EL PAíS › EL TRABAJO PARA RECUPERAR LOS DOCUMENTOS DAÑADOS POR LA INUNDACION EN LA CASA DE LA FUNDADORA DE ABUELAS
La inundación en La Plata afectó el archivo histórico que guarda en su casa la fundadora de las Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani. Son documentos sobre la represión, los juicios, la búsqueda de su nieta. Ahora, un equipo de especialistas trabaja para recuperarlos.
María Toninetti tiene las manos cubiertas con guantes de látex blancos. Mira concentrada un libro humedecido. Sus dedos hojean con cuidado ese objeto que la tormenta transformó en un elemento frágil. Luego de revisar su estado, María envuelve el libro en papel film y lo retira a un costado de la mesa. “Lo que estamos haciendo con estos libros es frizarlos para después trabajar más tranquilos sobre ellos”, explica María Toninetti, una de las especialistas del Archivo Nacional de la Memoria. Tanto ella como su colega Mariela Pacheco, ambas de guardapolvo y barbijo, son las encargadas de coordinar el delicado tratamiento que se viene realizando sobre el archivo de Chicha Mariani. La inundación del 2 de abril en La Plata puso en jaque una valiosísima documentación que la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo fue acumulando durante años en su casa, en 47 y 18, en el barrio La Loma. La inmediata reacción de voluntarios, expertos y familiares permitió optimizar el trabajo de salvataje de casi todo el material. No obstante, a pocos días de la tormenta y mientras la tarea continúa intensamente, los allegados a Chicha advierten que aún es demasiado pronto para hacer evaluaciones. El archivo, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, incluye legajos de represores, expedientes, biblioratos con las causas judiciales por delitos de lesa humanidad, material sobre la búsqueda personal de su nieta Clara Anahí, fotografías de su hijo y de su nuera de-saparecidos, grabaciones de los juicios por la verdad, recortes periodísticos, la colección completa del diario Página/12, revistas y cientos de libros.
En el garaje de la casa de Chicha, al costado de un colchón apoyado contra la pared, hay tres rollos de papel absorbente. Ese insumo es utilizado para interfoliar los documentos mojados. Un poco más atrás, sobre una mesa cubierta por telas, hay revistas empapadas, cajas con carpetas de colores y una bolsa repleta de broches. Antes de llegar al patio, a la entrada de un pasillo interno, están las estanterías metálicas donde se acomodan los documentos intercalados con el papel absorbente.
En el patio de la casa, parada frente a una mesa improvisada con el elástico de madera de una cama, María observa la veintena de libros que se airean frente a sí. Un rato después, en una charla con este diario, Victoria Sosa Teruggi, prima de Clara Anahí, explicará que alguno de esos libros tienen la dedicatoria y la firma del autor. Mientras tanto, la experta del Archivo Nacional apoya en la cima de una pila de libros por frizar un ejemplar de La Noble Ernestina, de Pablo Llonto. Después, explica: “La técnica del frizado te permite conservar el libro tal cual quedó. Es decir, impide que avancen hongos y esporas. Evita que se reproduzcan y que contagien al resto. Al frizarlos los mantenemos en el estado en que están ahora y, por ejemplo en dos meses, los podemos retirar para empezar a trabajar en su recuperación”. Es una técnica sin demasiadas complejidades, aplicada en circunstancias de emergencia. Aquellos documentos y libros prioritarios, es decir que no se pueden volver a conseguir, son llevados al Archivo Nacional de la Memoria, donde un equipo de especialistas trabajará con detenimiento en su conservación y restauración. Detrás de María Toninetti, en cuatro tendederos, cuelgan artículos periodísticos de la época en que Chicha fue presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
El día del temporal, María Isabel Chorobik de Mariani pudo rescatar sólo un par de carpetas con las que estaba trabajando. Cuando vio que el agua crecía de una manera inusitada, salió de su cuarto, caminó hasta el patio y subió por una escalera que comunica su casa con la de los vecinos. Recién allí pudo refugiarse y salvar su vida. Victoria Sosa Teruggi, prima de Clara Anahí y sobrina de Diana Teruggi, remarca que cuando se aseguraron del buen estado de salud de Chicha, pudieron ponerse a trabajar en el archivo. “Lo prioritario fue ella, que tiene 89 años. Cuando salimos de la emergencia de su salud, dijimos bueno, ahora tenemos que recuperar los archivos. Y por suerte recibimos el apoyo de todos lados. Es un archivo muy importante, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad y que pertenece al Programa Memorias del Mundo de la Unesco. Creo que tiene un valor enorme no sólo por la historia de Abuelas, de la Argentina en general y de la búsqueda de los nietos, de Clara Anahí en particular, sino también tiene importancia porque está todo perfectamente documentado. Chicha tiene grabaciones de los juicios. Ella tuvo permiso para grabar tanto los juicios por la verdad como los penales. Y de hecho muchos abogados vienen a trabajar acá para preparar sus querellas.” Desde que se enteraron de la situación en la que estaba el archivo a raíz de la tormenta, la colaboración empezó a brotar a raudales desde distintas áreas de los Estados nacional y provincial: a los expertos del Archivo, dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, se sumaron varios técnicos de la cartera homónima del gobierno bonaerense. A su vez, estuvieron ayudando miembros de la Comisión Provincial por la Memoria, personal de los juzgados federales de La Plata y voluntarios de universidades y distintas organizaciones de derechos humanos.
“En un principio la tarea fue muy desorganizada y empezamos como pudimos con voluntarios de la universidad y del barrio. Cuando llegaron los expertos empezamos a coordinar todo el proceso de secado. Es una tarea titánica la que estamos llevando a cabo. Y hoy ya estamos organizadísimos. Pudimos sistematizar de alguna manera el trabajo”, sostiene Victoria. Y aclara que “para poder hacer algún tipo de evaluación sobre lo que se perdió o no se perdió tenemos que esperar hasta que terminemos. Todavía hay cajones con agua que no se abrieron, muebles enteros que no se tocaron y una habitación que quedó cerrada y que aún no se limpió. Por eso el diagnóstico, estimo, recién se hará la semana que viene”.
Informe: Nicolás Andrada.
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