EL PAíS
“Gestión obrera o más vaciamiento de empresas”
El candidato del Partido Obrero, Jorge Altamira, señaló que el resto de la izquierda tendrá que elegir entre ser revolucionaria y marchar con su partido, o ser parte de la centroizquierda.
› Por Eduardo Tagliaferro
Tradicionalmente para los partidos de izquierda las elecciones son uno más de la gran cantidad de frentes que aparecen en su horizonte. Para ellos, el éxito no suele estar atado a los guarismos sino a la utilización de la tribuna para difundir programa y discurso. “La elección presidencial no es la culminación de una crisis sino un episodio más dentro de la crisis”, afirma Jorge Altamira, candidato del Partido Obrero. En diálogo con este diario, hablando del escenario en el que se realizan los comicios, Altamira sostiene que “un grupo de políticos tradicionales quieren volver al orden anterior al del 19 y 20 de diciembre y se enfrentan a un pueblo que está discutiendo su programa futuro”. En ese análisis las opciones son: “Si habrá gestión obrera o si los capitalistas van a seguir vaciando empresas”.
–¿Qué expectativas electorales y políticas tiene?
–Estamos frente a un escenario de una gran crisis política. Los candidatos que vayan a la segunda vuelta reunirán un caudal de votos inferior a la mitad del padrón electoral. Además contarán la desafección hacia ellos de la otra mitad electoral. De modo que el segundo turno es forzar a la mitad del país a votar por candidatos que no quiere. El ballottage no consagrará ninguna legitimidad para nadie. Esto es un verdadero fraude político.
–¿Por qué la rebelión del 19 y 20 de diciembre de 2001, que presuponía un cambio de modelo, no logró expresarse en las elecciones?
–El gobierno tuvo el acierto, después de la matanza de Puente Pueyrredón, de armar un proceso electoral en el cual maneja las principales cartas que tiene, los medios y el aparato político e institucional, para instalar una agenda abstracta de renovación política. De ninguna manera creo que haya tenido éxito. En primer lugar, la imposibilidad de desocupar Zanon la semana pasada, tras una huelga general, revela que el proceso es más profundo que en diciembre del 2001. Por más profundo que hayan sido los hechos de diciembre, en ningún momento estaba incluida la agenda social. Allí había una agenda de representación: “Que se vayan todos, no queremos a estos políticos”. Ahora discutimos sobre gestiones obreras, es decir alternativas a la gestión capitalista. Ahora hay una agenda con un contenido social de avanzada.
–¿Le parece que detrás de las elecciones se está discutiendo eso?
–El tema social no salió de la agenda y Carlos Menem, Elisa Carrió y Ricardo López Murphy la instalaron con mayor fuerza, cuando dijeron que ellos sacarían a los piqueteros de las fábricas.
–¿Cuándo Carrió dijo eso?
–Lo hizo a través de Gustavo Gutiérrez en declaraciones que le hizo al diario El Cronista Comercial. La semana previa a las elecciones presenta un escenario en el que un grupo de políticos tradicionales que quieren volver al orden anterior al 19 y 20 de diciembre de 2001, se enfrentan a un pueblo que está discutiendo cuál será su programa futuro: si habrá gestión obrera o si los capitalistas van a seguir vaciando empresas.
–En ese análisis, ¿qué significan las próximas elecciones?
–Una elección es como una final de campeonato. Todo el trabajo que se hizo parece demostrarse allí. En Estados Unidos hasta hacen guerras para llegar bien a las elecciones presidenciales. Es decir que la elección presidencial es la culminación. Acá la elección presidencial es un episodio de la crisis y no la culminación de un proceso político previsto en la Constitución.
–Pero luego de las elecciones surgirá un nuevo escenario político.
–Menem aparece en la campaña electoral como el gran pretexto para votar el mal menor. El próximo gobierno intentará restaurar el orden previo al 19 y 20 de diciembre de 2001. Para el pueblo eso le plantea los mismos problemas que con la presencia de Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde en el gobierno. Para el país, el costo de esa restauración es muy alto, los banqueros están reclamando unos 50 mil millones en concepto de pérdidaspor la devaluación. En este contexto el voto en blanco o la abstención no gravitan. No es suficiente que sean muchos los que se abstienen sino que tienen que hacerse sentir en la sociedad. Cuando Luis Zamora descubrió eso ya era tarde para presentarse en las elecciones presidenciales y por eso se terminó presentando en las de la Ciudad.
–La última pregunta es de manual. ¿Por qué aparece como imposible la unidad de la izquierda argentina?
–La izquierda que no es el Partido Obrero se confrontará a una gran crisis. Tendrá que elegir entre ser revolucionario o un nuevo tipo de centroizquierda. Los que no elijan ser centroizquierda, tendrán que confluir en una experiencia con el PO.