Mar 22.07.2003

EL PAíS

Aníbal Fernández reconoció que hay discusiones dentro del Gobierno

El ministro del Interior asumió que existen “vehementes” discusiones dentro del gabinete por los alineamientos políticos del Presidente. Cuáles son los principales focos de conflicto.

› Por Martín Piqué

Una frase de Eduardo Duhalde define con justeza la relación entre el PJ y el presidente Néstor Kirchner. La frase –que Duhalde impuso como un aforismo personal entre sus fieles escuderos de la provincia– dice así: “Cuando dos personas piensan igual, una de las dos no piensa”. La expresión sirve, también, para describir el debate que reina en el gabinete cada vez que se habla de las próximas elecciones. Ayer, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, confirmó que existen “vehementes discusiones” entre los funcionarios del Gobierno, en especial cuando se analizan los casos de Misiones y de la ciudad de Buenos Aires. La pelea, en todo caso, esconde una diferencia de criterio acerca del rol del justicialismo y del centroizquierda para los próximos años.
“No es que se lleven todos fantástico, porque no es un gabinete de idiotas. Cada uno tiene posturas políticas que trata de sostenerlas, y el ejercicio del poder determina que uno haga triunfar su posición política”, dijo ayer el quilmeño Aníbal Fernández en declaraciones a la radio Rock & Pop. Sus dichos fueron reveladores de la pelea silenciosa que mantienen en el Gobierno el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y los ministros heredados de la gestión duhaldista. Fernández es el principal impulsor del apoyo oficial a Aníbal Ibarra en la competencia con el empresario Mauricio Macri. Los otros funcionarios hubieran preferido la prescindencia, que hubiera sido más coherente con la alianza del PJ porteño con Macri.
El argumento pour la gallerie que ayer repetían desde el Gobierno es que “no hay problemas” porque en el distrito porteño no hay candidatos del PJ. Pero en las últimas semanas, las señales explícitas de apoyo a Ibarra han generado un debate subterráneo entre los ministros del Gobierno. Algunos funcionarios, por caso, sugirieron que ante una eventual derrota de Ibarra en las elecciones del 24 de agosto sería inevitable hacer cambios en el Gabinete: esa fue otra muestra de la disputa por el rumbo de la gestión y su política de alianzas. “El Presidente es probable que en algún momento haga un gesto o haga señales respecto de la política que le gustaría”, anticipó el ministro del Interior, en referencia a la elección de jefe de Gobierno porteño.
Las preferencias de Kirchner y Duhalde a la hora de apoyar candidatos tienen una explicación bastante obvia: en unos meses dejará de tener vigencia la Ley de Emergencia Económica que faculta al Ejecutivo a tomar determinadas decisiones por decreto. A partir de entonces, las discusiones más estratégicas volverán a discutirse en el Parlamento. Cerca de Kirchner lo saben, y por eso quieren llegar a ese momento con el máximo poder legislativo: esto es, con un bloque de legisladores “propio” que lo apoye cada vez que sea necesario. Lo mismo le sucede a Duhalde, pero el ex presidente tiene las cosas más fáciles: sabe que dispondrá de una bancada numerosa si, como él descuenta, el PJ bonaerense logra un triunfo amplio.
De cualquier manera, el discurso oficial trata de relativizar las diferencias entre Kirchner y Duhalde –que por ahora apenas se perciben y se circunscriben a algunos temas– y subraya que será “el peronismo” el que rescate a Kirchner cuando las cosas se pongan difíciles. Cerca de Duhalde, además, explican que su fervoroso apoyo a Ramón Puerta no sólo se debe a la supuesta amistad que los une, sino que el bonaerense también estaría preocupado por “contener” dentro del partido a un sector del PJ que se siente más a gusto con las ideas de centroderecha. Según ese análisis, Duhalde quiere posicionarse como el referente de todo el peronismo para liderar el ordenamiento institucional del PJ.
En esa lógica sería natural que Duhalde se convierta en el interlocutor de Carlos Reutemann, en especial luego de que el santafesino se enojara por la intromisión del “Chueco” Juan Carlos Mazzón en el armado de las listas de la provincia. El Lole sólo concedió un lugar para el kirchnerista Gustavo Marconatto, mientras que a los allegados a Kirchner les hubiera gustado conseguir dos lugares en la nómina (ver página 9). “El Presidente había hablado con Reutemann por un candidato que aspiraba a que lo llevaran en la lista y el candidato va. No hay ninguna pelea”, dijo Aníbal Fernández para bajar los decibeles. En todo caso, si la relación queda deteriorada, Duhalde podrá estrenar su traje de conciliador entre los distintos sectores del PJ.
Donde hay menos armonía es en la relación de los intendentes del PJ con los funcionarios que desembarcan en los municipios. El objeto principal de las broncas es Alicia Kirchner, quien visitó varios distritos sin consultar a quienes los gobiernan –los jefes comunales, la mayoría duhaldistas–. En sus imprevistas giras por el Conurbano, la ministra de Desarrollo Social se entrevistó con miembros del movimiento piquetero, a quienes los intendentes consideran, por lo menos, competidores molestos.

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