Sáb 23.02.2013

EL PAíS  › LAGRIMAS Y PEDIDOS DE JUSTICIA EN EL LUGAR Y LA HORA DE LA TRAGEDIA

Andén 2, Estación Once, 8.32

En el primero de los actos de la jornada, los familiares rindieron homenaje en Once. Los pasajeros que llegaban en el Sarmiento veían la escena y aplaudían. Hubo una sirena, hubo silencio y hubo muchas lágrimas. También, críticas y abucheos a funcionarios.

Ayer, a las 8.32 de la mañana, se cumplía un año de la fatídica tragedia de Once, donde 51 personas perdieron la vida y otras 700 resultaron heridas. Ayer, a las 8.32 de la mañana, en el andén 2 de esa misma estación, los familiares de las víctimas iniciaron el primero de una serie de actos en su homenaje. Primero se escuchó el sonido de una sirena. Luego, fue el turno del silencio. Durante un minuto.

Agrupados al borde del andén donde se produjo el choque de la formación aquel 22 de febrero de 2012, los familiares y amigos recordaron a las víctimas con el permanente y enfático pedido de justicia. Cuando el minuto de silencio se cumplió, comenzaron a repetirse cada vez con más fuerza los gritos de justicia. A esa euforia momentánea le siguió un contagioso aplauso que se sostuvo hasta que las emociones finalmente se quebraron. Entre llantos y abrazos, el dolor de los familiares alcanzaba su punto máximo de expresión.

Poco después del comienzo del acto, se encendió una hilera de velas, distribuidas al borde del andén, como símbolo de ofrenda. Al lado de cada una de ellas, una rosa roja, que luego algunos se llevaron y que otros arrojaron a las vías.

Entre los primeros oradores estuvo el escritor y poeta Roberto Goijman, quien leyó un poema de su autoría, como así también lo hizo el actor Javier Lombardo, para expresar su acompañamiento a los familiares en su reclamo de justicia. Otro de los que tomaron el micrófono fue Manuel Callau, quien en representación de los artistas del grupo Plataforma 2012 leyó un texto en el que pidió “que el crimen no quede impune”. El actor remarcó que “no fue una fatalidad ni un accidente, sino un crimen social largamente anunciado”. Luego hizo un recorrido histórico en el que fue enumerando a los distintos dirigentes políticos “responsables del estado y el funcionamiento de los trenes”. La reacción fue homogénea y fueron abucheados todos los funcionarios mencionados, desde el menemismo al actual Gobierno.

Estampados en remeras, en fotos pegadas sobre cartulinas o impresos en banderas, los rostros de las 51 víctimas se hicieron presentes en el acto. Viviana Acevedo, madre de Sabrina Florencia Espíndola, llevaba en sus manos el cartel con la foto de su hija. Para Viviana, el aniversario de la tragedia fue la comprobación de que el dolor cambia, se modifica: “Con el paso del tiempo el dolor se endurece. Sigue siendo inmenso e irreparable, pero a un año de la pérdida de mi hija siento que me fui endureciendo”. Sabrina tenía 29 años cuando murió, en la formación 3772 que chocó contra las vallas de contención. “Mi hija venía a trabajar y a estudiar como todos los demás. Hoy ya estaría recibida. Era una madre, una hija y una hermana ejemplar”, contó Viviana.

Mientras el acto se desarrollaba, se hicieron escuchar también los aplausos y el apoyo de los pasajeros que llegaban por otros andenes a la estación terminal. Por su parte, delante de los molinetes, una veintena de trabajadores del ferrocarril Sarmiento sumaron su solidaridad. A sus espaldas desplegaron una extensa bandera negra con la inscripción: “ju5t1cia para las víctimas de Once”.

Paolo Menghini, padre de Lucas Menghini Rey, una de las víctimas de la tragedia, destacó que la convocatoria “no tiene ninguna bandería política”. Antes de cerrar el acto, anunció que “hay una persona muy especial entre nosotros, que entiende que la justicia no conoce de adhesiones políticas”. De esa manera, presentó a Nora Cortiñas, integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien pidió “recordar y rendir homenaje” a las víctimas de la tragedia. “Vine a traer la solidaridad de las Madres, que muy discretamente estuvimos acompañando. Yo también me siento víctima y los acompañamos”, dijo. “El día que encontraban a Lucas (Menghini Rey) estaba con una tía de Paolo”, recordó y pidió “que mejoren el servicio”. Finalizó su intervención diciendo “las 51 víctimas de Once presentes, ahora y siempre”, que repitió tres veces como lo hacen en sus actos las Madres cuando recuerdan a sus familiares desaparecidos.

Informe: Nicolás Andrada.

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