Un día después de lanzar a sus candidatos porteños sin hacer ninguna mención a Sergio Massa, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, reiteró que tiene un acuerdo electoral con el intendente de Tigre. La primera vez que el líder del PRO dijo que existía el acuerdo, le salieron al cruce el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, y también Ignacio de Mendiguren, dos de los candidatos en la lista del Frente Renovador. Esta vez, Macri aclaró: “Yo no hablé con la gente de su lista, yo hablé con Sergio Massa y hasta tanto él no diga que cambió de idea, sigo creyendo en su palabra de ayudar desde la provincia a ponerle un límite al kirchnerismo”.

La disputa entre los seguidores de Massa y los de Macri solo suma confusión a la campaña. Desde que cerraron las listas con tres candidatos del PRO en la boleta de diputados nacionales y una cantidad mayor en las listas distritales –incluido el marido de María Eugenia Vidal, Ramiro Tagliaferri–, hay dos interpretaciones sobre lo que sucedió: los macristas aseguran que cerraron un acuerdo con Massa; en cambio, los massistas dicen que el acuerdo fue con algunos intendentes, como Jorge Macri, pero que no existe una alianza con el PRO.

El jefe de Gobierno porteño aseguró hace algunas semanas que tenía un acuerdo a futuro con Massa. Esto complicó la estrategia del intendente de Tigre de mostrarse ni muy oficialista ni muy opositor. Distintos referentes del Frente Renovador salieron a desmentir a Macri y a asegurar que no piensan como el PRO, pese a los macristas que llevan en sus listas. Pero ayer el entuerto volvió a aparecer. Sobre el entendimiento, Macri admitió que “la verdad, cuesta comprenderlo”. “Quiero ser muy claro en este tema desde la coherencia que hemos tenido siempre con respecto a las propuestas de hacer una política distinta a la de los Kirchner. Yo acordé con Massa trabajar juntos en la provincia para ponerles límites a los Kirchner y eso es lo que ha sucedido.” Luego reiteró que él habló con Massa, por eso lo que lo que digan otros dirigentes no tiene –para el jefe de Gobierno– ningún valor.