Jue 03.10.2013

EL PAíS  › HOMENAJE A LAURA BONAPARTE EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

“Va a seguir con nosotros”

La integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora fue recordada por familiares, amigos y compañeros. “Demostró que aun cuando se pierde a los hijos de esa manera, aun en la más absoluta soledad, se puede hacer algo por el otro”, dijo Luis Bruschtein.

› Por Ailín Bullentini

Sus manos, ya arrugadas, acariciándose entre sí en una imagen reciente son las mismas que unos cuantos años atrás le hacen upa a Hugo, uno de sus nietos, todavía un bebé. La misma voz, dulce y pausada, que elogia una pared familiar, explica firme y con la vista fija en la cámara unos cuantos años atrás el asesinato de su hija Noni; el secuestro de sus otros hijos, Irene y Víctor, y sus parejas; sus desapariciones; el de su marido Santiago Bruschtein, y su asesinato. Las imágenes se confunden ordenadamente en el adelanto del documental que sobre su vida realizó otra de sus nietas, Natalia Bruschtein, y que sirvió de prólogo a esa charla en la que devino el homenaje en su memoria que ayer se llevó a cabo en la Biblioteca Nacional. Maestra, mujer creativa y pujante, hermosa luchadora, irreverente, intensa, quilombera. Así definieron a Laura Bonaparte su hijo Luis Bruschtein, su nieto Hugo Ginzberg, la integrante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas Lita Boitano, la Madre de Plaza de Mayo Marta Vásquez, la fundadora de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual, Loana Berkins, la cantante y legisladora porteña Susana Rinaldi y el director de la Biblioteca, Horacio González, ante un auditorio Jorge Luis Borges repleto.

“En sus últimos tiempos, Laura había perdido la memoria. Justo ella, que encarnaba a la memoria como nadie”, destacó González retomando esa palabra, “memoria”, del saludo escrito que envió la presidenta Cristina Fernández acompañado de un “gracias Laura, hasta siempre”, para estar presente en el homenaje organizado por el Programa de Derechos Humanos de la Biblioteca. También saludaron a la distancia las diputadas del bloque oficialista Mara Brawer y Adriana Puiggrós y el candidato a legislador porteño por la lista del Frente para la Victoria Jorge Taiana. La mayoría de los presentes en el auditorio principal de la biblioteca se movieron, cantaron y hasta agitaron los dedos en V al ritmo de la militancia nacional y popular.

“Es dolorosa la historia de la familia, pero somos un montón y por suerte mi mamá pudo verlo”, remarcó Luis Bruschtein, el único de los cinco hijos de la Madre de Plaza de Mayo homenajeada que sobrevivió a la última dictadura cívico-militar. “Ella, que nunca nos tiró para abajo, que no nos tiró por encima su dolor, es la responsable de que todos sus nietos hayan sido y sean militantes por los derechos humanos”, advirtió Bruschtein, vicedirector de Página/12, luego de agradecer a los trabajadores de la biblioteca (un grupo de la Asociación de Trabajadores del Estado) por la música que “a la vieja le hubiera encantado”.

Laura crió a Hugo, hijo de Noni, el primer arrebato sufrido por los fusiles de las fuerzas de seguridad estatales, que la acribillaron en diciembre de 1975 en el barrio popular de Monte Chingolo, Lanús, donde trabajaba. Hugo, que militó en Hijos como el resto de sus hermanos y primos, definió a su abuela como “una de esas personas tan intensas que no es que quieren hacer el bien, sino que solo por lo que son hacen que seamos una mejor sociedad”. Su tío consideró, luego, que la esperanza era “el mejor legado” de la homenajeada, quien falleció en junio pasado: “Demostró que aun cuando se pierde a los hijos de esa manera, aun en la más absoluta soledad, aun cuando se está en la peor de las situaciones, se puede hacer algo por el otro”.

Bonaparte se exilió en México, a donde llevó a “todos sus muertos colgando”, como más tarde describiría Berkins las imágenes que de sus familiares la Madre llevaba colgando de su pecho. Volvió a la Argentina en 1983, cuando se unió a las Madres de Plaza de Mayo. Pero no se quedó allí. Visitó a refugiados en El Salvador, en Guatemala, en Bosnia y en el Líbano, por solo mencionar algunas de sus batallas. Incluso antes de que la dictadura le arrebatara a casi toda su familia, Bonaparte fue rupturista y defensora de derechos violentados en el Policlínico de Lanús, en donde desarrolló un programa de salud mental. “Laura era un ejemplo de la ética del deseo, una mujer que avanzaba y creaba incluso cuando se nos vinieron encima la noche y las tormentas”, la definió una colega de entonces y “amiga entrañable” hasta el final de su camino.

“¡Qué mina! ¡Qué hermosa!”, la saludó Boitano, antes de recordarla a través de aquella reflexión que Bonaparte realizó acerca de lo que consideraba era ser madre de desaparecidos, “un lenguaje que la nombra y la despoja al mismo tiempo” porque “no hay madre si no vive el hijo o la hija”. Rinaldi, quien aclaró que la conoció “por el socialismo”, utilizó la palabra “dignidad” para definir a esa mujer “de temple, que siempre sonreía”.

Berkins, quien compartió varias marchas y acciones de protesta con la homenajeada, avisó que hablaría de “la irreverencia de Laura, una mujer que no le retaceó el cuerpo a nada, siempre estuvo con las luchas” y encendió risas en la tarde, que ya terminaba, con algunas anécdotas de luchas compartidas: la corrida de la policía que las llevó, luego de un escrache, a esconderse en una panadería; los asados que derivaban en discusiones políticas, la huelga de hambre que rompieron juntas.

Marta Vásquez, una de sus tantas compañeras en Madres, sumó a ese costado del perfil cuando relató que una tarde en que andaban juntas se cruzaron en la calle a Isabel Martínez de Perón “y Laura la escupió”. “Va a seguir con nosotros, nos es muy difícil hacernos a la idea de que ya no está”, confesó la única de la mesa que compartió con ella el pañuelo blanco. Ella, que “nunca hubiera esperado un homenaje”, aseguró su hijo, porque “hacía lo que hacía por convicción, pensaba en función de los demás”, sonreía desde allí arriba, desde un retrato proyectado de fondo, sonreía tal vez un poco más cuando Luis la liberó del protagonismo: “Este homenaje es a todas las madres que luchan y lucharon como mi vieja; al pueblo que lucha, a las mujeres que murieron en la lucha por un país mejor”.

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