EL PAíS › NOVEDADES EN VENEZUELA Y PARAGUAY, FRICCIONES CON BRASIL Y URUGUAY
Además de un mercado común, Mercosur es un espacio donde se cruzan las relaciones entre cada socio con cada uno de los otros cuatro. Maduro será bienvenido. El paraguayo Cartes, tolerado. Y hay conflictos abiertos con Brasil por Vale y con el Uruguay de Mujica. El escenario.
› Por Martín Granovsky
Si Nicolás Maduro triunfa en las elecciones de Venezuela, tal como indican las encuestas, una certeza influirá sobre los cuatro países que hoy integran con todos sus derechos el Mercosur: la conservación de la línea actual de los gobiernos por lo menos hasta el 31 de diciembre de 2014. Pero, sacudido por la crisis mundial y sus propios cimbronazos, el bloque no parece vivir su momento más feliz.
La fecha del 31 de diciembre de 2014 marca el último día de Dilma Rousseff en la presidencia de Brasil. Si llegase a ser reelecta, al día siguiente iniciará otro turno de cuatro años. Cristina Fernández de Kirchner tiene mandato hasta el 2015. José Pepe Mujica también.
De los cinco miembros plenos de Mercosur (la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela) Paraguay está suspendido en sus derechos por el golpe contra Fernando Lugo de 2011. El domingo que viene, 21, celebrará elecciones. Las encuestas dan como favorito al colorado Horacio Cartes, un empresario que soporta acusaciones de comercio ilegal de distintos productos. El desafiante es Efraín Alegre, del Partido Liberal Radical Auténtico al que pertenece también el actual presidente Federico Franco, cabeza del golpe contra Lugo.
¿Cómo sería Cartes de presidente? ¿Un pragmático en busca de la estabilidad por motivos personales y políticos? ¿Un colorado con aspiraciones de liderazgo como las que en su momento consiguió el fallecido general Lino Oviedo? ¿Una carta a disposición de quienes deseen contar con una cuña de valor estratégico? ¿Un crítico de Venezuela, que ingresó al Mercosur cuando Paraguay fue suspendido porque, antes, el Senado paraguayo no aprobó la ratificación de la entrada?
Por lo que pudo establecer Página/12, estas preguntas durante los últimos días inquietan a pocos, al menos en la Argentina. Los gobiernos de la Argentina y Brasil fueron activos en la reacción tras el golpe contra Lugo, pero no tomaron en cuenta alertas sobre la debilidad extrema del obispo presidente. Ahora, además, la posible presidencia de Cartes, a quien la investigadora Lorena Soler tilda de “empresario oscuro”, no resuena tan fuerte aquí como los dichos de Mujica.
La Presidenta reaccionó con cuidado no bien trascendieron las frases de Mujica que aludía a ella y a Néstor Kirchner sin mencionarlos con nombre y apellido. Instruyó a la Cancillería para que pidiera explicaciones por lo que consideró un acto de denigración a Kirchner, pero no quiso que nada sobre ella figurase en el comunicado oficial. El 11 de abril, Mujica explicó en su programa de radio de qué se disculpaba y por qué. Vale la pena escuchar el audio completo o leer el texto en http://bit.ly/16UEUWr.
La curiosidad que despertaron las palabras “tuerto”, “vieja” y “terca” opacó una parte sustancial de los dichos de Mujica pronunciados la semana anterior delante de un micrófono inadvertidamente abierto. Dijo que Uruguay debía “recostarse sobre Brasil”.
En el siglo XIX una frase así hubiera tenido una sola interpretación: los uruguayos procuraban explotar las diferencias entre Brasil y la Argentina o para sembrar discordia en la región o para defenderse aumentando su peso relativo sobre la base de cierta capacidad de daño.
Ahora no hacen falta las interpretaciones. A mano hay hechos. Mujica acaba de narrar ante sindicalistas que en 2014 abrirá las fronteras entre Uruguay y Brasil para la libre circulación de personas y bienes.
