EL PAíS › LA DESAPARICIóN EN LA ESMA DE QUIQUE JUáREZ, DIRIGENTE DE LA JTP
El cineasta Nemesio Juárez declaró en el juicio de la ESMA por la desaparición de su hermano Enrique, también director de cine y dirigente de la Juventud Trabajadora Peronista.
› Por Alejandra Dandan
“Yo estuve con mi hermano el día en el que supuestamente desapareció”, dijo Nemesio Juárez a los jueces. “Me vino a visitar a casa, yo trabajaba en relación de dependencia en Segba, donde él también había trabajado. Esto fue el 10 de diciembre de 1976; justo coincidimos, yo llegaba a casa, que estaba en Florida, a pocas cuadras de mis padres. El llegaba manejando la citroneta de mi madre, serían las cinco o cinco y media de la tarde. Vino a mi casa, tomamos unos mates, charlamos. Dos días después iba a ser su cumpleaños, así que hablamos de hacer un asado ese día. Estuvo una hora y pico en mi casa, y en un momento me manifiesta la intención de hacer llamadas a un lugar donde recibía llamadas, y yo le pedí que no lo hiciera. Segba estaba intervenida por la Armada. Este gremio creo que fue el primero que empezó a hacer acciones contra de la dictadura y yo tenía miedo de que estuviera intervenido mi teléfono. ‘No te preocupes –me dijo–, paso por la casa de los viejos y luego paso por la estación Juan B. Justo y hago la llamada desde allí’. Nos despedimos, y fue la última vez que lo vi.”
El hermano de Nemesio era Enrique Juárez, en diciembre de 1976 responsable político de la columna norte de Montoneros. Enrique fue parte de la feroz persecución que desató la Armada sobre la columna norte de esa organización, ahora conocida como “segunda caída” y producto de un rearmado de la organización tras los secuestros de marzo del ’76. Uno de los militantes más buscado era Daniel “El Monra” Kurlat, jefe de la columna, secuestrado finalmente el 9 de diciembre de 1976. En los días siguientes, la Marina desató una cacería sobre los militantes de la zona. Quique cayó en un operativo en el que fueron desaparecidos otros seis compañeros. Todavía Nemesio no sabe dónde fue que atraparon a su hermano, ni qué pasó, ni si fue un solo operativo o varios. Sólo sabe que Enrique pasó por la Escuela de Mecánica de la Armada, igual que Lidia Zunino de Rossini, Marcelo Héctor Cerviño, Luis María Delpech, María Elvira “Bombón” Motto y Jorge Eugenio Yanes. Todos están desaparecidos.
Los Juárez eran una familia “chica” de Florida. Nemesio Juárez (padre) y Dora Dolores Díaz habían venido de Rosario a trabajar a Buenos Aires. Nemesio trabajó en lo que al cabo del tiempo iba a ser la compañía de servicios eléctricos del Estado, donde a través de una bolsa de trabajo destinada a los familiares consiguió trabajo para sus dos hijos. Nemesio hijo trabajó ahí. Quique estuvo durante algunos años, en los cuales desarrolló los primeros pasos en su militancia, primero en los sectores combativos del sindicato, luego haciendo cine, escribiendo en Noticias y en El Descamisado, y manteniéndose como referente de la JTP.
“Mi hermano tomó su compromiso para dar testimonio de las situaciones de oprobio del pueblo. Lo hizo en varias de sus películas, la última sobre el Cordobazo, una película anónima y clandestina que circuló marginalmente en universidades porque, para mucha gente de nuestra generación, el cine no fue sólo hobby, una elección subjetiva y personal; con todo el respeto lo digo”, dijo Nemesio, también cineasta. “Esa relación significó una forma de aprendizaje, de compromiso con esa gente y con los que estaban ausentes de las pantallas.”
Nemesio no supo exactamente el rol de su hermano más tarde en la organización, aunque desde entonces no deja de leer todo lo que sale publicado para reconstruir, sobre todo, los últimos momentos. Quique, como lo llamaban en la organización, ya era dirigente de la JTP, que respondía a la conducción de Montoneros, “pero producido el paso a la clandestinidad, toda esa gente quedó en situación de riesgo; si pasa a la clandestinidad con otros roles dentro de Montoneros, no supe el cargo; me entero de que lo dan como responsable político, otros lo dan a Kurlat, al que tampoco conocí, por supuesto”.
