EL PAíS
› ALFONSIN SE TROMPEO CON QUIENES LO REPUDIABAN
A las piñas con el cacerolazo
El miércoles a la noche se encontró con un escrache en su casa. A los gritos, empezó a los golpes.
El miércoles no fue un buen día para el ex presidente y actual senador bonaerense Raúl Alfonsín. A la medianoche, cuando regresaba a su departamento porteño, el legislador se encontró con un cacerolazo que lo esperaba en la puerta. Lejos de amilanarse, el ex presidente no dudó en acercarse. Pero la acusación de “ladrón” y “corrupto” lo sacó de las casillas y terminó enfrentándose a golpes con los manifestantes. No hubo heridos ni detenidos, pero el legislador se retiró con su orgullo mancillado.
No era la primera vez que Alfonsín era objeto de una protesta callejera. La semana pasada ya había ocurrido uno. Pero la manifestación del miércoles a la medianoche, según su hijo Ricardo, era distinta porque a su padre “lo acusaron de ladrón y corrupto, y después lo agredieron, entonces respondió como un hombre de honor, con dignidad”.
El hijo del legislador y diputado provincial relató a Página/12 lo que ocurrió en la esquina de Santa Fe y Rodríguez Peña. Dijo que la manifestación y los gritos que proferían sus participantes lo llevó a bajarse con el auto prácticamente en movimiento. Se acercó al grupo de unas 50 personas. Muchos hacían alusión irónicamente a las frases que pronunció Alfonsín cuando finalizó la rebelión militar de 1987: “Felices Pascuas” o “la casa está en orden”. Pero ante el calificativo de ladrón y corrupto intentó, a los gritos, saber la razón de la acusación. “De repente –señaló Alfonsín hijo– un muchacho, un grandote que sostenía un cartel, lanzó una trompada que mi padre pudo esquivar y que le rozó apenas la nuca. Y él se defendió.”
Mientras el ex presidente repartía puñetazos con inusitada agilidad, que sorprendió hasta a los propios manifestantes, permitió que sus custodios alcanzaran a retirarlo del tumulto con la ayuda de transeúntes e incluso de algunos de los integrantes del cacerolazo.
Con algunas diferencias, una de las vecinas que participó de la protesta callejera relató también a este diario los incidentes. Adriana, como se identificó, dijo que el senador descendió del auto acompañado de dos custodios. Cuando se acercó a la manifestación y mientras señalaba la bandera que portaban los caceroleros gritó “ya les voy a dar” y “¿por qué me escrachan?” Sin decir agua va, el ex presidente comenzó a lanzar trompis a los vecinos. Según Adriana, un puñetazo se estrelló en la cara de una vieja afiliada radical que participaba del cacerolazo. La actitud de Alfonsín, dicen, sorprendió a más de uno de los manifestantes. “Pegó, pero como es un hombre mayor no lastimó a nadie”, dijo Adriana, que jura que no lo atacaron físicamente, aunque reconoce que algunos lo insultaron.
En síntesis, según la vecina, cuando los custodios trataban de calmarlo llegó un patrullero. Los policías se sorprendieron cuando vieron que el que repartía golpes era Alfonsín y “quedaron petrificados”. Entonces, cuando Alfonsín se retiró acompañado de sus custodios y algunos manifestantes, la gente –entre algunas risotadas– comenzó a gritarles a los efectivos: “Detengan al golpeador”.