EL PAíS
› OBISPO CASARETTO, PRESIDENTE DE CARITAS
“Como Iglesia tenemos una buena expectativa”
Es el obispo de San Isidro y la cara visible del trabajo social católico, que llega a tres millones de personas y hasta controla los Planes Jefas y Jefes. Casaretto explica en qué colaboran Gobierno e Iglesia, y las expectativas generadas por la asunción de Kirchner.
› Por Washington Uranga
Jorge Casaretto es el obispo de San Isidro y como presidente de Cáritas ha sido durante los últimos años una de las caras más visibles de la labor social de la Iglesia Católica. En diálogo con Página/12 aseguró que “la crisis está tocando fondo”, habló de los campos de colaboración entre la Iglesia y el nuevo gobierno, y adelantó algunas sugerencias de acción en el marco de las expectativas generadas por el inicio de la gestión del presidente Néstor Kirchner.
–¿Se superó la crisis?
–Yo diría que la crisis está tocando fondo. Y me refiero no sólo a la crisis por la que atraviesa el país, sino el mundo. Es claro que la manifestación de las ideologías que pretendieron construir un mundo mejor partiendo de presupuestos falsos, se cristalizaron en grandes injusticias, que constataron el fracaso de esas concepciones.
–Acaba de iniciarse la gestión de un nuevo gobierno. ¿Qué dice la Iglesia?
–Lo expresó hace unos días la Comisión Ejecutiva del Episcopado. Como Iglesia tenemos una buena expectativa, tenemos muy buenos deseos y estamos tratando, en lo que nos toca, de colaborar. A la Iglesia le toca la animación espiritual buscando que éste sea un principio de salida serio de la Argentina.
–¿Hay alguna propuesta, algún consejo en particular?
–No sé si llamarle consejo. Diría que es una sugerencia. Creo que el nuevo gobierno tiene que revisar todas las propuestas del Diálogo Argentino en todos los ámbitos. Es lo que se está haciendo actualmente en el campo de la Justicia y hay que hacerlo también en cuanto a la reforma política y en el campo social, aunque en esto último es en lo que más se ha avanzado. Hay mucho trabajo realizado en el Diálogo Argentino. Y son propuestas que no son de la Iglesia Católica, sino del pueblo a través de las organizaciones no gubernamentales. Hay mucho material para lo que es una reforma seria de la Argentina. De hecho, dado que este Gobierno se ha constituido en gobierno de transición, creemos que tiene que asumir la responsabilidad de revisar todo lo que el Diálogo aprobó.
–Pero dentro de esas propuestas hay prioridades.
–En la Argentina hay que crear muchas cosas nuevas, hay que instaurar un nuevo modo de hacer política, hay que renovar la manera de ejercer la Justicia. Todo esto apunta, por un lado, a los valores, que son los que tienen que animar y, por otro, también a las estructuras. Creemos que toda estructura debe fundamentarse en valores que le den vida. Pero además las estructuras tienen que adecuarse a este país que quiere salir adelante. Yo diría que la crisis que estamos padeciendo ha mostrado la vejez de las mismas estructuras, porque que se rompieron los vínculos entre la ciudadanía y su representación. Hay que recrear los vínculos, hay que recrear nuevos modos. Nosotros creemos que el “golpe solidario” –que es lo nuevo y que ya comenzó a apuntar en la Argentina el año pasado– es un buen fundamento, un buen punto de partida que puede animar la renovación de todas las otras dimensiones de la vida argentina.
–¿Creció la solidaridad con la crisis?
–Sí, la solidaridad creció. En la colecta del año pasado recaudamos 34 por ciento más que el año anterior. Eso significa que en medio de la crisis hay respuesta solidaria. Yo diría que éste es el aspecto positivo de lo negativo de la crisis.
–Cáritas ha tenido que dar respuesta a muchas emergencias.
