EL PAíS
› LAS CONCLUSIONES DEL GOBIERNO, DESPUES DEL VIAJE
Con ahorros para ir al Norte
Las razones de la euforia en el Tango 01. La evaluación oficial de los contactos con Blair, Aznar, Chirac y los empresarios españoles. Cómo imagina Kirchner que será su reunión con Bush.
› Por Fernando Cibeira
En el Tango 01 se vivía un estado de ánimo cercano a la euforia. El tour europeo del presidente Néstor Kirchner había finalizado con una noticia bomba: la sorpresiva confirmación de una reunión con George Bush para la semana próxima. Como si la seguidilla de nombres de líderes europeos con los que el Presidente conversó en apenas cinco días no hubiera sido suficiente, ahora llegaba el encuentro con el hombre más poderoso del planeta. “Nuestra intención era descongelar la relación con la Unión Europea y lo logramos. Después de una década de alineamiento automático se había creado una situación de recelo. Ahora podemos ir a Estados Unidos tranquilos, sin agenda fija, a conversar sin condicionamientos”, evaluaban cerca del Presidente.
La gira por el Viejo Continente dejó tres hitos, según se desprendía de los comentarios que hizo el propio Presidente. El interés que mostró Tony Blair, el nivel de conversación mantenida con Jacques Chirac y el inesperado buen feeling con José María Aznar. Eso a nivel jefe de Estado. En otro escalón, el Presidente estaba orgulloso del round que mantuvo con los empresarios españoles: entre piña y piña, creía haber ganado. “Se fueron al mazo”, aseguraba un funcionario del Gobierno.
u Blair: el premier ministro británico tuvo dos veces la iniciativa de acercarse a conversar con Kirchner quien, sin que viniera a cuento de nada, le planteó su deseo de sacar de la congeladora la discusión sobre la soberanía de las Malvinas. Blair recibió el mensaje sin perder su sonrisa de actor de cine y llevó la conversación hacia otras cuestiones. Tocaron el tema económico y el argentino hizo un relato de las complicadas negociaciones con el FMI. Ahí pudo confirmar que Blair no le había perdido la simpatía porque de inmediato se puso a diposición para colaborar en lo que hiciera falta. “Teléfono abierto”, prometió.
u Chirac: el presidente francés sedujo a la comitiva de Kirchner con su nivel de conocimiento sobre los diferentes temas que fueron tocando y la sinceridad con la que se expresó, como si conociera al presidente argentino de toda la vida. En el despacho que alguna vez ocupara Charles de Gaulle, a Kirchner le quedó claro que los líderes europeos consideran atractiva la dupla que conforma con Luiz Inácio Lula da Silva, que los ven como el embrión de un nuevo espacio de poder. “Siempre nombraban ‘Brasil y Argentina’, así, en ese orden”, explicaban.
u Aznar: lo del español resultó una revelación. Que lo llamara “Néstor” en la conferencia de prensa fue lo de menos. No realizó presiones ni planteó cuestionamientos por las empresas españolas y se mostró incondicional de la recuperación argentina, tanto en público como en privado. “Si algún hijo de puta te la pone muy difícil, tú me llamas y vemos cómo lo podemos solucionar”, le planteó Aznar a Kirchner en el diálogo que mantuvieron. En otro gesto de apoyo inusual, Aznar y su mujer, Ana Botella, participaron del almuerzo que los reyes de España ofrecieron en honor al matrimonio Kirchner.
u Empresarios españoles: en general, Kirchner pagó poco costo en la gira por el default argentino y el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos. Donde las cosas se pusieron un poco espesas fue durante el encuentro pautado con la CEOE, la cámara que agrupa a los empresarios españoles más poderosos. El Presidente les plantó pelea y sintió que a la salida le levantaban el brazo. “Es que ellos aceptan que les pongan límites en Europa y cuando invierten en la Argentina creen que pueden hacer lo que quieren”, explicaban en el Tango.
Kirchner les dijo: “Ustedes quedaron asociados al poder de los ‘90 porque coimeaban a los funcionarios para hacer negocios, pero eso no va más”. El ministro Roberto Lavagna le había preparado un dossier con losantecedentes de cada empresario que al Presidente le sirvió para desarmarlos. Cuando Antonio García Ferrer, titular del Grupo Dragados –que en Argentina tienen negocios en autopistas– se mostró enojado por la inseguridad jurídica que existía en el país, Kirchner le retrucó: “¿Y usted que tiene nueve pedidos de quiebra me viene a hablar de inseguridad jurídica?”. García Ferrer se quedó mirando el mantel. El Presidente se dirigió a Alfonso Cortina, el mandamás de Repsol YPF. “Con usted trabajamos juntos en Santa Cruz. ¿Tuvimos algún problema?”, le preguntó. “No, señor”, aceptó Cortina. No hubo más cuestionamientos.
Por eso, unas horas más tarde, cuando se conversaba en la recepción ofrecida por la embajada argentina en Madrid, la conclusión era de objetivo cumplido. “Es cierto, todos nos dijeron que llegado el momento –por ejemplo si las negociaciones con el Fondo se ponen difíciles– nos saldrían a apoyar. Ahora lo que queda por ver es si lo hacen”, comentaba, escéptico, el canciller Rafael Bielsa. Cuando ya se habían ido los invitados famosos como Jorge Valdano, Héctor Alterio o Alberto de Mendoza, el Presidente convocó a la prensa a un salón aparte para dar a conocer la invitación de Bush, la frutilla del postre.
De ahí el clima de alegría del viaje de vuelta. A eso contribuyó también el festejo por el cumpleaños del fotógrafo presidencial, Víctor Bugge. Brindaron el secretario de la SIDE, Sergio Acevedo; el gobernador de Santa Cruz, Héctor Icazuriaga, y el vocero Miguel Núñez. Lavagna adhirió desde su asiento mientras hacía que leía un diario español vestido con un pijama verde agua colocado encima de la ropa de calle, en una combinación que haría infartar a Gino Bogani.