EL PAíS › LA INVERSION PUBLICA EN SEGURIDAD, NACIONAL Y PROVINCIAL
Jamás hubo tantos efectivos policiales y de Gendarmería, ni tantas cámaras, vehículos y equipamientos como hay en este momento.
› Por Raúl Kollmann
Las polémicas superficiales sobre la inseguridad esconden un hecho incontrastable: nunca en la historia argentina hubo más efectivos en las fuerzas de seguridad que en la actualidad, nunca hubo tantos patrulleros ni tantas cámaras ni tecnología ni estructura de comunicaciones dedicados a combatir el delito. La inversión estatal, no sólo nacional sino también provincial, bate records. Pero a esto todavía se suma el esfuerzo que están haciendo la mayoría de los municipios, incluyendo la Ciudad de Buenos Aires, con lo que podría llamarse policía de proximidad, en algunos casos armada y en otros sin armas. Esos municipios suman efectivos, vehículos, cámaras, centros de monitoreo. Otra cosa distinta es el debate sobre la evolución del delito, las políticas de seguridad, el control policial, la municipalización, la Justicia, las cárceles, pero el discurso de que “a Cristina, al gobierno (nacional o provincial) no le importa la inseguridad”; “nadie habla de lo que le preocupa a la gente, como la inseguridad”, es parte de un cliché que se utiliza para ganar un voto o adeptos.
Es cierto que hasta la creación del Ministerio de Seguridad, en diciembre de 2010, la administración kirchnerista era reacia a hablar mucho del tema inseguridad. La hipótesis era que poner el acento en el tema hacía crecer los miedos e incluso incentivaba el delito. Cristina Fernández de Kirchner decidió un giro en esa estrategia cuando la toma del Parque Indoamericano la convenció de volcar al tema a una de las ministras en las que más confía, Nilda Garré, con un perfil nítido de control de las fuerzas de seguridad. Más allá de los discursos, éstos son algunos de los datos.
- El presupuesto de la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria creció 800 por ciento en los últimos años. La Gendarmería tiene hoy 30.435 efectivos, 70 por ciento más que en 2003, y del año pasado a éste creció en mil efectivos. Sólo en 2011 y en lo que va 2012 se compraron 156 automóviles, 153 camionetas, 66 camiones, 20 furgones y 71 cuatriciclos. Seis mil efectivos se sacaron de las zonas de frontera y se sumaron a la seguridad en Capital Federal, Gran Buenos Aires y las rutas claves de varias provincias.
- La Policía Federal se mantiene en los casi 35.000 efectivos, pero dado que se volcaron dos mil gendarmes al Cordón Sur, es decir a las comisarías de la zona sur de la Capital Federal, los efectivos de la Federal que estaban en esas dependencias se pasaron al patrullaje y al seguridad del resto de la ciudad. A esto se sumaron 450 nuevos efectivos de una policía de proximidad que está desplegada en la Villa 31 y en la Villa 15. Entre 2011 y lo que va de 2012 se compraron 334 vehículos y se cuenta con un total de 3700.
- La Prefectura tiene 18.000 efectivos, tres mil más que antes. Se incorporaron dos helicópteros y 140 medios de agua, lanchas, motos de agua, aerodeslizadores, semirrígidos.
- La Policía de Seguridad Aeroportuaria tiene casi 4000 hombres, también con un crecimiento.
- La cantidad de cámaras monitoreadas por la Federal pasó de 30 en 2010 a 1200, de alta definición, en la actualidad.
Aunque se han dado diversas cifras, el cálculo es que hoy la Metropolitana tiene 3000 efectivos distribuidos en sólo tres comunas de las quince que tiene la ciudad. Según ha dicho Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y el ministro porteño de Seguridad, Guillermo Montenegro, al final del proceso esperan tener entre 12.000 y 18.000 efectivos.
Más allá de las polémicas, lo cierto es que la Ciudad sumó tres mil policías metropolitanos en los últimos tres años. Y a esto se agrega la instalación de cámaras e incluso un centro de monitoreo que comparten la Federal y la Metropolitana.
En total, hoy la Policía Bonaerense tiene 56.000 efectivos, 6000 más que lo que tenía hace cuatro años y mil más que los que tenía en 2011. Sin embargo, están en marcha las escuelas de policía de La Matanza, Mar del Plata y Ramallo-San Nicolás, con lo que se espera sumar 4000 efectivos el año que viene.
Además, se llamó a servicio a 2500 ex penitenciarios que se hacen cargo de custodias de edificios, como son los juzgados, con lo que se liberaron 2500 policías. El ministro de Seguridad, Ricardo Casal, informó que se clausuraron doscientos calabozos en comisarías, lo que también permitió poner en servicio otros 600 policías.
