EL PAíS › OPINION
› Por Hugo Soriani *
Este acto nació de la iniciativa de un grupo de compañeros de la promoción 71 que, al cumplir y festejar sus cuarenta años de egresados, decidimos saldar algunas cuentas que teníamos desde nuestro paso por el colegio. Fue así que nos propusimos reclamar un diploma que nos debían desde aquel último día de clases, y recordar también a Guillermo Segalli, egresado un año antes y desaparecido desde febrero del ’78.
Luego alguien propuso ampliar el homenaje a todos los ex estudiantes del Vieytes que fueron desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado. Y así llegamos hasta aquí.
Desde ahora todos podrán leer en esta placa que vamos a descubrir los nombres de los 20 compañeros que fueron asesinados por las diferentes dictaduras que asolaron al país. Veinte nombres que curiosamente son el mapa de la historia argentina, en sus etapas más negras.
Alumno de esta escuela fue, por ejemplo, Felipe Vallese, secuestrado y desaparecido en el año 1962, luego de que un golpe militar derrocara al presidente Frondizi.
Alumno de esta escuela fue, por ejemplo, Eduardo Capello, asesinado en lo que se bautizó como “la masacre de Trelew”, cuando la dictadura del general Lanusse fraguó una fuga inexistente y fusiló a 22 militantes políticos en la base Almirante Zar, de Trelew.
Alumno de esta escuela fue, por ejemplo, Daniel Winner, asesinado en 1974 por las bandas de la Triple A en la Facultad de Ingeniería donde estudiaba.
Y los demás nombres son de desaparecidos por la última dictadura militar, la de Videla, la más sangrienta que haya vivido la Argentina.
Veinte nombres. Veinte compañeros que hoy serían, como nosotros, profesionales, padres, esposos, profesores. Veinte jóvenes, muchos de los cuales no tuvieron tiempo de formar una familia, de ver crecer a sus hijos y de gritar junto a ellos un gol de su cuadro favorito. Veinte nombres que estuvieron en estas aulas, que jugaron en este patio, que tenían novias, amores, sueños y que tuvieron, sobre todo, la convicción y la fuerza para pelear por un país mejor. Un país para todos y no para unos pocos privilegiados.
Y por eso los mataron.
Difícil comparar aquellas épocas de la escuela con las de hoy. Estos veinte compañeros forjaron sus convicciones en un ambiente casi irrespirable de autoritarismo y represión. Un ambiente donde algunos directores, algunos profesores o preceptores eran los encargados de denunciar ante los organismos de seguridad a aquellos a quienes había que darles un escarmiento. Que no eran amonestaciones, eran los campos clandestinos de detención, eran la tortura y la muerte.
Esa es la esencia del terrorismo de Estado, transformar las herramientas que deben protegernos y cuidarnos en una fría máquina de matar.
Hoy esas autoridades nos acompañan en este homenaje. Porque ésta es la escuela de la democracia. Acá, en la escuela pública, se debate, se fomenta el pensamiento crítico, se estudia y se forman ciudadanos libres.
Sepamos cuidarla y profundizarla. Que haya más aulas, y no menos, que haya más presupuesto para la educación pública, más escuelas, más hospitales, menos pobreza, más igualdad.
Ese será el mejor homenaje para nuestros compañeros asesinados por el terrorismo de Estado y la única forma de construir un país con Memoria, Verdad y Justicia.
* Ex alumno de la escuela Hipólito Vieytes. Palabras leídas en el acto de homenaje a los ex alumnos desaparecidos.
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