“Hace muchos años hicimos un Mercosur que ha tenido sus vaivenes, pero nosotros trabajamos deliberadamente con Brasil para que en el 2014 no exista más la frontera para la mercadería y la gente”, dijo. Agregó que “es una política concreta y deliberada, debido a las circunstancias políticas que atraviesa Brasil”, una referencia a las excelentes relaciones entre el Frente Amplio uruguayo y el Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma. Y diferenció: “No son los papelitos que se firmaron hace mucho en Asunción”. Era una referencia al tratado que dio origen al Mercosur en 1991, formalizado con gobiernos neoliberales que abandonaron políticas anteriores desplegadas, por ejemplo, entre la Argentina de Raúl Alfonsín y el Brasil de José Sarney, empeñados en administrar la integración sector por sector de la economía. “Hoy esa política es posible porque tiene viento a favor”, dijo Mujica sobre el acuerdo del 2014 con Brasil.
Si el Mercosur actual es, también, un tejido de buenas relaciones bilaterales, la Argentina y Brasil tienen un tema pendiente que se llama, según quién lo mire, Vale o Potasio Río Colorado. La brasileña Vale, la segunda minera del mundo, mantiene en “suspenso indefinido” la continuidad de su inversión en Mendoza para explotar potasio destinado a fertilizantes. El conflicto es serio y tiene su costado político, porque el mayor accionista de Vale es el estatal Banco Nacional de Desarrollo de Brasil y porque su presidente, Murilo Ferreira, fue designado tras una presión de Dilma, que lo conoce de cuando ocupaba el Ministerio de Minas y Energía a comienzos del gobierno de Lula. Se trata de una inversión prometida de 5900 millones de dólares que Vale decidió no completar.
Las presidentas tenían el tema en su agenda para la cumbre de Calafate que fue suspendida por la muerte de Hugo Chávez. Le acaban de poner fecha: será el 26 de abril. El último chisporroteo fuerte lo protagonizaron el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y el presidente de Vale. De Vido acusó a la empresa de que quiere descargar “sobre el pueblo argentino” sus pérdidas a nivel global. Ferreira repuso desde un encuentro de negocios en Hong Kong que la Argentina tiene un problema de inflación y otro de tipo de cambio.
Ningún funcionario de los consultados por este diario en la Argentina y Brasil dijo que la cuestión de Vale rompería las relaciones. Pero de ambos lados se mostraron conscientes de que el tema tenía un peso mayor al de cualquier otra diferencia anterior por competencia de fabricantes de artículos de consumo o reglas del mercado automotriz.
El anuncio de la cumbre entre Cristina y Dilma frenó toda escalada verbal y reforzó el tono de espera. Las autoridades argentinas callan. Y Vale no cambió su anuncio de suspensión indefinida por otro de cancelación del negocio.
Los que se movieron, aunque sin estridencia, fueron los mendocinos. El gobernador Francisco Pérez llamó a una reunión de todos los senadores y diputados nacionales por Mendoza para unificar posiciones. Como la suspensión indefinida supone pérdida de puestos de trabajo, la intención esgrimida por Pérez fue la necesidad de emprender acciones para minimizar el impacto laboral y el efecto social del freezer sobre el megaproyecto. De esa reunión salió la idea de llamar a Vale al Congreso, donde los mendocinos cuentan con el presidente de la Comisión Relaciones Exteriores, Guillermo Carmona. Dirigente de la Corriente Nacional de la Militancia, que integran entre otros Daniel Filmus, Emilio Pérsico, Jorge Taiana, Fernando Chino Navarro y Agustín Rossi, Carmona fue antes secretario de Ambiente de Mendoza.
Los diputados recibieron a los directivos de Vale el jueves último. El resultado tuvo dos caras. Por un lado, que Vale se presentó a la audiencia. Por otro, que no se movió de su posición y señaló que mantendría la obra en estado de suspensión indefinida. El informe a los diputados indicó que Vale busca un comprador para desprenderse de las acciones de Potasio Río Colorado Sociedad Anónima. Según la empresa, hizo contactos con grandes empresas a escala mundial. No fueron identificadas presuntamente para mantener la confidencialidad, pero uno de los grupos tendría sede en Emiratos Arabes.
Los legisladores argentinos también comenzaron una ronda de contactos con colegas de Brasil interesados en las relaciones con la Argentina y en la suerte del Mercosur. De todos modos, decidieron no subir la visibilidad ni aumentar las fricciones antes de la reunión de las presidentas.
Brasil es la principal relación internacional de la Argentina. Y la Argentina lo es también para Brasil según la propia definición de Itamaraty y de la presidencia. Aunque pequeño, Uruguay es importante para los dos. ¿Entre Cristina y Mujica hay algo personal? Si es así, ¿cómo lo arreglarán? Y además de lo personal, ¿cuál es el fondo a descubrir?
