EL PAíS
› ADVERTENCIA DEL MINISTRO DEL INTERIOR, RODOLFO GABRIELLI
“Posibilidades de estallido”
“Hay posibilidades de estallidos sociales en las provincias.” Así, sin vueltas, el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, contradijo al secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, quien había descartado que la situación pudiera llegar a tal punto. El funcionario dijo confiar, de todos modos, en las medidas que está tomando el Gobierno para contener la protesta y aventuró que “la Argentina va a ir encontrando su rumbo”.
Gabrielli habló de posibles estallidos sociales al ingresar al colegio porteño Jesús María para participar de la Mesa del Diálogo Social, junto a sus pares de Justicia, Jorge Vanossi, y de Salud, Ginés González García. Allí afirmó también que “hay una sensación de inestabilidad en la sociedad argentina”, pero remarcó que “el gobierno de (Eduardo) Duhalde la está conteniendo”.
La advertencia sobre eventuales estallidos sociales va en contra de lo que viene pregonando Alvarez. El análisis que hace el secretario de Seguridad es que “existe un alto grado de conflictividad social, aunque no se está frente a un estallido” y que los conflictos actuales no se van a solucionar de un día para otro, pero pueden ser contenidos con planes asistenciales.
Las declaraciones de Gabrielli y la contradicción con su compañero de Gabinete cobran sentido en el marco de la dura puja entre la administración central y los gobernadores por el reparto de la coparticipación. Es que a renglón seguido de advertir que “hay posibilidades de estallidos sociales en las provincias”, Gabrielli apuntó que tanto la Nación como los Estados provinciales “deben hacer un fuerte esfuerzo en sus administraciones y en las cuentas, para encauzar la Argentina”. La negociación está empantanada y el Gobierno necesita llegar lo más rápido posible a un acuerdo porque ése es uno de los requisitos para cerrar el Presupuesto para conseguir la tan ansiada ayuda financiera internacional.
Gabrielli también aprovechó los micrófonos que le acercaron al llegar a la mesa de concertación que coordina la Iglesia para poner en duda la utilidad de las asambleas populares. “Todos sabemos que no se puede gobernar con asambleas populares”, reflexionó el ministro para después deslizar una crítica: “Para protestar funcionan macanudo, pero para gobernar habría que ver”.
Lo que sí admitió Gabrielli, a pesar de cuestionar las reuniones barriales, es que “tenemos que encontrar una nueva relación entre la dirigencia y la gente”. Pero aun así, no asumió la responsabilidad que le cabe a la clase dirigente porque –según evaluó– esa relación “está rota porque la gente está mal y tiene dificultades”.