Nemesio no conoció a los compañeros del último tiempo. En cambio sabe que después de un tiempo en Rosario su hermano volvió a la zona norte, un barrio que ya conocía porque era uno de los que pasaba por el local del Nono Lizaso, de Mitre y Malaver.
El 10 de diciembre de 1976, Nemesio despidió a Enrique en su casa. “Al día siguiente, casi al mediodía, me llama mi madre desde la casa de un vecino. Me preguntó si mi hermano había pasado la noche conmigo, porque les había dicho que volvía después de hacer la llamada y no volvió. Cuando mi madre dijo eso, yo pensé lo peor. Enrique se había llevado el único móvil de la familia, así que esa noche salí a buscarlo en bicicleta por toda la zona, Vicente López y Florida, pensando que si había pasado algo, me iba a encontrar con algún indicio, alguna señal, como es usual; pero no vi nada. Al día siguiente hice lo mismo durante todo el día. Fue un día fatal, de mucho calor, llegué a casa descompuesto y cerca de las once viene mi padre en un estado muy tembloroso, diciéndome que por Radio Colonia habían nombrado a mi hermano como caído en un enfrentamiento.”
Uno de los datos de este caso habla del rol que jugaron los medios. Los padres de Quique, pero también de los otros compañeros, escucharon sus nombres en la radio. El 14 de diciembre aparecieron artículos en los diarios Clarín y Crónica que reproducían la información usualmente mentirosa de los partes del Primer Cuerpo del Ejército: “Abaten a siete cabecillas sediciosos”, decía el diario que ayer Nemesio volvió a mostrar a los jueces.
“Empezamos a hacer averiguaciones, contactos, primero informales en distintos lugares, comisaría, hospitales de la zona, y no hubo ningún tipo de información.” Con la democracia tomó contacto con un sobreviviente, Lisandro Cubas, que sabía del paso de Quique por la ESMA. Le dijo que su hermano había caído malherido el mismo 10 de diciembre, en la ESMA. “No me supo decir qué heridas, qué contusiones, si eran daños de fuego o qué, me dijo que hubo un momento que trascendió que había caído mi hermano. Obviamente nunca tuvimos noticias de la citroneta.”
En enero de 1986, Nemesio fue citado a declarar a Campo de Mayo ante un coronel de apellido prusiano y vestido de fajina. A la izquierda había un escribiente. El coronel parecía tener una cortesía exagerada, pero lo que le llamó la atención fue otra presencia. “Había una presencia que irradiaba algo, silenciosa pero ostensiblemente, permanente.” Una presencia que hacía que él por momentos sintiera que debía reconcentrarse. Cuando terminó, se dio cuenta de que esa “presencia” era en realidad un “cráneo humano”, ubicado a la derecha del coronel retirado, en uno de los ángulos del escritorio, dispuesto como pisapapeles o una decoración. “Creo que arroja algo más esto que me ha preocupado”, dijo Nemesio. “Creo que no fue azarosa esa presencia sino una puesta en escena intimidatoria, un metamensaje, y creo que nos estaba diciendo: ‘Miren qué tenemos acá, ¿alguno de ustedes es capaz de probar que este cráneo es parte de lo que están buscando?’”
Para diciembre de 1976, Quique tenía tres hijos. Javier y Camilo, de 11 y 9 años, respectivamente, eran hijos también de su primera compañera, Alicia Pais. A Alicia la secuestraron después que a Quique en la casa en la que habían vivido en Brasil y Defensa de San Telmo. La llevaron a la comisaría con sus hijos y después la dejaron a disposición del PEN en Devoto. Ella murió en noviembre de 1977 por la falta de atención ante una crisis asmática. Alicia tenía una hermana, Olga Pais. Olga ocupó la casa de Brasil y Defensa con sus sobrinos cuando Alicia todavía estaba con vida. Dos semanas después de la mudanza, otra patota volvió al departamento. Secuestraron a Olga en esa misma casa y hoy ella permanece desaparecida. El tercer hijo de Quique es Pedro Luis, y tenía poco más de un año cuando secuestraron a su padre. Pedro Luis es también hijo de Estela Miguel, la segunda compañera de Quique, con la que vivió en Rosario. A Estela la asesinaron el 15 de octubre de 1976. Nemesio mostró dos fotos de Quique en la sala. Las sacaron una semana antes de su desaparición. En la fotos está Quique con sus tres hijos en un casita de Villa Rosa, donde iba a festejar su cumpleaños.
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