–Sí. En este momento estamos abocados a responder a las necesidades surgidas de las inundaciones en Santa Fe. Atendemos aproximadamente a tres millones de personas a través de programas de alimentación, salud, trabajo, educación, vivienda y ayudas de emergencia. Diariamente más de600 mil personas, niños y adultos, reciben atención alimentaria en los centros comunitarios y centros de atención integral. Pero además de apagar los incendios, estamos tratando de generar humanidad, dignidad. Por este motivo buscamos que en cada comedor haya un proyecto educativo. Estamos tendiendo a eso. También estamos fomentando en todas partes los microemprendimientos. Tenemos gente especialmente dedicada a eso que está recorriendo el país y es muy interesante que las demandas que recibimos de las diócesis van cada vez más en esta línea: asesoramiento a microemprendimientos, a esfuerzos productivos.
–¿En qué afectó a la estructura y al funcionamiento de Cáritas la suma de las demandas planteadas en la crisis?
–La forma como se venía ejerciendo el voluntariado –Cáritas tiene más de 30 mil voluntarios en todo el país– se vio desbordada por las demandas que surgieron de la crisis. Por eso venimos trabajando mucho en el fortalecimiento institucional y eso significa, en términos claros, capacitar al voluntariado. Significa también que algunas personas van a tener que ser rentadas en Cáritas, que tenemos que apelar a técnicos, tenemos que apelar a gente capacitada para que capacite. Esta es una gran tarea y una gran oportunidad. Es verdad que la crisis nos desbordó, pero también nos llamó la atención y nos está dando una oportunidad de mejorar nuestro servicio. Esta es otra dimensión positiva de la crisis: Cáritas se ha fortalecido y se ha renovado en medio de la crisis. Estamos dedicando algunos subsidios que recibimos con este destino específico a capacitar a nuestra gente.
–Del presupuesto de Cáritas ¿cuánto llega directamente a los pobres?
–Entre el 96 y el 98 por ciento.
–Cáritas también ha colaborado con la acción del Gobierno.
–Se trabajó en el control de gestión de los Planes de Jefas y Jefes de Hogar y acabamos de presentar un proyecto al Ministerio de Trabajo para generar algunos cambios en esta materia. Nos parece que en cuanto a los beneficiarios hay que hacer hincapié no tanto en la desocupación cuanto en la indigencia. Hay dos grandes líneas. Los planes tienen que llegar al indigente, que es fácilmente detectable, porque se puede decir quiénes son indigentes. En segundo lugar, hay que buscar la reinserción laboral de la gente. Ese es el gran esfuerzo que creemos que hay que hacer hoy y ése es el consejo que le estamos dando a las autoridades.
–¿Por qué concluyen que hay que llegar al indigente?
–Porque es muy difícil de controlar el trabajo en negro. Entonces hay mucha gente que tiene trabajo y que no lo quiere blanquear para no perder el Plan Jefas y Jefes. Hemos visto que es mejor orientar los aportes tomando en cuenta la situación de indigencia, porque esas son personas que tienen necesidades ciertas. Los indigentes no tienen forma de salir de esa situación si no es a través de un subsidio.
–¿Detectaron fallas en la aplicación de los Planes de Jefas y Jefes de Hogar?
–Nosotros detectamos 90 mil planes que no corresponden. En algunos casos es comprobable y en otros no tanto. Pero nunca pudimos acceder a toda la información que necesitábamos.
–Durante estos años al frente de Cáritas ¿qué enseñanzas saca de la relación con el Gobierno? ¿Qué cree que debe tener en cuenta?
–Hemos aprendido, lo hemos puesto en práctica y tenemos que ratificar esta línea: toda la colaboración con los gobiernos tiene que ser a través de proyectos concretos, conservando siempre la autonomía de Cáritas. Un proyecto se comienza y se termina, y Cáritas interviene a veces compartiendo la gestión con el Estado nacional o con los estados provinciales. Pero nunca hay que unir el nombre de Cáritas a una gestión política. Este ha sido nuestro aprendizaje. Tenemos que trabajar en proyectos concretos, en los que Cáritas preserve su autonomía y sucapacidad de denunciar las injusticias o los posibles errores. La colaboración no está solamente en llevar adelante el emprendimiento, sino también en denunciar la corrupción, en denunciar todas aquellas cosas que no estén bien hechas.
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