“No hay una receta, no existe el dogmatismo. Tenemos que inventar de acuerdo con nuestra realidad”, comenta el presidente uruguayo, José Mujica, desde una pantalla en la que analiza el proceso político de América latina durante la última década. Mientras vuelve a ser noticia la diferencia entre los gobiernos de Uruguay y la Argentina a causa de la pastera UPM, verdadera piedra en el zapato bilateral durante la última década (ver páginas 2 y 3), en el microcine de la Universidad Metropolitana, situada en el barrio de Once, en el centro porteño, se presenta la entrevista que el senador Daniel Filmus le realizó al mandatario uruguayo en el marco del ciclo televisivo Presidentes de Latinoamérica, que volverá a emitirse desde el sábado en la TV Pública. Aunque no hizo mención explícita al conflicto, el legislador sostuvo que Mujica “es quizás el uruguayo que más apuesta a la integración latinoamericana y a la relación con Argentina”. Pero, claro, no hay una receta que garantice el éxito.

El rostro del presidente ocupa toda la pantalla: lleva una boina color mostaza y la sombra de una barba de pocas horas sobre las mejillas. “Soy campesino por elección”, sonríe. Durante los cuarenta y cinco minutos que dura esta nueva entrega del ciclo, repasa su vida, la lucha armada (poco), su cautiverio durante diez años en la dictadura uruguaya, la democracia y la llegada al poder. Explica las cosas en términos marxistas y plantea la necesidad de resolver los problemas del capitalismo ahora y no “sacrificar a tres o cuatro generaciones en nombre de una utopía”. Sobre la mesa de su rancho hay dos vasos de soda. Cuando se le menciona su fama de austero, explica: “Tiene que ver con la libertad”, a la que opone la “esclavitud moderna” de la sociedad de consumo.

“El caso de Mujica es muy pedagógico”, asegura Filmus en diálogo con Página/12, minutos antes de la proyección. “Su vida ilustra los últimos sesenta años de Uruguay, desde aquella isla de democracia en América latina que supo ser, pasando por la lucha armada, llegando a la dictadura militar, la recuperación democrática y la integración de los Tupamaros a la vida democrática, a tal punto que terminan por llegar al gobierno.” En ese sentido, sostiene, se trata del mejor ejemplo de lo que se intenta reflejar con este ciclo documental: cómo la región, de la mano de mandatarios que se salen del molde, logró dejar atrás una etapa y crecer e integrarse.

“Esta idea comenzó como una idea pedagógica. Contar a través de la vida de los presidentes de América latina la misma historia de América latina”, explica el senador. El ciclo de documentales está íntimamente ligado al proceso de integración regional, al punto que –según recuerda– nació “en Brasilia, cuando se creó la Unasur” por “el choque” que le generó “entrar a una reunión y ver todos tipos sin corbata, varias mujeres, un campesino de nuestros pueblos originarios, un trabajador metalúrgico, un profesor de matemáticas, y la naturalidad con la que se trataban entre ellos”.

Con el correr de los capítulos, se fueron descubriendo “situaciones comunes” en las historias de vida de los distintos jefes de Estado. Salvando sus diferencias (como diría Mujica: “Algunos son más de izquierda, otros más de centro y algunos de centroderecha”), “casi todos ellos, en algún momento de sus vidas, estuvieron presos”, destaca Filmus. La del uruguayo es la entrega número once de una serie de la que forman parte Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay), Michelle Bachelet (Chile), Tabaré Vázquez (Uruguay), Alvaro Uribe (Colombia), Oscar Arias (Costa Rica), Evo Morales (Bolivia) y Daniel Ortega (Nicaragua).

A pocas semanas de las elecciones, Filmus sostuvo que “sin lugar a dudas la posibilidad de que la Argentina siga este camino está ligada a la continuidad de este proyecto”. En ese sentido, denunció que “hay muchas fuerzas políticas y muchos sectores en la Argentina que piensan más en qué dicen y cuáles son los intereses externos que en los de los argentinos”, como se vio en el caso de la Fragata Libertad, cuando “algunos querían hacer una colecta para pagarles a los fondos buitre, y finalmente la Corte Suprema de Ghana terminó fallando a favor de la Argentina. Bueno, algunos aquí apostaban a la derrota. Como también ocurrió con algunos que hicieron una coalición para apoyar el plebiscito en las islas Malvinas, apoyado por intelectuales y políticos argentinos, pero que finalmente sólo reconoció un país en todo el mundo, el Reino Unido”.