EL PAíS › UN DESAYUNO CON HERMES BINNER
› Por Fernando Cibeira
Luego de varios años en los que fue intendente, diputado y gobernador, Binner hoy no tiene cargo más allá de haber asumido la presidencia del Partido Socialista y ejercer el liderazgo del Frente Amplio Progresista (FAP). Pero asegura que su rutina de horarios no cambió mucho y reparte su tiempo entre Buenos Aires, Santa Fe y viajes al interior del país. Cuando está en la Capital Federal vive en el hotel Carlton, que pertenece a la cadena rosarina Solans y le permite utilizar una habitación gratis. “Bueno, no sé, la primera vez no me cobraron y yo ya no pregunté más”, bromea. Allí suele arrancar el día con yogur y alguna fruta, aquí pide un cortado en jarrito.
Dos semanas atrás, en esta misma página, el juez Raúl Zaffaroni expresaba su opinión acerca de los litigios que provincias como Córdoba y Santa Fe entablaron contra el gobierno nacional por fondos adeudados. Zaffaroni decía que sería más lógico que resolvieran la situación en una mesa de negociación que con una sentencia de la Corte Suprema, que no conoce el estado de las cuentas del Tesoro. Binner estuvo entre quienes reaccionaron de forma más airada. “No me podría enojar nunca con Zaffaroni, lo conozco desde la época del Frepaso, pero que un miembro de la Corte nos mande a negociar con el Ejecutivo no me parece adecuado. ¿Entonces para qué está la Corte? Es necesario leer la Constitución y ver lo que dice sobre la independencia de los poderes”, subraya.
Binner puede explayarse largo rato sobre el origen del reclamo por los fondos jubilatorios y lo que entiende es un “avasallamiento” del Poder Ejecutivo con las provincias. “Lo que vivimos en el país es una especie de solidaridad invertida. Se les transfieren a las provincias la Justicia, la educación y la salud y después la Anses nos termina prestando ‘a una tasa razonable’, que no sé cuál es, para un plan de vivienda los mismos fondos que le damos nosotros”, argumenta.
Días atrás, el ex gobernador fue uno de los participantes del megaevento con el que la Federación Agraria festejó sus cien años en Rosario. Desde el kirchnerismo criticaron esa reunión que juntó, entre otros, al ruralista Hugo Biolcati, al camionero Hugo Moyano y a la crema de la dirigencia opositora, una especie de remake del fracasado Grupo A. “No tengo esa impresión”, responde Binner. “La Federación Agraria es meritoria del acompañamiento que logró ese día, lo que es una pena es que no haya estado nadie del Gobierno”, agrega.
En la mesa de al lado se va congregando un grupo de chicas, presumiblemente vendedoras de algo, que hablan en voz alta y vuelven difícil la charla. “Ah, pero son entretenidas estas entrevistas, ¿eh?”, dice Binner, mirando de reojo a las vecinas. Es el fin de una semana peculiar para el FAP, luego de la votación por la expropiación de la ex Ciccone en la que el bloque en Diputados se dividió en las tres posturas posibles: el socialismo y el GEN votaron resueltamente en contra, el grupo de Víctor De Gennaro y Claudio Lozano se abstuvo, mientras que los cordobeses de Luis Juez votaron a favor y con críticas a sus colegas. “Somos un frente conformado con ideas y experiencias de vida diferentes”, responde Binner, que con las manos hace un gesto de equilibrista para graficar cómo debe ejercer la conducción. ¿Pero eso no vuelve muy difícil el manejo de una fuerza con aspiraciones de llegar al poder? “Se conjuga con tolerancia. Lo conversamos entre nosotros y lo importante es que ninguno duda de la cuestión de fondo, que es que hay un hecho de corrupción alrededor de Ciccone. A mi modo de ver, al declarar la expropiación todo lo que haga la Justicia se vuelve abstracto”, argumenta el rechazo.
Se lo nota más convencido de la posibilidad de sumar al radicalismo a un frente electoral, recuerda la experiencia exitosa que llevan adelante en Santa Fe. Claro que dentro del FAP hay sectores que no quieren saber nada con esa posibilidad. “Hay que ver por qué y limar asperezas. Estamos hablando de hacer un país mejor”, responde. Binner no quiere confirmar su candidatura a diputado en 2013 y prefiere comentar que este año estará dedicado al armado nacional del frente. Considera que la que se viene será una elección complicada para el Gobierno, por lo que –imagina– el kirchnerismo intentará avanzar antes con la reforma constitucional y la reelección. “No escuché a la Presidenta pedir que se rectifiquen los que lanzaron la reforma. No sé qué estarán pergeñando para conseguir los votos, pero ellos tienen los mecanismos”, desliza intrigante.
Poco antes de terminar, una empleada del Bauen se acerca a la mesa para agradecerle que habitualmente haga declaraciones a favor de las empresas recuperadas. Binner la saluda y comenta que días atrás estuvo en Zanon, una empresa incluso más grande que este hotel. Antes de la despedida, Binner suma críticas. Por ejemplo, a los ya famosos talleres de La Cámpora. “Los padres tenemos que salir a defender la mente de nuestros niños en las escuelas”, sostiene. ¿No es exagerado? “No, se busca un efecto colonizador de las mentes infantiles y no los ayuda a pensar. Es increíble que la figura mayor de la representación argentina apañe este hecho”, agrega, en referencia a la Presidenta. Se hace el silencio, las chicas de la mesa de al lado se levantan y van a sus actividades. “Bueno, parece que esto se acabó”, concluye Binner. Tiene razón.
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