EL PAíS › OPINIóN
› Por Beatriz Rojkés de Alperovich *
Me permití tomar una reflexión del compañero Pablo Urquiza, jefe de gabinete del Ministerio de Educación de la Nación, al afirmar que Chuscha, pueblo del interior de la provincia de Tucumán, se convirtió el viernes pasado en el centro del país. El centro de la conciencia ciudadana, de la voluntad, la participación y la inclusión, al cumplir la escuela media del pueblo, la escuela hospedaje, 10 años desde su fundación.
Lo fue y no sólo el viernes, sino que cada día que los más de 200 alumnos que cursan en esta escuela-albergue de primer nivel asisten al establecimiento sin tener que emigrar a otras ciudades, Chuscha es el centro de la República Argentina.
El orgullo que experimentamos en el acto, la emoción hasta las lágrimas, el edificio imponente que se erige en el pueblo a 1000 metros de altura, ocupando 3000 metros cuadrados, con salones de usos múltiples, biblioteca y la primera cooperativa de la región dedicada a la fabricación de productos artesanales de gran calidad, para su comercialización.
Entonces, cuando la Presidenta y todos nosotros hablamos de la década ganada, hablamos de Chuscha. Cuando hablamos de política pública e inversión para el desarrollo, hablamos de este pueblo tucumano orgulloso de haber podido cambiar la realidad que vivía 10 años atrás.
Cuando hablamos de inclusión, de autoestima, de educación, de formación, hablamos de este camino que hemos transitado en estos últimos 10 años, cuando un pueblo de montaña como Chuscha perdía a sus niños y jóvenes que tenían que emigrar y dejar sus raíces. Hoy pueden cursar sus estudios, vivir temporalmente en la escuela, trabajar por el crecimiento de su comunidad, fortaleciéndola, y aportar su fuerza y compromiso para el crecimiento de Tucumán y de la Argentina.
Esto es valor agregado, construcción de ciudadanía. Representa una mayor preparación de nuestros recursos humanos, en el sentido de que puedan protagonizar ese crecimiento que beneficia a todos. Y por todo esto, Chuscha, su escuela ubicada a 80 kilómetros de la capital tucumana, se ha convertido en el centro del país, el más claro ejemplo de esta década ganada. Así como este caso tenemos cientos, miles a lo largo y ancho de Tucumán y de toda la Argentina, que tanto Néstor como Cristina Kirchner han ayudado a que las provincias hayamos recuperado la dignidad, el empleo y el crecimiento.
Por ello nos llama notablemente la atención cuando algunos quieren distraer a una ciudadanía, ciudadanía que en realidad es cada vez más consciente de todo lo que se ha avanzado; quieren convencerlos de que nada o poco se ha logrado. Pero no les será posible, porque los argentinos han sido y son protagonistas y artífices de todas las conquistas que permitieron a los 40 millones recuperar el orgullo, el tejido social, la voluntad y responsabilidad ciudadana, la economía y el empleo, y poner las instituciones de la República al servicio de aquellos que más lo necesitaban.
A veces nos preguntamos, si al recibir la Presidenta y muchos de quienes ponemos el alma a este proyecto tantos agravios y ataques personales, ¿vale la pena? Y la respuesta la damos sin dudar. ¡Por supuesto que sí! Vale la pena la sonrisa y alegría de cada niño, de cada trabajador y de cada ladrillo que ponemos para la construcción de esta Argentina para todos.
Resta aún mucho por hacer, nadie más que nuestro gobierno es consciente de ello, pero podemos afirmar que en estos 10 años hemos logrado mucho, más de lo que hubiéramos pensado. El hospital que inauguramos junto a la presidenta Cristina Kirchner, el Eva Perón, enfocado en maternidad, las viviendas entregadas, fueron más de 22 mil en la última década en la provincia, así como las más de 300 escuelas inauguradas, de haberse duplicado el PBI, generando millones de puestos de trabajo en todo el país.
Este ha sido un crecimiento verdaderamente inclusivo. Y los tucumanos y los argentinos lo podemos reconocer porque lo vivimos. Experimentamos el cambio y nadie nos lo contó como verdades reveladas. Porque lo protagonizamos. Por ello es importante estar siempre atentos, hoy más que nunca, y que todos los argentinos podamos observar alrededor, comprobar los cambios que se han hecho realidad y, por supuesto, lo que aún falta trabajar y enfocarnos en ello.
Cada pequeño paso, cada avance que damos junto a cada ciudadano de esta Argentina en crecimiento, en medio de una crisis internacional de gran magnitud, nos permite palpar día a día ese país de “la vida real”, como expresó ese niño sabio, Agustín, al pedir ver a la Presidenta el pasado 25 de mayo.
La vida real del día a día nos permite ver lo que ha significado esta última década, que se expresó tan claramente en las caras de los estudiantes, maestros, directivos y funcionarios en la escuela media de Chuscha el viernes pasado en su décimo aniversario. Fue la expresión de un pueblo orgulloso, digno, de pie y en crecimiento, en un rincón de Tucumán y a su vez en el mismo centro de esta República Argentina que amamos con pasión, para la que seguiremos trabajando firme en la defensa de todo lo adquirido y por lo que resta por hacer.
* Presidenta provisional del H. Senado de la Nación.
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