EL PAíS › EL JUICIO DEL CRIMEN DE SAN NICOLáS
El demorado juicio por los asesinatos de la calle Juan B. Justo comenzará en julio. Están acusados dos policías y el coronel Amant.
El próximo 3 de julio se cerrará una larga historia de búsqueda de justicia para Manuel Gonçalves. Será cuando el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Rosario inicie el juicio por la masacre de la calle Juan B. Justo, el operativo que fuerzas conjuntas del Ejército, las policías Federal y Bonaerense realizaron, con más de 40 efectivos, el 19 de noviembre de 1976, en pleno centro de San Nicolás. Manuel tenía cinco meses. Es el único sobreviviente del ataque, ya que su madre, Ana María del Carmen Granada, atinó a dejarlo dentro de un placard y rodearlo con un colchón para evitar que lo ahogaran los 30 cartuchos de gases lacrimógenos tirados por los represores. Los otros dos niños que estaban en la casa, Fernando y María Eugenia Amestoy, de tres y cinco años, murieron, ya que en el baño no estuvieron a salvo de las emanaciones. Los adultos, Ana María, Omar Darío Amestoy y María del Carmen Fettolini fueron acribillados. El proceso que se inicia, tras largas dilaciones, tiene tres imputados: el coronel Manuel Fernando Saint Amant, principal responsable de la represión en la zona; el policía Antonio Federico Bossie y el comisario general (RE) Jorge Muñoz.
La pericia realizada por el TOF N° 2 indica que Saint Amant es imputable: está en condiciones de ser sometido a juicio, de modo que el 3 de julio, a las 10, deberá sentarse en la sala de audiencias para escuchar las acusaciones en su contra.
Manuel vivió 19 años con una identidad fraguada, ya que, tras la masacre, el juez de Menores de San Nicolás, Juan Carlos Marchetti, lo entregó en adopción sin buscar a su familia. Desde que recuperó su verdadero nombre, comenzó una investigación para reconstruir la historia. Fue querellante en la causa contra Luis Abelardo Patti por el asesinato de su padre, Gastón Gonçalves, que terminó con una condena a prisión perpetua. Además, Manuel denunció a Marchetti por sustracción de identidad.
Ana María tenía 26 años y su compañero (Gastón) había desaparecido cuando estaba embarazada. En la clandestinidad, afrontó el embarazo. Manuel no recordaba la masacre, pero había un registro inconsciente de lo ocurrido cuando sólo era un bebé de cinco meses. “Tenía muchos problemas de anginas y cuando tenía fiebre, gritaba: ‘Por favor, sacá a los soldados de acá’. Veía en la habitación gente que revolvía todo. Después fue inevitable relacionar esos sentimientos con lo ocurrido”, relata Gonçalves, ansioso por el comienzo del postergado juicio, que debía iniciarse en agosto del año pasado.
Manuel estuvo cuatro meses con custodia policial en el hospital de San Felipe. Las enfermeras recuerdan que, si el policía entraba con gorra, el niño lloraba desconsoladamente. “Claramente fueron a matar a todos”, afirma Manuel, que es patrocinado por Ana Oberlin.
Cuando supo, a los 19 años, que era hijo de Ana María y Gastón, Manuel necesitó armar un rompecabezas. “Reconstruí mi historia para encontrarme a mí mismo, por eso fui a hablar con vecinos.” También pudo entrar a la casa de Juan B. Justo al 600. “Estaba todo muy a flor de piel, los vecinos relataban lo ocurrido”, recordó.
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