EL PAíS › LONDRES ADMITIó QUE EL CONFLICTO ES NíTIDO Y VISIBLE
En un almuerzo de trabajo con los embajadores de América latina, Jeremy Browne, uno de los vicecancilleres del Reino Unido, usó la metáfora que alude a algo desproporcionadamente costoso.
› Por Martín Granovsky
A menos que todos sus funcionarios tengan un manejo de la lengua digno de Winston Churchill pero no su claridad política, la Cancillería británica admitió ayer que la cuestión de las Malvinas es “un elefante blanco”. En la tradición asiática, que el Foreign Office conoce bien, un elefante blanco es algo difícil de mantener y de un costo desproporcionado a las ventajas que suministra.
De acuerdo con diplomáticos de la región consultados por este diario, la expresión fue utilizada por Jeremy Browne, ministro de Estado del Foreign Office, un cargo equivalente al de vicecanciller, en este caso con responsabilidad de varias áreas, una de ellas América latina. Browne, que integra el gobierno del conservador David Cameron, habló durante un almuerzo de trabajo con todos los embajadores latinoamericanos a solo cinco días del 2 de abril, cuando se cumplirán 30 años desde que una maniobra de la dictadura argentina consolidó el poder del Partido Conservador de Margaret Thatcher.
Browne pertenece al Partido Liberal Demócrata, aliado de los conservadores. Miembro del Parlamento por Taunton Deane desde 2005, antes de ser ministro el dirigente fue el responsable de asuntos internacionales y de temas económicos de su partido. Hombre del establishment económico, fue directivo de empresas de comunicaciones y de finanzas. Taunton Deane es parte del condado de Somerset, una de las regiones que en el siglo XI resistió, finalmente sin éxito, la invasión normanda que terminó con la influencia escandinava.
Según el relato, en el almuerzo con los embajadores Browne habló del diferendo de las islas como “el elefante blanco que tenemos sobre la mesa”. No citó el origen tailandés de la tradición, según el cual si el monarca entregaba un elefante blanco a un súbdito era un castigo y no un premio, porque debía mantenerlo y alimentarlo. Lo dijo tras felicitarse de que intensificar las relaciones con América latina fue una decisión de su gobierno. Acompañado del director para las Américas del Foreign Office, Angus Lapsley, Browne pidió creatividad en las relaciones de cooperación entre los Estados de América latina y el Reino Unido, sugirió intensificar el comercio y propuso discutir pautas sobre el cambio climático.
Si un elefante blanco es un animal por el que se paga un costo desproporcionado en mantenimiento, caben dos interpretaciones sobre las palabras de Browne. Una, que la existencia de las Malvinas tal como están, en medio de un conflicto no resuelto de soberanía, produce un costo alto, algo que podría indicar la pérdida de las cotizaciones en Bolsa de las cuatro empresas que están realizando exploración petrolífera en la zona. La otra interpretación es que para América latina apoyar la posición argentina de pedir una negociación que incluya la soberanía sería costoso ante Londres. La segunda lectura podría coincidir con una frase de Browne, que en el almuerzo dijo no entender “esa solidaridad latina”.
Sea cual sea la interpretación de la frase, un elefante blanco es un animal que se nota. Porque es un elefante y porque es blanco.
Hacerlo notar introduce un matiz diferente en la política que el Foreign Office viene desplegando estos días en los que el 2 de abril aparece solamente, y el propio ministro lo dijo ayer en un momento, como “una oportunidad para honrar a todos los muertos por la guerra”.
En su discurso ante los latinoamericanos, Browne defendió el principio de autodeterminación para los isleños y mencionó el próximo plebiscito escocés, que no tiene fecha y se discute en estos días entre Cameron y su colega de Escocia Alex Salmond, nacionalista. Escocia forma parte del Reino Unido por un acta de Unión firmada en 1707. Salmond quiere la independencia y una consulta en 2014, cuando se cumplirán 700 años de la batalla de Bannockburn, cuando Escocia le ganó una batalla a Inglaterra en las guerras por su independencia. Alentados por la riqueza petrolera, los nacionalistas argumentan que Escocia sería un país viable.
Según Browne, el principio de autodeterminación es “universal”. El Estado argentino sostiene, en cambio, que no se aplica a los isleños. Entre otros fundamentos se ampara para sostenerlo en que desde 1965 la Organización de las Naciones Unidas considera la cuestión de las Malvinas como una herencia colonial que debe ser subsanada por el diálogo entre Londres y Buenos Aires.
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