EL PAíS › CON UNA MISA OFICIADA POR EL ARZOBISPO DE BUENOS AIRES, MARIO POLI
En la ceremonia participaron algunos estudiantes, funcionarios porteños, autoridades de la UBA y el rector del Nacional de Buenos Aires. Exabruptos de algunos asistentes contra los estudiantes. No hubo presencia neonazi.
› Por Sebastian Abrevaya
“Bendice y purifica a tu Iglesia”, repetían monótonamente los cientos de presentes que colmaban ayer la “misa de desagravio” a la iglesia San Ignacio de Loyola, oficiada ayer por el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli. Con la presencia de funcionarios macristas como Esteban Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, el máximo referente de la Iglesia argentina cuestionó la “profanación” y la “vieja gramática de la intolerancia” de los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires que la semana pasada pintaron “la única iglesia que ilumina es la que arde” y dañaron una parte de sus instalaciones. Unos pocos estudiantes asistieron a la ceremonia en la que estuvieron presentes autoridades de la Universidad de Buenos Aires y el rector de la escuela, Gustavo Zorzoli, entre otros.
“Estamos aquí para desagraviar este triste y deshonroso hecho de la profanación, producto de una vieja gramática de la intolerancia”, señaló Poli desde el altar de la iglesia San Ignacio. Durante su discurso, reivindicó la historia del edificio, que fue construido en el siglo XVIII y que sirvió para “fiestas patrióticas” y “cabildos abiertos” por los que pasaron próceres de la independencia argentina. Respecto de los incidentes provocados por los alumnos, lamentó el “particular ensañamiento” con el altar y remarcó que realizaron “una grave ofensa a Dios e hirieron a la comunidad” al violentar un edificio “sagrado”.
Más allá de las críticas, también hubo palabras conciliadoras y hasta un momento para un ligero toque de humor. Aseguró que le “encantaría” encontrarse con los autores de las pintadas –que aún no fueron identificados–, dialogar con ellos “y hasta tomar un mate, si da”. Utilizando las palabras de la conocida pintada anarquista, Poli sostuvo que la iglesia no tiene “luz” propia, sino que es “la luz del mundo” la que la ilumina y que no “arde” sino por el deseo de paz y de justicia. El arzobispo precisó que “dejaría el báculo de lado” para que “no crean que vamos con palos” y los invitaría a “dejar el túnel de las ideologías” para “trazar un puente” que los una. Y para concluir, no faltó la alusión a Jorge Bergoglio, que ocupaba su lugar hasta que fue designado Papa. “Me encantaría encontrarme amicalmente con ellos para invitarlos a apostar por la cultura del encuentro, como nos pide el papa Francisco”, concluyó Poli, despertando los aplausos de los presentes.
El macrismo había aportado varios de sus dirigentes. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, estuvo presente en primera fila, sobre un costado Rodríguez Larreta y detrás suyo se ubicó el ex candidato a diputado, el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg. Como representante del Gobierno nacional asistió el secretario de Culto, Guillermo Oliveri. Con el rector Rubén Hallu de viaje, la representación institucional de la UBA recayó en el vicerrector, Alberto Barbieri, y el secretario general, Carlos Más Vélez. Hubo representantes de otros cultos, entre ellos el rabino y diputado macrista Sergio Bergman. El ex defensor del Pueblo Eduardo Mondino, el ex legislador Jorge Enríquez y el ex concejal peronista Raúl Padró no quisieron dejar de decir presente.
No pudo verse al grupo neonazi que días atrás había realizado su propio acto de desagravio frente a la iglesia y que había ido a pedir por los responsables a la puerta del colegio. Tras conocerse el acto, el rector de la institución presentó una denuncia. Zorzoli ratificó que pedirán la expulsión de los responsables de los daños, aunque podrían esperar a que la Justicia determine formalmente quiénes son los involucrados. “Los invitamos a venir libremente, pero no los podíamos arrastrar”, señaló el rector sobre la escasa presencia de estudiantes en la misa de ayer.
“¡Vayan y eduquen a los alumnos! Sinvergüenzas que toman escuelas”, repetía en voz alta una señora mayor de rubios cabellos y ojos claros, que amagaba con iniciar un escándalo una vez comenzada la misa. “Cállese señora, cierre la boca”, le reclamó sin éxito un hombre parado a su lado. “Les tienen miedo, edúquenlos”, continuó la señora, despertando la atención de cada vez más personas, hasta que le se acercó una persona del templo a pedirle silencio. También se escuchó un grito aislado de un hombre ubicado sobre la cuarta fila: “Cárcel a los profanadores”, exclamó.
En el contexto de la toma del Colegio Nacional de Buenos Aires, el miércoles de la semana pasada un grupo de estudiantes se había metido por los túneles, pintado con aerosol inscripciones como “hipócritas” y “ni dios ni amo”, además de orinar sobre el altar de la iglesia. Por ese motivo, se inició una causa en la Justicia contravencional por “daños” y “violación de domicilio”. El rector Zorzoli aportó a la Justicia algunos nombres del grupo de cinco alumnos que entraron al templo y el martes se reunió con padres del colegio.
Antes de concluir la misa y que las personas comenzaran a retirarse, hombres y mujeres con un cartel que decía “servidor”, recorrieron el templo con una bolsa o una urna, donde los fieles depositaron una “contribución”. Más temprano, Poli se había encargado de aclarar durante la misa que “el daño material es insignificante comparado con el espiritual”.
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