierno.
› Por Laura Vales
Los partidos de izquierda marcharon cerrando la movilización de ayer del Espacio por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Llevaron las columnas más grandes, pero lo impactante fue otra cosa: la enorme cantidad de grupos –colectivos de arte, centros culturales, de teatro, de danza, de percusión– que habían llegado para encabezar las primeras cuadras de la marcha a la Plaza. A las cuatro de la tarde, la Avenida de Mayo se convirtió en un escenario móvil. De golpe, detrás de unas banderas con los nombres de los desaparecidos pasaban cien personas con remeras blancas, bailando una coreografía sin ningún cartel. O de entre las cabezas de la multitud un grupo de malabaristas tiraban al aire sus clavas rojas, para volverlas a agarrar en el momento en que una chica de toga y peluca entalcada cruzaba corriendo la avenida, como primer acto de una obra de teatro improvisada en la calle. Así abrió la primera de las dos marchas que llegaron hasta la Pirámide de Mayo por el 24 de marzo.
El Espacio reúne a las organizaciones críticas del kirchnerismo. En el documento consensuado que leyeron desde un palco montado de espaldas a la Casa Rosada no ahorraron cuestionamientos a la gestión presidencial, repudiaron la sanción de la ley antiterrorista y advirtieron sobre la judicialización de las luchas sociales. “Denunciamos que el gobierno nacional despliega desde hace largo tiempo una política represiva y de criminalización de la protesta”, señalaron en este sentido, para advertir que en el país “ya hay más de cuatro mil personas con causas abiertas” por haber participado en reclamos.
Fue una marcha con mayoría de jóvenes. Los centros de estudiantes de los colegios secundarios llevaron una pancarta unificadora, “en defensa de la educación pública”, mientras que los universitarios, más atrás, caminaron junto a muchos docentes de la Conadu Histórica. También hubo una columna de terciarios. El tema es que los estudiantes fueron tantos que, a la hora de entrar en la plaza, demoraron el arranque de los grupos que estaban atrás, y esto generó que el orden de ingreso a la plaza se perdiera y que con la ansiedad hubiera columnas que en lugar de esperar optaran por mandarse por las diagonales. La pérdida del orden de entrada, que no es novedad en estas marchas multitudinarias, le hizo pasar un mal rato a los radicales, que este año juntaron fuerzas para llevar militantes a la movilización, con tanta mala suerte que quedaron pegados a las columnas de la izquierda. Como era de esperar, les cantaron de todo, y si bien lograron llegar al Cabildo, se tuvieron que aguantar una hora de consignas recordándoles al ex presidente Raúl Alfonsín, a la obediencia debida y el punto final.
“Vos que te la das de progresista / votás la ley antiterrorista”, cantaron también en las columnas de los partidos de izquierda, esta vez con destino al gobierno actual. El grueso de las columnas todavía no había podido llegar hasta el escenario cuando, por una cuestión de tiempo porque ya era la hora en que la segunda marcha tenía que comenzar, los locutores empezaron a leer el documento del Encuentro. A modo de anticipo de lo que sería su tono, las organizaciones que lo integran habían dado a conocer en la semana un “informe sobre la situación de los derechos humanos”, realizado especialmente para este 24. Con el eje puesto en los casos de criminalización de la protesta, denunciaron que del registro que habla de 4000 personas con causas judiciales se desprenden varios datos. Por ejemplo, que los reclamos por cuestiones laborales –es decir de trabajadores– y por tierras –de los pueblos originarios– han sido los más criminalizados. Y que en los últimos años, la tendencia fue a agravar las imputaciones, aplicando tipos penales más pesados.
Al margen del documento consensuado, en la movilización se expresaron otros reclamos enmarcados en un sentido amplio de los derechos humanos. El Frente Nacional por la ley de Identidad de Género, por ejemplo, marchó con ese norte. También participaron los del Frente de Artistas del Borda; “Excluidos y olvidados somos desaparecidos”, plantearon en uno de sus carteles. En otro advertían que “si hay sentido común, hay otros sentidos posibles”.
Hubo mucha gente que marchó desmarcada de cualquier grupo. Padres con chicos en bicicleta, familiares de desaparecidos que fueron a la plaza con la foto de su ser querido o con su nombre escrito en un papel, prendido al pecho. Gente que, como todos los años, avanzó por las veredas, a los costados de las columnas, con el acento puesto en el aniversario del golpe, pero sin mucha idea de las diferencias que se expresarían en una marcha con respecto a la otra. Para muchos, también es parte de la tradición de los 24 de marzo ir a las dos marchas. Como sea, la dimensión que tuvo pudo volver a medirse en lo dificultoso que fue llegar desde el Congreso a la Plaza. Cuando en el palco terminaron de leer el documento, todavía había columnas que esperaban para entrar a cinco cuadras de distancia de la plaza.
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