En forma descentralizada, se compraron durante el último año 3200 patrulleros, duplicando la cantidad de vehículos que tenía la Bonaerense.
Las pocas estadísticas confiables que existen sobre los delitos no muestran un marcado crecimiento sino más bien una leve disminución. Por ejemplo, tanto el Ministerio de Seguridad que encabeza Nilda Garré como las compañías de seguros admiten que bajó el robo de autos en la Capital Federal. Hay controversia respecto de ese delito en el conurbano bonaerense: las aseguradoras dicen que subió, las autoridades lo niegan. Parece obvio que bajaron los secuestros y las salideras bancarias, mientras que todos los actores admiten que subió algo el robo cuando se produce el ingreso a las viviendas.
“Desde ya que estamos por debajo de los índices más bajos que hubo en la década del ’90, que se registraron en el año ’95 –señala el ex viceministro de Seguridad bonaerense Marcelo Saín, hoy legislador de Nuevo Encuentro–. Hubo un pico de homicidios en 2002, en plena crisis, con 13,4 homicidios cada 100.000 habitantes en la Provincia de Buenos Aires, pero se bajó a 7,7 y hoy en día a 6,9. ¿Qué es lo que explica el actual nivel de dramatización? Los estudios internacionales indican que el temor al delito se construye sobre una realidad, que es el aumento del delito. Pero luego, cuando el delito empieza a bajar, ese temor no baja. Y en eso influye mucho la puesta en escena de los medios de comunicación, que se pueden pasar una hora cubriendo una tentativa de robo, algo contraindicado hasta legalmente en la mayoría de los países desarrollados.”
El profesor de criminalística Raúl Torre también sostiene que hay una tendencia mundial al sobredimensionamiento de la inseguridad. Y hay un punto en el que coincide con Saín: ciertos adelantos tecnológicos o medidas de seguridad tienden a producir escenarios más complicados en el delito. Por ejemplo, hoy no se pueden robar coches como hace cuarenta años, haciendo un “puente”, es decir logrando que un auto estacionado arranque con un contacto de cables. El robo de vehículos es a mano armada y los desarmaderos recurren a “mano de obra” muy joven. También el ingreso a viviendas se ha hecho más complicado con las alarmas y las rejas. La modalidad de escruche –violentar cerraduras– es más inhabitual y nuevamente aparece el camino del robo a mano armada.
Este roce más directo entre delincuente y víctima produce –según coinciden Torre y Saín– en hechos de mayor impacto y cobertura mediática.
El ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian sostiene que “lo primero es mejorar las agencias que tienen que ver con lo penal: la policía, la Justicia, el Servicio Penitenciario. Requieren de reformas claves. Algo fundamental es cortar el vínculo de policías con delito, ejercer una conducción férrea y civil de las fuerzas de seguridad, impedir el autocrontrol y el autogobierno policial. Desde ya que creo en la descentralización de la fuerza policial, un proceso que se inició durante mi gestión. Permite un reparto equitativo y razonable de recursos humanos, llevándolos al escenario del conflicto y buscando también nuevos roles, como una policía de proximidad. También iniciamos este camino. Pero no estoy de acuerdo en hacerlo de un día para otro. Hay un primer escalón que es la policía comunal, empezando por buscar en la fuerza a los que son oriundos de cada lugar y ayudándole al intendente a formar y reclutar a los efectivos que necesita. En esa primera etapa, el gobierno provincial debe seguir pagando los salarios, ejerciendo la disciplina y aportando la formación; pero ya el intendente va tomando las decisiones más estratégicas sobre cómo distribuir las fuerzas y cuáles son los puntos más conflictivos. Una segunda etapa consiste en que a los intendentes se les pasen los recursos y conduzcan la policía en su municipio. En las dos etapas, la gente de ese municipio tiene que tener voz y voto, a través de otra iniciativa que pusimos en marcha en su momento: los foros ciudadanos”.
“De todas maneras –redondea Arslanian– el punto clave es la prevención, es decir la pelea contra exclusión, el fenómeno de las villas y tantos otros. Y ahí tienen que operar todas las agencias del Estado. Por ejemplo, durante mi gestión hicimos algo elemental: darle el título de propiedad a quienes vivían en Fuerte Apache. Unos estaban intrusando a otros en aquel momento. La cuestión de urbanizar villas es fundamental. El combate contra las adicciones. Por eso yo hablo de multiagencialidad. Es lo decisivo”.
El punto en el que los especialistas coinciden es que frases como “nadie le presta atención al tema de la inseguridad”; “la mayor preocupación de la gente es la inseguridad, pero los gobiernos y los políticos miran para otro lado” son fórmulas hechas y vacías. También se coincide en que es el momento de mayor inversión estatal en seguridad de la historia. El debate está planteado no sobre el show de la inseguridad que se hace en forma continua sino sobre las políticas y las estrategias.
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