EL PAíS › UNA VICTIMA DE LA REPRESION INVOLUCRO AL VICARIO CASTRENSE JOSE MEDINA
Juan Bosco Mecchia declaró en el juicio de Jujuy en la causa que investiga el secuestro de un grupo de militantes del Partido Comunista. Acusó al cura de ocultar información sobre su paradero cuando estaba detenido en el penal de Gorriti.
La activa participación de una parte de la Iglesia en los delitos cometidos por los sicarios del terrorismo de Estado durante la dictadura no es novedad, pero sí lo son cada uno de los testimonios que van ratificando la connivencia eclesiástica con los represores. Es el caso de Juan Bosco Mecchia, que declaró ayer ante la Justicia de Jujuy y acusó al ex obispo José Miguel Medina de haber ocultado información sobre su paradero, cuando estuvo detenido en el penal de Gorriti. El testigo estuvo encarcelado durante la dictadura y aseguró ante el Tribunal Oral Federal 2 (TOF) que, en la central de policía y en el penal de barrio Gorriti de Jujuy, vio a varios detenidos, que hoy se encuentran desaparecidos.
Bosco Mecchia, un ex aspirante a hermano Lasallano, declaró en el marco de la causa “Galeán, Paulino y otros”, que investiga el secuestro de militantes del Partido Comunista en la localidad de Tumbaya durante la dictadura, y tiene como principal imputado al ex teniente primero José Eduardo Bul-gheroni en su condición de presunto partícipe necesario del delito de privación ilegítima de la libertad, torturas y homicidio agravado por alevosía. Bosco Mecchia fue interrogado en la cárcel por Bulgheroni, y le dijo que “me tenía hambre”, lo cual fue interpretado como que quería “torturarlo o matarlo”. En un tramo de su relato recordó que cuando le preguntó al entonces obispo Medina por Bul-gheroni, el religioso le dijo: “Uy, ése es un asesino”. Según otros testimonios de la causa, entre ellos el reciente del sobreviviente Carlos Alberto Melián, Medina iba dos veces por semana a dar misa a esa prisión jujeña, y transmitía a los represores lo que escuchaba durante la confesión de los detenidos.
Medina fue vicario general de las Fuerzas Armadas y cobró notoriedad a partir del 2 de abril de 1987 cuando aprovechó la atención pública de una misa por los combatientes de Malvinas para criticar en duros términos al gobierno alfonsinista. Sentado en primera fila en la iglesia Stella Maris, el ex presidente Raúl Alfonsín fue hasta el púlpito y le respondió con el dedo en alto, según recogieron las crónicas de la época. El episodio marcó uno de los momentos más tensos entre esa administración y la Iglesia.
A Bosco Mecchia lo detuvieron en noviembre de 1976 cuando bajó de un Falcon un policía que lo conocía, le apuntó con una pistola y lo llevaron a la central de policía, donde estuvo con cinco personas, en el denominado grupo Tumbaya, cuyos integrantes están de-saparecidos. En su declaración testimonial dijo no saber por qué lo detuvieron en el barrio Azopardo, donde vivía y trabajaba para ayudar a los chicos y en catequesis. Afirmó también que los cinco integrantes del grupo Tumbaya, los hermanos Paulino y Cresente Galeán, Elías Toconás, Rosa Mamaní y Rosalía Ríos, “no sabían de qué los acusaban”, y decían que les habían encontrado una escopeta y estaban afiliados al PC. “Eran chicos de nuestra Quebrada, tímidos, estaban como avergonzados de estar en la policía”, dijo de ellos el testigo.
En la cárcel jujeña también vio a Jorge Weis y a Carlos Ernesto Patrignani, detenidos-desaparecidos de Ledesma, y a Narciso Santiesteban, un policía que militaba en la JP de San Pedro. En torno de la desaparición de César Hugo Lo-cker y su esposa Carmen Vilte, ambos psicólogos y docentes del Instituto del Profesorado, dijo que los vio por última vez en la calle el 24 de mayo de 1976 y le encargaron un trabajo de carpintería, pero cuando fue a la casa al día siguiente ya no estaban. Y mencionó también al desaparecido Armando Tilca, y a otras víctimas y represores.
En marzo de 1978, Bosco Me-cchia fue trasladado a la delegación de la Policía Federal, y desde allí al aeropuerto jujeño hacia Buenos Aires, donde quedó alojado en Coordinación Federal. A los pocos días lo embarcaron en un avión hacia Venezuela, y regresó al país en marzo de 1984.
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