Cualquiera tiene el derecho de ofuscarse con Mujica. El presidente uruguayo acaba de pedir “sentidas disculpas” si alguien se pudo haber sentido ofendido, en obvia alusión a la Presidenta argentina y explicó el jueves 11 por qué habla cómo habla y qué diferencia hay entre el lenguaje privado y el público.
Antes de acceder al link propuesto más arriba en esta misma nota para escuchar el audio completo o leer la desgrabación, los curiosos tendrían que hacer un ejercicio. Poner en YouTube a la murga Agarrate Catalina, la preferida de Mujica. Tiene una pieza maravillosa, “Civilicemos al Pepe”. En puro lenguaje murguero se burlan de las palabras de Mujica y de su sintaxis y en un momento toman la decisión de civilizarlo. Lo hacen hasta que, al fin, la obra queda terminada: Mujica se convierte en una perfecta réplica de Luis Lacalle, un presidente civilizado que antecedió a Tabaré Vázquez y Jorge Batlle. Un blanco ultraconservador que convivió gustoso con Carlos Menem.
“Hubo que hablar por años con presos comunes y soldados”, dijo Mujica el jueves tras contar que estuvo en 80 calabozos. “Porque acechábamos la oportunidad de ser libres. Dos veces nos fugamos y hubo otros tantos intentos. Ese lenguaje, en la intimidad, quedó grabado para siempre. Hubo que ser mordaz, burlesco, para poder hacer del dolor una sonrisa cáustica que ayudaba a sobrevivir. Desde entonces reinan entre nosotros los sobrenombres, Mono, Camello, Lagarto, Tuerto, Rengo, etcétera. Y también la tendencia, en ese chamuyo de dos o tres, a la exageración como contracara del vacío existencial que nos tocaba vivir.”
Cuando habló de la Argentina criticó las campañas según las que el país siempre está a punto de caer. Las criticó tanto como a las campañas internas que lo trataron de “genuflexo”, cosa que ocurrió cuando en 2010 llegó a un acuerdo con Cristina Kirchner que abarcaba el fin del conflicto de las pasteras, el monitoreo conjunto y obras de dragado y de gas que beneficiarían a Uruguay.
Los dos últimos compromisos están demorados y se suman a problemas comerciales entre los dos países. Por ese tema de fondo es que Mujica dijo que “hemos tratado de hacer todo lo posible por sostener una relación que tenga en cuenta los intereses económicos de la gente que trabaja”.
En un mensaje coloquial con muchos destinatarios, internos y externos, dijo sobre la Argentina: “¿Que tienen problemas? ¿Quién no los tiene? Habría que ir en este momento a los puentes de Paysandú. ¿Que a veces sus medidas defensivas nos afectan? Claro que sí. Pero, ¿alguien puede negar que la masa argentina nos quiere y nos respeta? Quienes conozcan un poco de historia sabrán que cuando a la Argentina le va bien nosotros nos beneficiamos y, al revés, cuando anda mal, nosotros padecemos. Cuando la relación es mala terminan ganando los que están lejos”.
Añadió por radio: “Pero si todo esto fuera poco, y lo hemos repetido hasta el cansancio, miles de compatriotas uruguayos viven allá y no son discriminados. Por el contrario. Están absolutamente integrados. Sin embargo, se insiste con esas campañas que cuando uno hace memoria por momentos parecen aquellas del antiargentinismo de la década del ’50. Y eso es veneno. No justificamos. Sabemos que puede haber el deseo de que el gobierno se perjudique. La relación económica, sobre todo. Y que con eso crezcan las chances de la oposición”.
Más allá de la conversación personal que puedan mantener Cristina y Pepe cuando se encuentren, a nivel de Estados y a nivel de gobiernos, Uruguay representa una prueba de dos pasos para la Argentina. Primer paso: es un tema en sí mismo. Segundo paso: de acuerdo con cómo el grande, en este caso la Argentina, trate al chico, en este caso Uruguay, estará sentando precedentes para que el grande, en este caso Brasil, trate al chico, en este caso la Argentina. Más aún cuando el mundo sigue en crisis y el Mercosur ofrece una probabilidad que los socios desean (el triunfo de Maduro) y otra probabilidad (la victoria de Cartes) que no les gusta nada.
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